El Ranking ISSUE de las universidades españolas: Amanece que no es poco
El presidente del CSIC parece haber hallado en penalizar a sus investigadores más productivos el remedio ante el cataclismo que anuncia como inminente para el buque insignia de la ciencia española. Pero también hay buenas noticias: a pesar de que nuestras universidades se encuentran lejos de los puestos de liderazgo internacional, los buenos ejemplos de las universidades Pompeu i Fabra y de las Islas Baleares indican que en cuanto a intensidad investigadora, en nuestras universidades amanece, que no es poco.
Se hace difícil encontrar alguna razón estos días para el optimismo y lo fácil sería comentar las abundantes malas noticias, las que afectan a nuestros intachables gobernantes o las que se refieren a la descomposición de la ciencia española.
El presidente del CSIC parece haber hallado en penalizar a sus investigadores más productivos el remedio ante el cataclismo que anuncia como inminente para el buque insignia de la ciencia española.
Ante la difícil situación que atraviesa el CSIC, su presidente recuerda a sus investigadores que es él el responsable de la ejecución del presupuesto de esta agencia para incautarse de los ahorros provenientes de recursos externos que los grupos más competitivos mantienen, a la vez que impone restricciones para el acceso al resto de recursos para la investigación conseguidos en convocatorias competitivas externas.
Con decisiones como las adoptadas, el cataclismo que augura el presidente del CSIC lleva camino de convertirse en una profecía autocumplida, hundiendo al buque insignia a base de topedearlo bajo su línea de flotación. Parecería que la estrategia más efectiva para hacer frente al déficit de recursos propios, los que se le asignan en los presupuestos del Estado, debiera ser reforzar su capacidad de captar fondos externos. Las medidas adoptadas precisamente penalizan a los grupos que han sido más efectivos en conseguir financiación externa, retirando los ahorros provenientes de recursos captados externamente con los que han ido manteniendo su personal, su investigación, y las inversiones necesarias para conseguir nuevos proyectos.
Si pudiésemos resumir la situación del CSIC en una imagen, ésta sería la del cuadro de Goya El Dios Saturno Devorando a sus Hijos.
Quizás en la búsqueda de buenas noticias podríamos conformarnos con el Amanece que no es poco de la película surrealista de José Luis Cuerda.
Sin embargo, hay -en medio del ruido- una noticia que me gustaría destacar, que es la publicación del Ranking ISSUE de las universidades españolas por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA. Este ranking viene a suplir un déficit en la evaluación de nuestras universidades, que debería servir como guía para que nuestros jóvenes elijan las universidades en la que quieren realizar sus estudios.
Los rankings internacionales más utilizados, como el de Shangai, no eran particularmente útiles, ya que ninguna universidad española aparecía entre las 200 primeras del mundo y la mayor parte aparecía de forma agregada por detrás de las 500 mejores. De hecho el nuevo ranking es consistente con la posición que nuestras universidades obtendrían según los criterios del ranking de Shangai.
Como investigador, me he alegro de que el Ranking ISSUE incluya un ranking centrado en la intensidad de investigación. En el primer puesto de este ranking de intensidad de investigación (ISSUE-P de investigación) encontramos a la Universidad Pompeu Fabra.
Es un resultado esperable, porque muchos investigadores de esta universidad destacan en foros internacionales y en sus resultados en los sistemas europeos más competitivos, como los programas del European Research Council para financiar la investigador de excelencia.
El buen resultado de la Universidad Pomeu i Fabra se centra en que al haberse fundando recientemente, en 1990, se libró del pecado original de asimilación masiva de personal docente (los PNNes) durante la transición que hipotecó la capacidad de incorporar a los mejores investigadores a nuestras universidades durante décadas.
La Universidad Pomeu i Fabra decidió, además, focalizar su actividad en algunas pocas áreas, en las que ha conseguido un elevado nivel.
Buena parte del éxito de la Pompeu i Fabra corresponde a la visión del actual conseller de Economía y profesor de Economía en esta Universidad, Andreu Mas-Colell, a quien encontramos tras muchas de las actuaciones que han impulsado la I+D en Cataluña en las últimas dos décadas, como la creación del programa ICREA.
En el segundo lugar del ranking de intensidad de investigación encontramos a la Universitat de les illes Baleares (UIB).
Quizás esta posición sorprenda a algunos, pero no a mí, ya que hace ya 14 años que trabajo en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, instituto mixto de investigación de la UIB y el CSIC.
La UIB es una universidad pequeña y también reciente, ya que se creó en 1978. La UIB se ha desarrollado en un entorno difícil, porque la comunidad autónoma de las Islas Baleares es la que menos dedica a I+D de todo el estado mientras que su elevado PIB por cápita la excluyó durante años del acceso a fondos de desarrollo europeo para la I+D. Finalmente, la insularidad genera condicionantes importantes para el desarrollo de la UIB.
A pesar de estas dificultades, el puesto destacado de la UIB en el ranking de intensidad de investigación se explica por un esfuerzo importante de los rectores, entre quienes quiero destacar por su liderazgo y visión a la recientemente fallecida Montserrat Casas, por promover la investigación en la UIB como eje central del desarrollo de la institución. Además, la UIB resistió presiones para que se convirtiera en una universidad-orquesta, renunciando a abrir algunas licenciaturas demandadas por los políticos locales, como la de Medicina, y optando por apoyar la investigación biomédica de calidad en vez de formar licenciados en medicina. Focalizar la investigación en unas pocas áreas, entras las que destacan Física, Química y las Ciencias Ambientales en la UIB, ha sido una estrategia de éxito.
Recomiendo a los estudiantes que están considerando en qué universidad seguir sus estudios de postgrado que consulten el índice ISSUE-P de intensidad de investigación para encaminarse hacia las universidades capaces de ofrecerles una mejor formación como investigadores.
Me quedo pues con la buena noticia de ver el esfuerzo de la UIB, desde la modestia y el reconocimiento de las propias limitaciones, recompensado con su justo reconocimiento como la segunda mejor universidad española por intensidad de investigación.
A pesar de que nuestras universidades se encuentran lejos de los puestos de liderazgo internacional, los buenos ejemplos de las universidades Pompeu i Fabra y de las Islas Baleares indican que en cuanto a intensidad investigadora, en nuestras universidades amanece, que no es poco.