Los retos de la nueva ejecutiva del PSOE
La ejecutiva tiene hacer llegar de forma urgente a los ciudadanos un nuevo programa electoral, tarea nada fácil teniendo en cuenta que los ciudadanos tienen puestas unas orejeras que no les permiten escuchar lo que se dice desde los partidos mayoritarios.
Hace días que terminó el congreso del PSOE donde fue ratificado como secretario general Pedro Sánchez y se eligió la nueva ejecutiva. Sobre la composición de esta se hacen muchas valoraciones, incluso hay personas que cambiarían la valoración y harían la contraria si en vez de ser Pedro Sánchez el secretario general fuera otra persona. Somos humanos y cada uno tenemos nuestras preferencias.
La ejecutiva cumple dos condiciones que me parecen imprescindibles para la época que le toca vivir al PSOE. Tiene en componente territorial que le permite afrontar con fortaleza y estabilidad la etapa en la que está inmersa la organización, que debe garantizar que los cambios se produzcan en toda la estructura y llevar al partido a la victoria electoral en las elecciones municipales, autonómicas y generales.
Cuenta con muchas caras nuevas de reconocida valía que va a permitir el impulso necesario y el planteamiento de nuevas ideas y formas que necesita el PSOE para volver a conectar con la sociedad, y con otras más conocidas para el gran público. Es una buena mezcla de veteranía y juventud, de experiencia y novedad, todo buen plato culinario es una mezcla de ingredientes que le dan características distintas. Viendo la ejecutiva se comprueba que Pedro Sánchez ha utilizado una buena receta y los mejores ingredientes.
La ejecutiva tiene que cumplir determinados retos de forma urgente e inapelable: poner en marcha mecanismos de escucha permanente de la sociedad, hacer sentir a todos los simpatizantes una parte importante de la organización aprovechando al máximo su talento, ampliar de forma considerable la militancia, y que esta tenga una actitud activa. Hacer llegar a los ciudadanos un nuevo programa electoral, tarea nada fácil teniendo en cuenta que los ciudadanos tienen puestas unas orejeras que no les permiten escuchar lo que se dice desde los partidos mayoritarios. Por ello la nueva ejecutiva debe conseguir que las orejeras desaparezcan poco a poco, a través de escucha permanente, cambio de actitud, acercamiento a los ciudadanos, nuevas formas de hacer política, compromisos claros del cumplimiento de las promesas, etc.
Son tiempos nuevos que necesitan de políticas nuevas. El PSOE ya ha empezado a ponerlas en marcha -primero con una nueva forma de elección de los líderes del partido-, pero debe continuarlas con nuevas formas en las actividades que realiza, en las actitudes ante los militantes y los ciudadanos, en los planteamientos políticos,... El PSOE debe hacer su particular revolución pero permitiendo que sea reconocible ante sus votantes tradicionales.
Esta ejecutiva cuenta con un gran secretario general. Ahora empieza el tiempo donde tendrá que demostrar su liderazgo, algo que no dudo que hará. Tendrá que hacerse con las riendas de un partido muy diverso, con distintas formas de entender la política, un partido con más de 135 años de historia, con muchos años de gobierno y con militantes que han ocupado altas cotas de responsabilidad internacional, nacional, regional y local.
A los que me conocen y me han oído hablar de Pedro Sánchez, saben que vaticiné, como muchos otros, que ganaría las primarias y así lo ha hecho. Contaba con todas las características y el perfil para conseguirlo, el que estaban buscando muchos militantes y ciudadanos: una cara nueva, con buena imagen, con buen discurso, con ideas propias, con trabajo fuera de la política, un ciudadano de a pie. Hoy puedo decir sin riesgo a equivocarme que ganará las próximas elecciones generales y se convertirá en nuevo presidente del Gobierno de España. Hasta que llegue ese momento tendrá que sortear muchos obstáculos que aparecerán en su camino. Ahí tiene que estar su nueva ejecutiva y sus colaboradores cercanos, para ayudarle a saltarlos y conseguir que llegue al final del camino que termina en La Moncloa.