Vientos de cambios en la universidad norteamericana

Vientos de cambios en la universidad norteamericana

Hace tiempo que se vive un ambiente diferente en el sistema universitario norteamericano. Cada vez salen menos plazas de titulares y se tiende a contratar a profesores visitantes, no titulares, lecturers, clinical (es decir, venidos del mundo professional) y una multitud de categorías para evitar los puestos más estables.

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Para un ciudadano europeo, el americano vive en una situación de riesgo permanente. Estados Unidos es un buen país si uno ha tenido una buena educación y ha tenido suerte con sus genes para gozar de buena salud.

En caso contrario, se enfrentará a una vida complicada de trabajo en trabajo y lugar en lugar, pluriempleado y siempre con la espada de Damocles respecto al seguro médico (un tema que la reforma de Obama no acaba de resolver).

Los norteamericanos están más acostumbrados al riesgo que nosotros, a fracasar y a renacer de las cenizas si hace falta. Viendo las cosas con algo de perspectiva, no les ha ido nada mal después de todo.

Uno de los pocos reductos que quedan a salvo en esta cultura del riesgo es la universidad. Sigue siendo uno de los pocos ámbitos en los que hay bastante gente que tiene trabajos para toda o casi toda la vida. Es el caso de los profesores que han obtenido su tenure, es decir, la titularidad de su plaza. Una vez obtenido este estatus, no es que puedan echarse a dormir, pero su trabajo es bastante seguro. También es seguro el empleo de muchos de los trabajadores de las universidades públicas cuyos puestos de trabajo están protegidos por los sindicatos.

No es en realidad, pese a la sorpresa que pueda suponer para muchos, una situación demasiado diferente a la española.

Por eso llama la atención la propuesta aprobada a discusión en el estado de Wisconsin para poder eliminar la titularidad de los profesores de la universidad pública en los casos en los que la búsqueda del equilibrio presupuestario lo haga necesario. Y eso que estamos hablando, entre otros centros estatales, de la Universidad de Wisconsin, considerada una de las universidades públicas mejores del mundo y que ciertamente pone a este estado en el mapa.

Próximamente se decidirá si se lleva a efecto, pero hay visos de que sea posible. De hecho, los profesores titulares de otros estados en los que el equilibrio presupuestario está permanentemente puesto en entredicho han puesto las barbas a remojar.

Una decisión de tal calado sentaría un precedente importante en otros estados en los que no resulta impopular reducir los presupuestos en educación, ya que se percibe que los profesores universitarios titulares viven demasiado bien para lo que hacen.

La verdad es que hace tiempo que se vive un ambiente diferente en el sistema universitario norteamericano. Cada vez salen menos plazas tenure y se tiende a contratar a profesores visitantes, no titulares, lecturers, clinical (es decir, venidos del mundo professional) y una multitud de categorías para evitar la dichosa palabra.

Tanto es así que no pocos académicos de este país buscan horizontes en otras zonas del mundo, como las universidades que proliferan en los Emiratos, Singapur, Corea del Norte o países de enriquecimiento reciente como Kazajistán.

Pese a todo, sigue existiendo una masa crítica suficiente de universidades en Estados Unidos que pagan salarios altos a los mejores académicos del mundo, y es lo que mantiene alto el pabellón norteamericano.

Pero la tendencia puede haber empezado a cambiar. Sobre todo, porque es el estatus tenure y de gobierno compartido de las universidades el que garantiza la libertad académica y que las opiniones de los profesores sean producto del libre pensamiento y no de los caprichos de la administración. Si esto empieza a peligrar, atraer talento será más difícil.

Si ese es el modelo al que se encamina la universidad norteamericana, a uno se le hará cada vez más difícil elegir entre la flexibilidad precaria de un sistema que sigue siendo el más dinámico del mundo y el inmovilismo profundo a la española.

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