Confesiones, miedos y "mucho que nos tragamos": el camino olímpico de cinco grandes preparadores
Seleccionadores, entrenadores de élite y reconocidos psicólogos deportivos detallan en El HuffPost cómo es su preparación y la gestión "secreta" de los malos momentos para afrontar los Juegos junto a sus deportistas.
Ahí están siempre, aunque no suela vérseles en el primer plano y haya que rebuscar imágenes hasta encontrarles. Detrás de cada medalla, de cada victoria; también de cada consuelo. Viven con la responsabilidad de cuidar al deportista, de mimarle, de formarle y de entenderle, con la presión de no dejarse dominar por las emociones. Pero ¿quién se encarga de cuidarles a ellos?
Bajo esa premisa, en El HuffPost hemos querido dar voz a seleccionadores, entrenadores de élite y psicólogos deportivos en su camino hacia los Juegos Olímpicos de París 2024. Entre los cinco protagonistas llevan a una quincena de competidores españoles de muy diversas disciplinas y de aún más diversos caracteres. Un reto profesional y humano del que rara vez hablan, ejerciendo de constante escudo de sus pupilos. Porque, como reza el célebre preparador de marcha atlética José Antonio Carrillo, "hay mucho que no se ve y nos tragamos; en eso reside también el talento de un entrenador".
Bajo su tutela los campeones del mundo Álvaro Martín y Miguel Ángel López comparten entrenamiento y vivencias, como ocurre con la práctica totalidad de los deportistas. Sea en el diván del psicólogo, la camilla del fisio, el tartán, el tatami o hasta la silla más simple enfrente del ordenador, no hay lugar que no sirva de 'confesionario' a un atleta necesitado de hablar. "Lo bueno hay que contarlo; lo malo también, para liberarse, que es necesario", reconocía recientemente Liliana Fernández Steiner a este medio. Pero para quienes están al otro lado, liberarse no es tan sencillo.
Las 'confesiones' del 'confesor'
"El apoyo lo necesitamos todos", cuenta una de las psicólogas deportivas más reconocidas, Lorena Cos. En su caso, explica, "trabajo con mi psicóloga, comparto experiencias con una red de colegas y grupos donde nos hacemos supervisión. Trabajando de manera colectiva y multidisciplinar somos mejores".
Su colega José Antonio Montero, otro destacado nombre de la profesión, continúa por una línea similar, sobre un "trabajo de equipo" que no siempre se conoce fuera del mundillo. Como responsable de un equipo grande, este psicólogo con décadas de carrera cuenta que "compartimos datos y opiniones en una reunión matinal, a modo de una segunda opinión para tratar problemáticas deportivas o personales de los deportistas".
Más allá de la consulta, a los entrenadores también les toca asumir un rol de escucha y comprensión para gestionar esas confidencias. "La mayoría de las veces lo trato conmigo mismo", explica Carrillo, que sabe bien lo que es "tragarse" alguna que otra decepción, sin dejar de ponderar el papel de su mujer, "que si me ve mosqueado porque no han salido las cosas intenta darme ánimos".
Viene de pasar más de un mes en el Pirineo, concentrado con sus atletas y el resto de la selección española de marcha, "una procesión que se lleva por dentro". No habla únicamente del mal cuerpo por un entrenamiento que no ha ido como querían. "Te hablo directamente de que si yo veo a mi atleta tosiendo me entran los males, pero él no te lo puede notar". Incide en esa cuestión, porque "hay mucho que no se ve en nuestra labor y yo digo que en eso reside también el talento de un entrenador, lo importante es que el atleta no se entere si tú no estás bien, no puedes transmitirle dudas", expone Carrillo.
"Es que el peor día de un deportista tiene que ser el mejor de un entrenador", aporta Luis Brasero, seleccionador nacional de piragüismo y entrenador de Francisco Cubelos. "Ese día malo tú tienes que sacarte de la chistera los recursos y sin mentir a tu deportista buscar el enfoque positivo de todo". Experiencia y conocimiento de la persona entrenada como claves, prosigue Brasero. "Tu memoria te permite decirle al deportista que lo que pasa hoy ya pasó hace años y se acabó superando haciendo tal o cual cosa. Esos recursos son reales, por eso digo lo de no mentir, y te permiten reaccionar a tiempo".
