Saúl Craviotto se queda solo en la cumbre del deporte español y se convierte en el único olímpico con seis medallas
El palista y policía corona, con la medalla de bronce del K4-500, un palmarés único en la historia del piragüismo y del deporte nacional tras 'desempatar' con el también piragüista David Cal.
Ya era leyenda, pero ahora lo es a un nivel jamás visto en el olimpismo español. Saúl Craviotto es, desde este jueves 8 de agosto, el deportista español con más medallas en los Juegos Olímpicos. Su sexta medalla le permite 'desempatar' con el también histórico piragüista gallego David Cal.
La 'sexta' que tanto ansiaba ha llegado con un bronce en la final del K4-500, ese bautizado como dream team que conforma con el abanderado Marcus Cooper, Rodrigo Germade y Carlos Arévalo. Mismo cuarteto que ya logro la plata en Tokio 2020. Se jugó a ganar, con una salida explosiva que permitió soñar, pero el mejor final de Alemania (oro) y Australia (plata), dejó a la piragua española con un bronce de un valor infinito.
Con su medalla en París 2024 y a sus 39 años, Craviotto cierra, previsiblemente, un camino olímpico que se inició en Pekín 2008. Cinco Juegos o "media vida" en la élite, como acostumbra a decir.
Desde aquella cita, el palista y policía ilerdense no ha dejado de 'morder' medalla sobre un kayak, alternando pruebas individuales, en dúo o en el más reciente cuarteto. Porque fuera de los Juegos acumula cuatro títulos mundiales, otros tantos europeos y decenas de medallas internacionales.
Pero el foco de todos, también de él mismo, nunca dejó de estar sobre la gran cita de cada cuatro años, esta vez tres por el aplazamiento de Tokio 2020. Su estreno olímpico llegó en Pekín, con un debut de oro en el K2-500 junto a Carlos Pérez Rial. Cuatro años más tarde de alzó con la plata en el K1-200 en Londres 2012. Volvería a coronarse campeón olímpico en Río 2016, en un K2-500 que compartió con Cristian Toro... pero aun le quedaron fueras para hacer doblete en tierras brasileñas, de donde se vino con un bronce en K1-200.
Al filo de los 35, Craviotto cambió el rumbo, adaptándose a su edad y una menor explosividad, pero también ante el constante cambio de distancias y disciplinad olímpicas del piragüismo. Antes de Tokio, se 'subió' a un K4-500 del que ya no se ha bajado en estos últimos años, formando siempre con sus inseparables Cooper, Germade y Arévalo.
"Casi mis hermanos, les veo más que a mí mujer", confesaba hace unos meses a El HuffPost, al filo de concluir "un ciclo maravilloso". Hasta "mágico", remarcaba. Un cliché que no lo es tanto cuando se profundiza en los lazos humanos de un equipo que se mueve siempre en comunión.
Hechos unos reajustes en las posiciones dentro de la piragua tras Tokio, esa misma unidad les ha llevado al ansiado podio olímpico en París 2024, tras pasar con absoluta solvencia los trámites de series, sin necesidad de pasar por los cuartos de final, y de semifinales.
"Los Ángeles 2028 se ven muy lejos, pero no puedo hablar de mi retirada", confesaba en la misma entrevista, emplazando a "la explosión de emociones" que habría en París. Esa explosión ha llegado en forma de metal y una rueda de celebraciones y actos que apenas acaba de comenzar.
El futuro está en sus manos, porque como decía su compañero de selección Paco Cubelos, "lo normal es que sea el deporte el que decide tu retirada cuando empiezas a perder nivel, pero Saúl y otros compañeros no dejan de sorprender año tras año". Hoy, 8 de agosto, ha vuelto a hacerlo para quedarse solo en la cima del deporte olímpico español.