El campo comienza a "adaptarse" a una sequía "sin solución a la vista" ante la amenaza de las primeras restricciones masivas
Cataluña adelantó la posibilidad de activar su plan de emergencia por sequía, pero a última hora ha dado marcha atrás. Sin embargo, las medidas permanecen sobre la mesa, unas ideas que ya suenan en otros territorios. Representantes y expertos del sector primario analizan la situación y avisan de que "vamos tarde y ahora toca correr".
"Nadie sabe hoy lo que habrá que adoptar mañana", explica una voz autorizada del campo catalán. Lo hacía tras conocer el contenido del plan de emergencia por sequía que la Generalitat preparaba para el 1 de febrero. A última hora su presagio se ha hecho bueno: de momento, el Govern de Pere Aragonès da marcha atrás y prefiere dar más plazo... aunque la lluvia ni está ni se le espera.
El paso en falso no anula el sentimiento que recorre el campo español. Detrás de ese conjunto de ideas de alcance moderado que sopesaba Cataluña hay una amenaza evidente; que las restricciones vayan multiplicándose, con réplica en otros territorios, donde las reservas de agua son igualmente escasas... y el ruido de recortes hídricos no deja de crecer.
Con los últimos datos tras el cosmético efecto de la borrasca Juan, la reserva hídrica en España es del 50,48%, cinco puntos y medio menos que hace una década. Datos muy graves per se que se vuelven críticos ante la desigualdad evidente entre comunidades y entre cuencas. En las del interior de Cataluña, la del Segura en Murcia o las mediterráneas andaluzas no llegan ni al 20%. "Y estamos en invierno...", lamenta Roque García, vicesecretario de UPA Andalucía y responsable de recursos hídricos . Su zona ya aparece en peligro, como anticipaba recientemente el presidente de la junta, Juanma Moreno.
"Si no llueve 30 días, pero llover, no chispear" también habría restricciones en la región, apuntaba, hablando de posibles cortes de agua o bajadas de presión masiva en los grifos. No es el único territorio donde se espera "si todo sigue igual". De momento, en Cataluña se van a prohibir duchas de playa, se van a reducir en un 80% los usos hídricos de agricultura y en un 50% en ganadería y a nivel hogar se va a limitar el consumo diario a 200 litros por persona y día... lo mismo que supone una ducha de 10 minutos.
Este texto ve la luz cuando España acaba de superar dos breves temporales de frío y agua. Un alivio que apenas sirve para mejorar la estadística hídrica presente, pero que no esconde el difícil horizonte. Enero se cierra con un anticiclón severo y temperaturas primaverales. Nada hace presagiar que esos "30 días de lluvia" vengan pronto.
Por ello, Florencio Rodríguez, vicepresidente de ASAJA Castilla-La Mancha, llama a establecer un "verdadero plan" nacional a 5-10 años vista. "Es la gran asignatura pendiente; hay que hacer mucho más y mucho mejor... y si me preguntas por qué no se ha hecho no te diré que porque es mucho más fácil poner parches o limitaciones que invertir en serio en algo tan esencial", expone con evidente enfado.
En el análisis de situación, la profesora Victoria Rodríguez Sánchez, experta en Medio Ambiente de la Universidad Europea de Canarias, ve el vaso 'medio lleno'. Frente a visiones más negativas, ella defiende que "cualquier medida nunca llega tarde" y que "todo ayuda, sobre todo a adaptarnos a una situación multifacética". Pragmática frente a un problema estructural, considera que "a la sequía no la vamos a vencer, así que toca adaptarse y eso pasa por la tecnología y la inversión", expone la docente en el campo de las ciencias ambientales.
De nuevo interviene el vicepresidente regional de ASAJA. Confiesa no ver mal un plan que ahora Cataluña deja en suspenso, pero tampoco bien; sencillamente no les da demasiado valor,c ya que "a corto plazo lo único que se puede hacer es optimizar el uso de las aguas, y evitar el desperdicio que tanto sufrimos, pero en este plazo es muy difícil resolver algo". "La sequía se combate cuando llueve, cuando hay agua para poder mover, transvasar, transportar, reutilizar... Si no hay agua, poco vamos a hacer".
El pesimismo es masivo. Roque García mira al futuro, pero también al pasado, especialmente "a los últimos 5 años", por ser cuando empezó este gran episodio seco. "Las previsiones de la duración de la sequía han sido insuficientes y la gestión de los recursos, mala. Ahora nos toca correr y hacer obras extraordinarias a falta de lluvias". Habla del trasvase de la presa de Bocachanza en Portugal hacia Huelva, la construcción de nuevos pozos...
En Cataluña, los temores son diversos, aunque el gobierno intente poner un punto y seguido a la emergencia. Ramón Surroca, presidente de la FCAC y en contacto directo con la Generalitat como representante principal del campo, no espera algo "tan drástico", pero inmediatamente añade "por ahora". "Según nos dicen técnicos y autoridades, llegar a cortes limitados en ciudades pequeñas o pueblos no es descartable, pero en ciudades grandes sólo podría plantearse como una medida a la desesperada; no es fácil quitar agua a zonas de varios millones de personas". "Ahora, si no llueve.... hoy nadie descarta nada", remata al respecto.