Sin embargo, asume como parte de la vida que hay días en los que no salen las cosas, "por lo que sea". Un problema familiar, de pareja... "Pues ese día se trata de estar con él y cuidarle, normalizando que todos tenemos días malos, tú, él, yo mismo... Obviamente no tenemos la respuesta para todo, pero sí debemos darle una respuesta que aporte seguridad, aunque internamente tú luego te cuestiones determinadas cosas"
Dar una seguridad sobre la que incide el entrenador de la selección masculina de taekwondo, Miguel Ángel Herranz. "Mi trabajo como entrenador en estos últimos momentos se centra sobre todo en hacerles ver que están a tope y que se sientan mentalmente enchufados". Añade como labor el 'normalizar' las dudas que puedan surgir. En su caso "las afrontamos juntos; yo trato de hablar mucho con ellos y enfocarnos en lo que no termine de salir, pero siempre con una normalidad de asumir que los Juegos son otra competición más en un calendario plagado de grandes eventos".
Quizás por eso mismo lo viva con una tranquilidad que resulta extraña a su entorno, como comenta entre risas al término de otro de esos entrenamientos. "Cuando mi mujer y yo vamos al bar de casa a echar un café siempre me dicen eso de 'estarás nervioso' y me da no sé qué decirles que no, pero la realidad es que no". "En mi mente está siempre que mis deportistas lo afronten como un campeonato más, más allá de la repercusión mediática, social y económica que tengamos", sentencia.
El peso invisible de la responsabilidad
No todos lo llevan como Miguel Ángel. José Antonio Carrillo no tiene problema en reconocer que "a veces pienso que me gustaría acostarme y levantarme al día siguiente de la competición, pero también sé que estamos haciendo las cosas bien y en el camino correcto", responde a caballo entre la broma y el convencimiento más absoluto.
"Piensas que son 40 años y dices 'ya va siendo hora', pero luego te viene gente por detrás animándote a seguir, familias y jóvenes atletas pidiéndote ir con ellos... Y sinceramente son mis séptimos Juegos, pero tengo sueños por cumplir aún". "Llevo varios Mundiales, varios Europeos pero luego un cuarto y dos quintos en Juegos... la medalla es ese gran sueño y ya dicen que el hombre que no sueña envejece", concluye, sin saber dar respuesta a qué pasaría si en París cumple esa última gran ilusión.
En un receso entre sesiones, José Antonio Montero aprovecha para hacer su particular 'liberación' al hablar de la presión. "Al principio sí llevaba mal ese caudal de emociones, me lo acababa llevando todo a casa y pesaba, pero fruto de la experiencia he ido aprendiendo". Un relato similar al de Lorena Cos, que suma un ingrediente 'fundamental' y no siempre valorado en el día a día del preparador.
"Más allá de la formación constante, que también sirve de apoyo, los psicólogos debemos concienciarnos de la necesidad de desarrollar hábitos saludables, que a veces olvidamos que son importantes para sentirnos bien". Cosas tan sencillas y la vez tan necesarias como "un poco de ejercicio, una dieta sana o una gestión de tus horarios" que le permita no vivir pegada 24 horas al teléfono.
También sabe lo que es gestionar problemas y horarios Luis Brasero tras década y media como parte de la selección, experiencia a la que se agarra. "Ya te digo yo que nuestros malos momentos no dan para tanto a nivel personal. Yo ya llevo 15 años con la selección y los malos momentos no me dejan un residuo emocional negativo", asume con naturalidad. "En un 99,99% de los casos pienso que tengo la solución en el momento; en el pequeño porcentaje restante la clave es hablarlo con el deportista y tratar de buscar una solución en el corto plazo, no dejarlo más allá de 24-48 horas".
Prosigue el seleccionador de piragüismo que si bien "quizás el deportista no pueda desconectar porque vive en el deporte el 100%, un entrenador sí puede llegar a desconectar". Hace una pausa. "También es verdad que eso te lo digo ahora que ya tengo callo; en mis primeros años yo estaba con mi mujer, con mis amigos, y mi cabeza estaba pensando en la piragua, en ese mal día. Ahora no", asevera.
El trabajo a las puertas de unos Juegos
El calendario aparece entre motivador y amenazante, con la cuenta atrás hasta el 'día d'. Una épica de la que huyen los preparadores, que simplemente hablan de rutinas. Desde un punto de vista psicológico, Montero establece fases temporales. "A dos meses, por ejemplo, se trabaja mucho el estrés porque hay deportes como vela o tiro que no acostumbran al foco mediático y les puede pesar; en las últimas dos/tres semanas lo que se trabaja es la autoconfianza del deportista", detalla.
Para Cos "lo importante es el trabajo de todo el año, por lo que ahora toca dar soporte y mantener un foco", objetivos que se trabajan "con una lista de prioridades semana a semana". En esa gestión es fundamental el contacto con el equipo del deportista, continúa explicando, citando su modo de trabajo, que busca "trabajar en equipo con el entrenador, aunque esto también depende del tipo de psicólogo que seas".
