Postal desde Japón: una conversación sobre zen, Abenomics, redes sociales y la Constitución con el primer ministro Shinzo Abe

Postal desde Japón: una conversación sobre zen, Abenomics, redes sociales y la Constitución con el primer ministro Shinzo Abe

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, dice que ha "experimentado el fracaso como político". En su segundo mandato como primer ministro del país, está decidido a evitar los errores del pasado, empezando por la forma de abordar el estancamiento de la economía japonesa.

YOSHIKAZU TSUNO / AFP

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, dice que ha "experimentado el fracaso como político". En su segundo mandato como primer ministro del país, está decidido a evitar los errores del pasado, empezando por la forma de abordar el estancamiento de la economía japonesa.

"El futuro del crecimiento económico de Japón depende de que tengamos la fuerza de voluntad y el valor necesarios para adentrarnos sin vacilaciones en los agitados mares de la competencia mundial", dice, y eso incluye trazarse un rumbo muy distinto a las políticas económicas de austeridad de muchos de sus homólogos occidentales.

Le hice varias preguntas sobre este tema a Abe el jueves por la tarde, cuando, junto a nuestro director editorial de HuffPost Japan, Shigeki Matsuura, y nuestro responsable internacional, Nicholas Sabloff, le entrevisté en su despacho de Tokio, presidido por un cuadro del Monte Fuji, mientras bebíamos unas tazas de té verde.

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"Hay muchos que se oponen a mis políticas monetarias y fiscales", dijo, casi con orgullo. "Mis políticas no encajan en las ideas tradicionales. Pero hemos sufrido un largo periodo de deflación y, a finales del año pasado, nos encontramos con una grave crisis de desempleo. Estoy convencido de que mis medidas económicas son la única vía para salir de esa crisis".

Abe la llama la estrategia de las "tres flechas" -flexibilización monetaria, inversión pública y reformas estructurales-, que, por separado, pueden doblarse, pero juntas, en su opinión, serán invencibles. Desde que llegó al poder, ha asumido un enfoque diferente al de los dirigentes occidentales, como con su decisión de sustituir a Masaaki Shirakawa, el cauteloso responsable del Banco Central de Japón, por un antiguo funcionario del Ministerio de Finanzas formado en Oxford, Haruhiko Kuroda, que se ha comprometido a hacer "lo que sea necesario" para que el crecimiento económico sea una prioridad.

El Gobierno de Abe tiene intención de concretar su plan de crecimiento justo a tiempo para las elecciones a la cámara alta en julio. El plan va a incluir ayudas a las personas que quieran cambiar de trabajo, incentivos a la innovación y una desregulación que choca con fuerte resistencia de las instituciones agrarias y médicas. La población, en cambio, ha premiado las audaces propuestas de Abe con un índice de aprobación del 70%.

Abe es hijo y nieto de políticos. Su abuelo fue primer ministro de 1957 a 1960 y su padre llegó a ser ministro de Exteriores. De hecho, Abe, que nació en 1954, se incorporó a la actividad familiar como secretario de su padre en dicho Ministerio en 1982, cuando tenía 28 años.

Su mayor apoyo lo encuentra sobre todo entre las mujeres, cuyas causas ha defendido siempre. Le pregunté por su afirmación de que las mujeres son "el recurso más infrautilizado" de Japón y qué planes tiene para remediarlo. "Empezaré por mi propio Partido Liberal Demócrata", dijo. "Por primera vez en la historia del partido, de los tres miembros que forman la dirección ejecutiva, dos son mujeres" (una de ellas, Seiko Noda, es la presidenta del partido, y esto es lo que escribió en su blog para el Huffington Post Japan el día de nuestro lanzamiento.

"He instado a las empresas japonesas a que incluyan al menos una mujer en sus consejos de administración", dijo Abe, "y les he dicho que esas mujeres pueden ser japonesas o extranjeras". ("Así que es posible que reciba usted alguna oferta de trabajo", bromeó.)

Le pregunté si se va a limitar a sermonear a las empresas o si también piensa proponer leyes al respecto. "Cuando las empresas hagan un esfuerzo para facilitar a las mujeres la vuelta al trabajo después del permiso de maternidad, tengo pensadas varias medidas como recompensa, desde elogiar públicamente su actuación hasta ofrecer alivio fiscal", respondió.

En Japón, debido a las largas jornadas laborales y la escasez de guarderías, a las mujeres

les es muy difícil permanecer en el mundo laboral después de tener hijos. "La cruda realidad", dijo hace poco Abe, "es que la mayoría de las mujeres tienen que elegir entre tener hijos o tener una carrera". Una de las consecuencias de esta situación es que Japón ha sufrido el declive de población más rápido del mundo. El año pasado tuvo la mayor reducción demográfica -casi 300.000 personas- desde que empezaron a medirse estos datos en los años cincuenta.

