Si seguimos mirando para otro lado, nadie alzará la voz contra la tiranía

Si seguimos mirando para otro lado, nadie alzará la voz contra la tiranía

La violencia contra los periodistas trata de acallar las voces de la prensa libre. Y será nuestra culpa si los que nos preocupamos por la libertad de expresión no nos unimos para contrarrestar las fuerzas que intentan boicotear el periodismo que se atreve a confrontar la injusticia, a alumbrar los recovecos más oscuros de la condición humana en los puntos más peligrosos del mundo.

En 2025 habrá más silencio frente a la tiranía y ese silencio colectivo será culpa nuestra.

Asistiremos a más asesinatos -como la decapitación en público del periodista estadounidense James Foley-, a la detención de más mensajeros -como el reportero del Washington Post Jason Rezaian, encarcelado en Teherán por unas acusaciones falsas, simplemente por contar la historia de un Irán en pleno cambio- y a más ataques terribles como el de Charlie Hebdo en París.

Esta oscura visión de futuro será por nuestra culpa si permitimos que se ignoren una década más los ataques contra el periodismo en todo el mundo, si seguimos mirando para otro lado y olvidamos que el asesinato del mensajero degrada la democracia y amenaza una sociedad abierta y libre.

Será culpa nuestra si no alzamos la voz contra las amenazas, las detenciones y los asesinatos de periodistas por hacer su trabajo mostrando la injusticia y cuestionando la autoridad. Y todos sufriremos. No sólo los periodistas como Foley, que era mi amigo y compañero, sino todos y cada uno de los que queremos saber lo que pasa en el mundo, que confiamos en que los ojos sobre el terreno sirvan de testigos de las grandes historias: terrorismo, corrupción en el Gobierno, desigualdad salarial, trata de personas y desequilibrio entre la privacidad y el derecho de conocimiento del público en la era digital.

En la actualidad, el peligro al que se enfrentan los periodistas en todo el mundo, ya sea a manos de extremistas islámicos, de estados y gobiernos policiales y de empresas que buscan controlar el flujo libre de información, ha alcanzado niveles históricos.

El año pasado, 61 periodistas fueron asesinados. Desde 1991, cuando el Instituto Internacional de Prensa (IPI) empezó a registrarlos, han sido asesinados 2.100 periodistas mientras hacían su trabajo. Tanto el IPI como el Comité para la Protección de Periodistas confirman que en los tres últimos años se han alcanzado niveles sin precedentes de violencia contra los periodistas, sobre todo contra periodistas locales. Con demasiada frecuencia, estos ataques permanecen impunes, ya que más del 90% de los casos de asesinatos de periodistas en el mundo queda sin resolver.

Esta violencia intimidará a los periodistas y acallará las voces necesarias para que haya una prensa libre y dinámica. Si se enmudecen las voces que pueden hablar contra la tiranía, será por nuestra culpa. Tendremos la culpa si los que nos preocupamos por la libertad de expresión no nos unimos para contrarrestar las fuerzas que intentan boicotear el periodismo que se atreve a confrontar la injusticia, a alumbrar los recovecos más oscuros de la condición humana en los puntos más peligrosos del mundo.

Existen diferentes iniciativas en marcha que necesitan apoyo para replicar el ataque contra el periodismo. Una de ellas es "A Call for Global Safety Standards and Practices" o, como se suele conocer, "The Call" [La llamada]. Este proyecto ha reunido a 70 organizaciones de medios y grupos de defensa, entre ellos la BBC, AP, Reuters, The Guardian, GlobalPost, The GroundTruth Project, IPI, CPJ y muchos más para reconocer la necesidad de una nueva cultura de seguridad para los corresponsales en el terreno, especialmente los freelance.

También se necesita un cambio en la legislación internacional para que el asesinato o el secuestro de un periodista se considere crimen de guerra, una idea que escuché por primera vez de boca del presidente de AP, Gary Pruitt. El año pasado fue particularmente trágico para la agencia de noticias Associated Press, ya que cuatro de sus trabajadores murieron en el terreno, entre ellos Anja Niedringhaus, a la que un afgano vestido de policía disparó a quemarropa mientras cubría las elecciones.

Pruitt defendió este argumento en el Hong Kong Foreign Correspondents Club con estas palabras: "No nos necesitan. No nos quieren. Quieren contar su historia a su manera desde el principio hasta el final sin nada entre medias; y un periodista es un filtro crítico en potencia que quieren evitar".

"En cambio, el mundo en su amplitud nos necesita. Nos necesita para obtener los hechos reales o la historia completa. No sólo la parte que ellos nos quieren contar", añadió.

Por su parte, la UNESCO ha propuesto unir directamente la libertad de expresión a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, así como priorizar el fomento y la protección de una prensa libre.

El jefe de Relaciones Exteriores de la UNESCO, George Papagiannis, afirmó: "La era digital plantea enormes retos para aquellos que nos preocupamos por la libertad de expresión".

Cuando explicaba que la era digital presenta grandes esperanzas y oportunidades para una nueva era del periodismo y una expansión histórica de voces a través del periodismo ciudadano, Pappagiannis se apresuró a añadir: "Al mismo tiempo, ha aumentado la censura y un esfuerzo sin precedentes por bloquear a los periodistas. Se les intimida, se les asesina y se intenta silenciarlos".

En los próximos 10 años, nos queda mucho trabajo por hacer para garantizar el progreso de una prensa libre. Todos los que creemos en la libertad de expresión y en la idea de que constituye la piedra angular para la democracia y para un gobierno abierto e inclusivo tenemos que estar atentos y evitar ese silencio generalizado y la oscuridad que lo acompaña.

Este post es parte de una serie que conmemora el décimo aniversario de 'The Huffington Post' a través de opiniones de expertos que se imaginan qué ocurrirá en sus respectivos campos en la próxima década. Para ver todos los artículos de esta serie, pincha aquí.

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Charles M. Sennott es Director Ejecutivo de The GroundTruth Project, que da inspiración y apoyo a la próxima generación de corresponsales internacionales. También es cofundador del GlobalPost.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano