Necesitamos Orgullo
Casi nunca me acuerdo de ella, pero estos días me cuesta quitarme de la cabeza a Ana Botella. Se ha empeñado, -¿por qué ese empeño?- poco a poco, cada año con una vueltita más de tuerca, este año la vuelta ha sido enorme, se ha empeñado en asfixiar el Orgullo. Con su crescendo ciego en sanciones.
Alguna vez me he acordado de él. Fue al final de la Manifestación del Orgullo 2013, en el puro centro de la Puerta de Alcalá, entre luces, voces, música, alegría, entre reivindicación y adrenalina. Estábamos en el escenario, el micrófono en la mano, en el acto de fin de manifestación, leído el manifiesto y trasladado el sentido y el lema del Orgullo 2013: Jóvenes sin armarios.
En estos meses alguna vez me he acordado de él, pero en estos días no me lo he podido quitar de la cabeza: se acercó a mí y me abrazó. Se abrazó a mí y se echó a llorar. Le miré, me miró entre hipos y entre hipos me dijo que era feliz, que acababa de llamar a su madre para decirle, llorando, que era gay, "mamá, soy gay", y que la madre se había echado a llorar en un teléfono lejano, a muchos kilómetros de la Puerta de Alcalá, al recibir la llamada de un hijo casi adolescente -debía tener 18 años, no muchos más- que le decía lo que ella sabía pero que él hoy, empoderado y sabiéndose asumir, sabiéndose querer por fin, era capaz de trasladarle.
"Soy feliz porque le he dicho a mi madre lo que soy, le he explicado cómo soy, lo que ella tiene derecho a saber y yo necesitaba decirle y hasta hoy, hasta ahora, no he podido asumirlo, no he sido capaz de compartirlo con ella". El Orgullo como instrumento de empoderamiento, Jóvenes sin armarios.
Casi nunca me acuerdo de ella, pero estos días me cuesta quitármela de la cabeza. Se ha empeñado, -¿por qué ese empeño?- poco a poco, cada año con una vueltita más de tuerca, este año la vuelta ha sido enorme, se ha empeñado en asfixiar el Orgullo. Con sus sanciones, con su crescendo ciego en sanciones al Orgullo de Madrid, está poniendo en riesgo lo que tantos años ha costado conseguir.
Cada año, en la conmemoración del Orgullo, alrededor de la Manifestación y encontrando en ella su razón de ser, las celebraciones del 28 de junio convierten a Madrid en una ciudad abierta, libre, luminosa, acogedora, inclusiva, diversa. Diversa.
En esos días de calor de junio, en esos días de reivindicación, Madrid es un oasis de libertad, ejemplo y modelo de libertad, modelo y ejemplo para las ciudades de los países con las libertades constreñidas, con los derechos recortados, con los Orgullos prohibidos o imposibles.
Desde hace tres y cada año, as sanciones al Orgullo de Madrid han ido aumentado; desde que Ana Botella asumió la concejalía de Medio Ambiente y posteriormente la responsabilidad de alcaldesa, las multas del Orgullo han ido sumando euros: 35.000, 42.500, 159.802... en un subidón que hace peligrar el modelo de Orgullo que tenemos en Madrid. En el otro extremo de la balanza, las cuantías aportadas por el Ayuntamiento para la organización de un Orgullo tan beneficioso (COGAM, FELGTB y AEGAL) se han derrumbado: 86.000, 84.800, 13.300. Sin comentarios.
Las multas son desproporcionadas, incoherentes, profundamente injustas. No discriminan el ruido emitido por los escenarios del ruido producido por la gente. A pesar de todos los limitadores de ruido utilizados para contentar al Ayuntamiento, los decibelios de la calle superan lo permitido (cualquier reunión de más de diez personas lo hace). El ensañamiento es tal que se ha llegado a multar por el ruido producido en una plaza en la que no había actividades. Y si lo que se quería era limitar el ruido, Sra. Botella, ¿por qué no se avisó el primer día, en la primera plaza, del exceso para poder corregirlo? Recoger datos todos los días sin un solo aviso parece, cuando menos, un poco interesado. Pero de poco interés para Madrid.
Las casi cincuenta organizaciones que componen la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales, entre ellas su entidad madrileña, COGAM, dedicamos de manera altruista los 365 días del año a trabajar por y para el colectivo LGTB y sus derechos, en proyectos sociales, educativos, de prevención del VIH, con población vulnerable, luchando contra las discriminaciones. Con estas multas, todo esto está en riesgo, las sanciones económicas pueden estrangular nuestro trabajo en pro de la igualdad y dignidad de nuestro colectivo.
Una semana al año, FELGTB, COGAM y AEGAL, asociación de empresarios LGTB de Madrid, organizan el Orgullo de Madrid, un Orgullo que genera para la ciudad más de 110 millones de euros, un aumento del 30% del gasto en comercios, un impacto positivo sobre la creación de puestos de trabajo o de la actividad hotelera, sin contar con la afluencia masiva de visitantes que, por cierto, se han alejado últimamente de forma ostensible de esta ciudad que en los últimos tiempos ha perdido mucho más que unas Olimpiadas.
La actitud de la alcaldesa Botella contra el Orgullo puede llegar a ahogar a nuestras organizaciones, y desde luego pone en serio riesgo el Orgullo de la diversidad y de las fiestas abiertas a toda la ciudadanía en la calle.
Porque Madrid necesita Orgullo, vamos a crear una Plataforma de Apoyo al Orgullo de Madrid para que la ciudadanía en general, asociaciones de vecinos, agrupaciones de todo tipo, defiendan el Orgullo de Madrid, el Orgullo que Madrid se merece, un modelo de Orgullo prácticamente único en el mundo, en una ciudad modelo de derechos y libertades para quienes carecen de ellos.
En estos días no me lo he podido quitar de la cabeza: necesitamos Orgullo, por nuestros jóvenes, por nuestro colectivo, por nuestra lucha, por nuestros derechos, Madrid necesita Orgullo.