Florencio, a su vez, no da nada por seguro, pero reconoce ver "probable" que este verano sí haya cortes relativamente masivos. Situación que "tampoco es algo nuevo, todos hemos vivido situaciones así hace no tanto. Y también hemos visto cómo se llevaba agua a pueblos y ciudades con cisternas, una imagen que no nos podemos permitir en un país moderno", añade.
¿Hacia una nueva identidad del campo?
"Si hablamos directamente de preocupación en el consumo de boca es porque estamos en un escenario muy difícil", añade Surroca, que asume con relativa normalidad los anunciados recortes al campo. Además de las reducciones del 80% y 50% de consumo en agricultura y ganadería, añade otro factor, el de limitar el tamaño de las explotaciones ganaderas "para asegurar un suministro mínimo de agua por animal". Limitación que pronto podría tornar en reducción.
A un plazo más largo, el responsable de la FCAC reconoce estudios para sustituir cultivos y modelos de negocio del sector primario, pero no son cuestiones de un día o un mes para otro. Sitúa en 2025 el posible horizonte temporal para empezar a notar cambios en el campo "si la cosa sigue igual o peor". Por suerte, añade, en la gran zona de cultivos catalana, la de Lleida y la cuenca del Ebro, la situación es menos alarmante. "Aquí, por ejemplo, aún no ha llegado la situación de no poder sembrar arroz como en otras regiones, porque el Ebro garantiza mucha agua, afortunadamente".
El arroz, sin embargo, sí corre peligro en zonas como Andalucía. Lo explica Roque García, como experto hídrico de UPA en la región. Habla del impacto en empleo, dinero y desarrollo local de reducir la producción de este y otros alimentos, como hortalizas o ajos, claves en diferentes zonas de una región que mantiene gran dependencia del sector primario. Hablando de restricciones, expone que "a nivel general" no se esperan en las grandes urbes, pero "ya hay" zonas donde las sufren. Habla de comarcas de Almería, Málaga, Córdoba... "y estamos en invierno; si esto no cambia, imaginemos el verano".
En su reflexión dedica largo rato a analizar un "problema que advertimos hace años y no se nos atendió". La transformación de cultivos tradicionales a otros superintensivos, principalmente olivar. "Esto no es obra de pequeños ganaderos, sino de grandes explotaciones. Es legal, sí, pero las asociaciones llevamos muchos años advirtiendo a los responsables de que supondría un problema a medio plazo, incluso antes de tener problemas de agua, sólo hablando de los efectos en el mercado. Ahora con la sequía, imaginate...". "Ni era rentable a nivel económico para el entorno ni sostenible para el territorio", remata.
Mirando al futuro del agua
El número dos de ASAJA en Castilla-La Mancha observa con preocupación —y hasta envidia— cómo "el mundo se mueve para adaptar y aprovechar bien sus aguas; China está investigando para desarrollar un sistema de transporte, Israel lo hizo hace muchos años con sus 'autovías del agua' o Marruecos, que también está invirtiendo en ello".
Frente al panorama internacional, el "triste" constraste de puertas para dentro con "pobres infraestructuras" y malas condiciones de mantenimiento. Sobre ello profundiza su colega andaluz, que cuantifica hasta qué punto afecta ese descuido. "El problema no es el consumo por persona y día, que aquí está relativamente contenido desde hace años, sino en la red de abastecimiento, que sufre severas pérdidas de agua de calidad de un 40%; esto significa que desde el pantano/pozo hasta la casa se pierde un 40% por roturas, contaminación de las instalaciones... Un sinsentido seguir así", cierra Roque García.
Opciones a largo plazo hay muchas, como apunta Victoria Rodríguez. En su exposición destaca la vía de la reutilización de aguas depuradas, "de las que actualmente sólo se utiliza un 8%, cuando hay una gran cantidad que se puede aprovechar para los usos que no sean en boca, pero lo hemos ido dejando de lado". De nuevo, la protesta por la desatención a un tema crucial. Rehabilitación o puesta en funcionamiento de desaladoras, mantenimiento de presas... son otras de las cuestiones que surgen. "Inversión y tecnología", reclama la docente de la Universidad Europea, aquí sí en línea con los otros entrevistados
"Todos estos años el tema hídrico se ha tratado; suena bien a nivel social, pero se ha hecho de forma relajada. Es ahora cuando empieza a haber concienciación y hay proyectos en camino que han estado mucho tiempo en un cajón". Dentro del pesimismo generalizado, ella insiste en un leve optimismo, resumido en que "agua y tiempo hay... si se utilizan bien".
En esa utilización mira no sólo a grandes industrias y extensiones agropecuarias. Habla, directamente, de hogares. Duchas más cortas, lavados más eficientes, grifos cerrados a tiempo... "Sabemos que la sequía estuvo, está y estará, así que toca adaptarnos a un déficit hídrico real a través de una mejor gestión diaria", remata, sin dejar de mirar a las nuevas medidas que pueden seguir llegando si no mejora la situación. Y no tiene pinta.