Al mismo tiempo que considera que una mayor participación económica de las mujeres es fundamental para la recuperación del país, Abe también cree que el crecimiento económico y la reducción del paro son cruciales para remediar la epidemia de depresión que aqueja a los jóvenes japoneses y que ha hecho que cada año haya numerosos suicidios entre ellos. "El índice de suicidios en Japón se había incrementado sin parar desde hace unos 10 años", dijo. "Ahora, sin embargo, ha empezado a disminuir. La situación económica ha sido un factor que ha contribuido a la angustia y la depresión de la gente".

"Ahora bien, también creo", añadió, "que es importante que la gente emplee sus propios métodos -ya sean la meditación zen u otros- para liberar tensiones".

"¿No es paradójico", le pregunté, "que, mientras que el 25% de las empresas estadounidenses están adoptando tradiciones japonesas como la meditación zen para ayudar a sus empleados a evitar que el estrés perjudique su salud, Japón se haya quedado atrás en el uso de sus propias prácticas autóctonas?"

"Steve Jobs practicaba la meditación zen", respondió. "En los cinco últimos años yo solía acudir a practicar meditación zen una vez al mes, pero, desde que tomé posesión como primer ministro, es mucho más difícil".

En 2007, durante su primer mandato en el cargo, Abe dimitió alegando problemas intestinales debidos al estrés y el agotamiento, y poco después tuvo que ser hospitalizado por inflamación gastrointestinal.

"Con sus antecedentes médicos", continué, "¿qué está haciendo en esta ocasión para mitigar los efectos de las tensiones diarias de su trabajo?"

"Trato de hacer ejercicio en contacto con la naturaleza", dijo, "e intento jugar al golf una vez al mes. Claro que, la última vez que jugué al golf con mi mujer, ella me ganó, y entonces se convirtió en una nueva fuente de estrés".

Le pregunté qué otras cosas ha cambiado respecto a la primera vez.

"He aprendido a escuchar más a la gente, a contrastar los deseos de la gente con las políticas de mi Gobierno", replicó.

Tal vez esa sea la razón de que Abe se haya vuelto tan aficionado a los medios sociales, algo asombroso en un dirigente japonés, porque, hasta que su Gobierno cambió la ley, era ilegal que los candidatos electorales transmitieran sus mensajes a los votantes directamente a través de internet.

"Gracias al cambio legal", me dijo, "ahora podemos defender nuestras propuestas en las redes sociales, y eso es importante, porque es muy difícil transmitir nuestro mensaje a través de los medios tradicionales".

Tiene 340.000 seguidores en Facebook y 100.000 en Twitter, y emplea habitualmente Facebook, Twitter y LINE para comunicarse con los ciudadanos. "Por supuesto que es un diálogo entre dos partes. No solo necesitamos enviar nuestros mensajes sino responder a los que nos envían", dijo. "Si incluimos algún dato equivocado en nuestros mensajes, enseguida hay alguien que nos corrige. Sé que, cada vez que cometo un error en mi cuenta de Facebook, siempre hay alguien que me llama la atención".

Al llegar a este punto, como es natural, le invité a escribir una entrada de blog en Huffington Post Japan, y prometió hacerlo antes de las elecciones. Le recordé que no necesita limitarse a 140 caracteres.

Aunque las políticas económicas de Abe (conocidas popularmente como Abenomics) han recibido amplio apoyo tanto dentro como fuera del país -salvo, claro está, por parte de quienes creen que la austeridad es la única respuesta adecuada a la crisis económica-, sus intentos de revisar la Constitución japonesa han sido objeto de críticas y preocupación, en Japón y en el extranjero. Cuando le pregunté por ello, respondió que lo que desea hacer es utilizar el referéndum nacional para dar al pueblo japonés la oportunidad de tener voz y voto sobre su Constitución.

Sin embargo, persiste el temor a que, si se cambia el Artículo 9 de la Constitución elaborada después de la guerra para permitir que el Ejército japonés pueda actuar más allá de sus fronteras, eso impulse un peligroso renacimiento del nacionalismo que, junto con las afirmaciones revisionistas sobre el papel de Japón en la Segunda Guerra Mundial, podría distraer gravemente la atención del empeño de Abe en reanimar la economía japonesa.

Por ahora, mientras Estados Unidos y Europa avanzan a trompicones, maniatados por las políticas de austeridad, Japón, con Shinzo Abe al mando, se dispone a emprender un rumbo atrevido para revivir una economía moribunda y difundirlo al mundo a través de Facebook y Twitter, actualización a actualización y tuit a tuit.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia