Vilda y la selección femenina: ocho años de turbulencias, constante reconstrucción y un mundial para la historia
El técnico llegó con la misión de rehacer un equipo roto y sin resultados y se va como campeón del mundo... y un equipo roto.
Era cuestión de tiempo y el tiempo ha llegado. Jorge Vilda ya no es el seleccionador absoluto femenino de fútbol. Pedro Rocha, el presidente interino de la RFEF, le ha comunicado el despido, una noticia que todos esperaban tras la suspensión de Rubiales. También el propio Vilda, que se había quedado solo en la 'nueva' RFEF y sin el apoyo de sus jugadoras apenas dos semanas después de coronarse como campeonas del mundo bajo su dirección
El de este martes ha sido el último sobresalto de un mandato de ocho años que ya comenzó revuelto por la necesidad de tener que rehacer una selección rota tras el paso de Ignacio Quereda y décadas de abusos y escándalos que han ido viendo la luz tiempo después.
Hijo de Ángel Vilda, preparador físico de Johan Cruyff en el Barça y de Juup Heynckes en el Real Madrid, Jorge siempre ha sido 'hombre de fútbol' y muy pronto logró posicionarse bien en la RFEF. Disparado por sus éxitos en la sub-17 (2010-2014) y sub-19 (2014-2015), no tuvo difícil coger el relevo de un Quereda que nunca más pisaría un banquillo. Pero no fue una llegada precisamente triunfal.
Vilda llevó a cabo una revolución difícil, cerrando la puerta de la selección a históricas como Vero Boquete, Natalia Pablos o Sonia Bermúdez, en una lista de 'ausencias' que fue creciendo para dar paso a una renovada nómina.
Era un proyecto a largo plazo y se vio en sus primeras citas internacionales, aunque por entonces empezaban a asomaban algunas luces, aún insuficientes, en línea con la explosión que empezaba a dar el fútbol femenino en España. En la Eurocopa de 2017 sólo los penaltis separaron al equipo de unas semifinales que hubieran resultado históricas y ya en el camino al Mundial 2019 se notó un cambio enorme, con una clasificación rotunda. Empezaba un nuevo tiempo de ilusión.
El 8 de junio, España hizo historia particular al ganar el primer partido en un Mundial, ante Sudáfrica. Valió el pase a octavos, pero en el camino se cruzó la todopoderosa EEUU. Un final previsible que no dañó la imagen de Vilda, por entonces ya bajo la protección de Luis Rubiales. Entre ambos se entabló una relación profesional y personal muy cercana que ha sido clave, especialmente en el último y convulso año de fútbol femenino.
Pasado lo peor de la pandemia, España sacó el billete al Mundial de 2023 haciendo de su grupo de clasificación casi un paseo. La 'nueva generación' liderada por Alexia Putellas permitía soñar con algo grande en la Eurocopa de 2021 (movida por el coronavirus al 2022) y más allá. Pero ese camino no podía ser fácil.
La selección se parte en dos: Vilda y 'las 15'
El gran escándalo ocurrió tras la Eurocopa de Inglaterra de 2021. Después de ver cómo las dos estrellas se lesionaban en la previa del torneo -primero Jenni Hermoso y luego Alexia Putellas a horas del debut- España dio la cara y cayó en cuartos, en la prórroga ante Inglaterra. Un resultado aceptable, dadas las circunstancias, que no calmó las aguas internas.
Poco después se conoció la rebelión interna de un grupo grande de jugadoras que querían 'cambios', sin precisar cuáles. La ruptura con Vilda ocurrió primeramente dentro del vestuario pero tardó poco en ver la luz, oficializada en una doble rueda de prensa a comienzos de septiembre que dio la vuelta al mundo. Primero Vilda, luego sus convocadas se cruzaron reproches e intenciones, sin terminar de hablar con claridad.
Días después, el conflicto subió de nivel con la renuncia de 15 jugadoras a volver a ir convocadas dada la situación. Aunque no pedían la 'cabeza' de Vilda expresamente, era sabido su enfrentamiento con el seleccionador. Muchas no volvieron, sólo 3 lo hicieron, además de Irene Paredes, Jenni Hermoso y Alexia Putellas, los tresp untales del equipo que no firmaron la 'carta de renuncia' y simplemente la compartieron como gesto de apoyo.
Campeón del mundo hace apenas tres semanas, Vilda consiguió levantar y reconstruir un equipo que había quedado prácticamente deshecho tras la renuncia de 'las 15' a volver a ser convocadas con él. Aunque su postulado no hacía referencia al técnico, internamente la voluntad de este grupo, el núcleo duro de 'La Roja', era no volver a una lista con Vilda al frente. De ellas sólo tres volverían a un equipo que, 11 meses después, acabó convirtiéndose en campeón del mundo.
"Dolido" muchas veces, Vilda ha vencido a las dudas y los problemas surgidos a su alrededor. En una entrevista con El HuffPost, el técnico madrileño confesaba que "esto es fútbol profesional, fútbol femenino del máximo nivel y no nos asusta esta presión". A la hora de competir y de tomar decisiones, como siempre mantuvo, sabedor de la "fuerza interna" que tenía.
La enésima reconstrucción y un Mundial 'imposible'
Jorge Vilda improvisó un nuevo equipo, con el respaldo total de Rubiales y la RFEF. Cambiando el bloque del Barcelona por el del Real Madrid llegaron pronto los resultados, como una histórica victoria a EEUU, la primera del ranking FIFA. Y de camino al Mundial se fueron acercando posturas con varias de esas 15. Volvieron tres, Mariona Caldentey, Ona Batlle y Aitana Bonmatí, a la postre la mejor jugadora del torneo y aspirante casi única a Balón de Oro.
El temporal quedaba 'suspendido' mientras rodase el balón en Australia. Pese al fiasco contra Japón en la fase de grupos, España fue avanzando. Cada conquista era histórica en un equipo no acostumbrado a avanzar en fases finales. Y así llegó la final. Y en ella el gol(azo) de Olga Carmona. Y el título. Y el beso que nunca tuvo que ocurrir. Rubiales no lo podía imaginar; Vilda aún menos, pero ese empezó a ser el final de ambos.
15 días después ha llegado una noticia que se daba por hecha. Recién proclamada campeona del mundo España se enfrenta a un renacer prácticamente inédito. Y Jorge Vilda, al suyo particular. Uno más.