Ganas de votar con ganas
Los socialistas decimos y hacemos. Por eso hemos celebrado esta misma semana el éxito de la jornada de elecciones primarias que vivimos el domingo. De un censo convocado de 39.098 personas -militantes y no militantes- han votado 30.619, el 73%. Es algo más que un grano de arena. Contribuimos a cambiar la política desde abajo, votando, participando, moviéndonos. Con una edad media de 44 años, el 84% de los candidatos y candidatas elegidos el pasado domingo son nuevos.
"Nada me gustaría más que querer votaros", me escribían hace un par de semanas. Quien esto decía confesaba así dos sentimientos aparentemente contradictorios, dos ideas contrapuestas, como son el desánimo latente que encierra su "nada me gustaría más" y las ganas de vencerlo que se traslucen en la expresión "querer votaros".
Por respeto, preferí no indagar más. No sé si este mensaje aludía a su deseo de votar al PSOE en particular o se refería en general al mero hecho de votar. Tampoco importa demasiado a la hora de traerlo a esta página. El estupor y la confusión que me trasladaba no es exclusivo ni excepcional. Basta consultar las tablas del CIS para comprobarlo. En enero de 2012 uno de cada dos españoles (53%) pensaba que la situación política de España era mala, mientras que ahora lo piensan ocho de cada diez. Este malestar es aún más gráfico si tenemos en cuenta el menguante porcentaje de personas que considera que la situación política es buena: apenas constituye el 2%.
Se escribe a diario tanto y en tantas plataformas y formatos sobre el desafecto político y el desencanto ciudadano que esta realidad ha terminado por imponerse casi como un género. Como en todo fenómeno social, hay un profundo mar de fondo que lo sostiene y una espuma -siempre más visible- que lo refleja en tribunas y altavoces, como saben muy bien los programadores de televisión.
Llegado a este punto, habrá quien espere que solemnice aquí una solución al problema. Lamento decepcionar a quienes buscan la fórmula mágica: no existe. Y desconfíen de quien les digan lo contrario. Porque una de dos, o es un inconsciente, o trata de engañarles. No hay otro camino que el trabajo de todos los días -los hay mejores y peores-, y la credibilidad del que predica y da trigo. Por eso es importante dotar de contenido real a los cambios que necesita la política. Unos los reclaman con la boca pequeña del miedo y otros con el altavoz del pregonero que sabe que su producto se vende aunque no funcione del todo. Los socialistas, por el contrario, decimos y hacemos. Por eso hemos celebrado esta misma semana el éxito de la jornada de elecciones primarias que vivimos el domingo. De un censo convocado de 39.098 personas -militantes y no militantes- han votado 30.619, el 73%. Es algo más que un grano de arena. Contribuimos a cambiar la política desde abajo, votando, participando, moviéndonos. Con una edad media de 44 años, el 84% de los candidatos y candidatas elegidos el pasado domingo son nuevos.
Eso es también renovación. Las primarias, que son una buena fórmula para legitimar la política, son, sobre todo, una forma inmejorable de atraer a los ciudadanos a la política, ahora que necesita con urgencia transformación, renovación y cambios.