El 'Financial Times' señala el problema número uno del aceite de oliva en España

El 'Financial Times' señala el problema número uno del aceite de oliva en España

La tradición enfrenta una batalla desigual ante la industrialización del olivar.

Un agricultor prepara el terreno para el cultivo en un olivar.Davide Pischettola

El sector del aceite de oliva, uno de los símbolos preciados de la gastronomía española, no atraviesa su mejor momento. Los elevados costes de producción, los problemas con las reservas de 'oro líquido' y la escalada de precios en los supermercados en España han sido alguno de los problemas a los que ha tenido que hacer frente el sector en 2024. Sin embargo, según el diario Financial Timesla amenaza a la que deberían tenerle miedo los productores es la dura competencia que representa el auge de las explotaciones de olivo "súperintensivas" y que amenaza un modelo tradicional de producción.

En Andalucía, explica el diario económico, pequeños productores como Manuel Adamuz Comino están viendo cómo estas fincas gigantescas están empezando a sustituir a los olivares plantados en colina, que dependen de un trabajo eminentemente manual y de la lluvia. "Todo depende del clima", explica Adamuz al periódico de hojas salmón, mientras inspecciona el estado de su cosecha. Las sequías, cada vez más frecuentes por culpa del cambio climático, han reducido la cantidad de cosechas y ya son muchos los agricultores que dependen de los ciclos climáticos, pueden ser meses, para que sus terrenos sean tan rentables como las producciones intensivas.

En cambio, las mega explotaciones crecen a un ritmo acelerado, con olivares plantados en terrenos cercanos a ríos y embalses, lo que les permite regar durante las sequías. Estas fincas ya representan el 11% de la producción de aceite en España y, además, hacen uso de maquinaria avanzada que les ayuda a reducir costes y aumentar la productividad, con unos rendimientos que llegan a ser el doble que los de los métodos tradicionales. "Con cinco máquinas puedo cosechar 100 hectáreas en cinco días", señala al diario uno de los mega agricultores que trabajan así en Córdoba, Rafael Rioboo Cabello de Alba.

La diferencia de costes es abismal. Mientras que un agricultor tradicional gasta alrededor de 3,80 euros por kilo de aceite, las superintensivas lo hacen por la mitad, gracias a la mecanización y el riego. Pero no todo se mide en productividad. Los pequeños productores, como Adamuz, defienden que su aceite tiene una calidad superior. “Nos hemos obsesionado con producir mucho, pero perdemos de vista que es de menor calidad”, advierte.

Los aceites tradicionales, cultivados en condiciones más secas y difíciles, generan más polifenoles, compuestos antioxidantes que otorgan al aceite su característico toque picante y amargo. Estos polifenoles, junto con el ácido oleico, también son conocidos por sus beneficios para la salud. “La gente debe saber que una cucharada de nuestro aceite puede aliviar el dolor de cabeza o las molestias articulares”, afirma José Juan Jiménez López, representante de la denominación de origen Poniente de Granada.

Las mega explotaciones, por otro lado, suelen producir aceites más suaves, adaptados a paladares de mercados emergentes como el estadounidense, donde el consumidor prefiere un sabor menos intenso. A pesar de ello, los pequeños agricultores confían en que la diferenciación en calidad y los beneficios para la salud les permitan competir en mercados internacionales.

La batalla entre tradición e industrialización no solo se libra en el terreno económico. Los pequeños agricultores están apoyando investigaciones universitarias y campañas de marketing centradas en la calidad y los beneficios para la salud de sus aceites. “La única forma de avanzar es apostando por la calidad y la diferenciación”, señala Jiménez López.