Ojalá Tsipras no haga más un 'Tsipras'
Imagino que Tsipras sabe que esta vez ya no caben trucos ni artimañas. En verano ya casi cubrió el cupo de los regates con su famoso referéndum. Cupo colmado en septiembre con unas elecciones anticipadas, convocadas única y exclusivamente para librarse de sus parlamentarios ultraizquierdistas.
Los griegos han elegido bien al respaldar a Alexis Tsipras como nuevo primer ministro, pues lo lógico es que quien firmó el tercer rescate económico del país sea quien lo aplique en los plazos establecidos de la A a la Z, incluyendo las medidas más duras y las más suaves.
En realidad, la decisión del electorado debería ser un motivo de tranquilidad para la Unión Europea y los mercados financieros, porque Nueva Democracia al frente del Gobierno de Atenas hubiera tenido que aplicar el nuevo rescate teniendo enfrente a Syriza, tanto en el Parlamento como en la calle, lo que hubiera complicado mucho las cosas: a nadie se le escapa que Tsipras hubiera sufrido un repentino ataque de amnesia y no recordaría que es su firma la que figura al pie del nuevo plan de ajuste.
De ahí que las reacciones de Schulz, Hollande y otros responsables europeos hayan ido en la dirección de felicitar al ganador en la confianza de que aplicará lo pactado.
Imagino que Tsipras sabe que esta vez ya no caben trucos ni artimañas. En verano ya casi cubrió el cupo de los regates con su famoso referéndum. Cupo colmado en septiembre con unas elecciones anticipadas, convocadas única y exclusivamente para librarse de sus parlamentarios ultraizquierdistas, que tanto le amaron, que luego tantos quebraderos de cabeza le dieron en verano y que terminaron formando un partido que se ha quedado sin escaños. Si me piden mi opinión, casi da la impresión de que los comicios anticipados eran una medida más del tercer rescate pactado con los acreedores internacionales.
Solo cabe un pero a la victoria de Tsipras: que se empeñe en seguir gobernando con la derecha nacionalista, con la que suma únicamente tres diputados por encima de la mayoría absoluta. ¿Qué ocurrirá si se le plantan de nuevo algunos de sus electos o de de los de su socio Kamenos? Sí, claro, ya lo sabemos: que los partidos preeuropeos, desde Nueva Democracia al PASOK, volverán a sacarle del apuro votando a favor de la implementación de las medidas del tercer rescate. Para evitarlo, ¿no hubiera sido mejor formar un gobierno de coalición con el PASOK y/o los centristas de To Potami, lo que le hubiera situado decenas de diputados por encima de los 151?
Por cierto, muy buena noticia que la izquierda no socialista fuera de Syriza haya vuelto al parlamento en coalición con el PASOK, porque ella sí que puede reclamarse heredera de eurocomunismo griego, firmemente europeísta y profundamente responsable en los peores momentos del país en estos últimos años, esfuerzo que pagaron al precio de quedarse fuera del parlamento en las elecciones de enero pasado.
Eso sí, Tsipras debe saber que respecto a los acreedores ya no tiene margen de maniobra y que cualquier intento de distorsionar la realidad -lo que podríamos llamar hacer un Tsipras- va a estrellarse con la cruda realidad de la salida de Grecia del euro y el hundimiento económico. Bastante daño ha hecho ya a lo largo de 2015 para terminar firmando un recate más duro aún del que se le ofrecía previamente. No debería volver a jugar con la buena voluntad de una Europa que va a prestar a Grecia la friolera de 86.000 millones de euros.
Así que esperemos que Tsipras deje de hacer Tsipras (como los de junio y el referéndum del 5 de julio) y siga siendo el Tsipras del 13 de julio. De lo contrario, lo pagarán sus ciudadanos, empezando por los que le han dado no una segunda oportunidad, sino en ese caso, probablemente, la última.