"No me gusta —continúa la preparadora— que se piense que hablar con el psicólogo lo arregla todo ya, es algo que tienen que asumir todas las partes, sociedad, psicólogos y deportistas". Por ello, no es amiga de obligar a un contacto sí o sí en los días clave. "En unos Juegos más que forzar una sesión es preferible tener un contacto natural", con recursos como "guías de relajación, resumenes de pautas a seguir o audios específicos" que entrega a sus olímpicos a modo de materiales de apoyo y fácil consulta.
Con la misma naturalidad con la que rehuía la presión, Herranz detalla la normalidad de los últimos entrenamientos en el tatami. "Hay una creencia de que en estos momentos toca hacer algo nuevo, pero no, los Juegos no son más que la culminación del ciclo que hemos llevado hasta aquí y debemos hacerles ver que el primer trabajo fue clasificar; a partir de ahí intento convencerles de afrontarlo sin mucho 'drama', porque los rivales son los de casi siempre", razona el mentor de Adrián Vicente y Javier Pérez Polo en París.
La llamada coge a Luis Brasero recién llegado de una concentración con la selección en el "idílico" centro habilitado en el Alentejo (Portugal) y habitual parada del equipo español. Allí, junto a Paco Cubelos, han hecho un trabajo específico, aprovechando lo 'rutinario' del calendario del piragüismo. "Nuestras fórmulas de trabajo se ensayan y repiten 2-3 veces por ciclo, que dura entre 10 y 14 semanas, con estímulos repetidos: primero lo sacas en un nacional, luego en un evento internacional y finalmente en un gran campeonato como Mundial o Juegos". Una rutina que no cambia pese a lo llamativo del objetivo final.
El idioma del deportista
Cuando manejas un grupo de 52 deportistas, una quincena de ellos con opciones olímpicas, estás obligado a ser capaz de hablar muchos idiomas. El del tiro, el de la vela, el del atletismo.... En resumen, el idioma del deportista, un reto clave para todo preparador y sobre el que se detiene José Antonio Montero.
Este piscólogo tendrá a cinco de los suyos en París, de modalidades bien diferenciadas. Un desafío que no niega, porque "me exige primero conocer bien el deporte para entender bien al deportista". Aunque practica varias disciplinas en su tiempo libre, "obviamente no hago de todo", así que busca sus mañas para conocer ese 'lenguaje específico', por ejemplo, "siempre me pongo en contacto con técnicos de esa disciplina y miembros de su federación para formarme al máximo".
"Históricamente se ha malinterpretado el rol del psicólogo y necesitamos conocer los códigos de cada deporte. Gran parte del éxito depende de que hablemos el mismo idioma", que muchas veces trasciende a la modalidad en concreto, prosigue. Tirando de memoria, Montero señala que "las herramientas de un deportista terminan siendo más útiles en otros deportes que a priori no encajarían, que en un compañero de disciplina".
"Evidentemente no necesitas ser un gran deportista para ser psicologo deportivo, pero para trabajar con los deportistas sí necesitas hablar ese idioma", complementa Lorena Cos. Pese a practicar y controlar numerosas modalidades, no le pesa confesar que "hay disciplinas que he preferido descartar porque no llego a dominar todo, su reglamentación, sus fundamentos...".
A ambos les unen años de experiencia y de gestión de una agenda en la que se solapan competiciones. París no será diferente y en ello llevan tiempo trabajando. El whatsapp de Cos y Montero no parará estos días, pendientes de los resultados de sus atletas y de sus entornos para estar en contacto, "aunque en ocasiones es imposible seguir el resultado en directo", asumen a la par. No obstante, matiza Lorena Cos, no es tan preocupante la coincidencia de horarios, ya que "no todos los deportistas necesitan lo mismo ni en el mismo momento". En cambio sí es necesario estar preparados "para amortiguar los problemas si al deportista le surgen temores de última hora".
Ese "idioma común" se tiene que hablar también en la pista. "Yo trato de hablar mucho con mis deportistas; actualmente ni Javier ni Adrián trabajan con psicólogos, pero no es algo que a mí me obsesione. Esos malos momentos los afrontamos entre nosotros, tratando de enfocarnos en aquello que no acaba de salir", comenta Miguel Ángel Herranz.
"Mentirle nunca, comprenderle siempre", sentencia a modo de conclusión Luis Brasero, sabedor de que no basta con hablar el idioma del deporte, sino el de la persona.