Lo que funciona: todas las noticias (que merece la pena publicar)
Según el viejo dicho "if it bleeds, it leads", que se traduciría como si sangra, manda, las historias de violencia, tragedias y corrupción reciben la máxima cobertura porque se entiende que son hacia las que el público se siente más atraído. Lo cual no sólo es erróneo en el sentido fáctico y ético. Además es un tipo de periodismo repugnante.
En inglés existe un viejo dicho dentro del mundo editorial según el cual "if it bleeds, it leads", algo así como si sangra, manda. Es decir, las historias de violencia, tragedias, irregularidades y corrupción reciben la máxima cobertura -en la mejor hora, en la parte superior de la pantalla del ordenador o de la página de periódico-, ya que se asume que estas historias son hacia las que el público se siente más atraído.
Este etos es erróneo, tanto en el sentido fáctico como ético. Y es un tipo de periodismo repugnante. Como periodistas, nuestro trabajo consiste en ofrecer al público una imagen precisa -y esto significa la imagen completa- de lo que ocurre en el mundo. Al mostrar sólo tragedia, violencia y caos, y al centrarse en lo que no funciona, nos olvidamos de muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor. ¿Qué hay de las formas en que la gente responde a esos retos, el modo en que se alían, incluso en medio de la violencia, la pobreza y la pérdida? ¿Y qué hay de todas las historias de innovación, creatividad, ingenio, humanidad y gracia? Si los medios sólo mostramos el lado oscuro, estamos fracasando en nuestro trabajo.
Y, lo que es más, resulta que tampoco estamos siendo capaces de dar a nuestros lectores y espectadores lo que quieren.
El pasado mes en Davos anunciamos "What's Working" [Lo que funciona], una iniciativa editorial para duplicar nuestra cobertura y nuestra concentración en aquello que funciona. Aunque seguiremos informando sobre las historias de lo que no funciona -desbarajustes políticos, corrupción, delitos, violencia y desastre- como siempre hemos hecho, queremos ir más allá del si sangra, manda. Que quede claro que no me refiero a historias alentadoras, momentos graciosos o animales adorables (tranquilos, que los seguiremos teniendo a montones). De lo que hablo es de contar historias consistentes de gente y de pueblos que hacen cosas increíbles, superan grandes dificultades y dan con soluciones para los problemas a los que se enfrentan. Dando luz a estas historias esperamos incrementar las soluciones y crear un contagio positivo que pueda extenderse y aumentar su alcance y aplicación.
Esto no sólo es buen periodismo; también es un negocio inteligente. Resulta que, al contrario de lo que afirma el pensamiento si sangra, manda, la gente quiere más historias constructivas y optimistas. Como la primera fuente de publicaciones en Facebook, hemos aprendido que éstas son las historias que nuestros lectores están más interesados en leer y compartir. Nuestra experiencia en el HuffPost no es única. Jonah Berger, profesor de la Wharton Business School y autor de Contagioso: cómo conseguir que tus productos e ideas tengan éxito profundizó en 2013 con su colega Katherine Milkman en la lista del New York Times de las historias más enviadas en el transcurso de seis meses. Lo que descubrió fue que la gente tendía a compartir más las historias que producían sentimientos positivos. La opinión siempre ha sido una parte esencial del mundo de la comunicación. Pero, en algún lugar en mitad del camino, nuestra definición de lo que es noticia se ha convertido en sinónimo de violencia, caos y desastre.
No sólo es que los medios apenas informen de las historias de soluciones y de lo que funciona; al mismo tiempo prodigamos muchísima atención a historias que casi no son noticia. La semana pasada, por ejemplo, en Estados Unidos todo giró en torno a la conferencia en la que Mitt Romney anunció que no se presentaría a las elecciones presidenciales.
El famoso eslogan del New York Times "All the news that's fit to print" [Todas las noticias que vale la pena publicar], introducido por el editor en papel Adolph Ochs en 1986, fue un intento de hacer retroceder a la prensa amarilla sensacionalista de la época. Sin embargo, más de un siglo después, gran parte de lo que se omite no son las noticias que no vale la pena publicar, sino muchas noticias reales. El debate de lo publicable o no publicable se ha quedado obsoleto y se ha solucionado en gran medida por sí solo. Según las nuevas normas, se deberían dar, simplemente, "Todas las noticias". Entonces, ¿cómo definimos lo que califica una noticia?
Para empezar, la noticia debería reflejar con precisión el mundo en que vivimos. Hace poco en el Guardian, el redactor jefe del Daily Mail, Tony Gallagher, reconocía que los medios a menudo no están a la altura. "Los delitos están descendiendo", afirma, "pero si observas los medios, no podrías saberlo, porque siguen informando del mismo número de crímenes, el mismo número de juicios por asesinato, por lo que corremos el riesgo de no estar reflejando bien el mundo".
En su libro Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones, el psicólogo de Harvard Steven Pinker mostró que quizá estemos viviendo el período menos cruel y violento de la historia de la humanidad. De nuevo, no se trata de encubrir la miríada de grandes problemas que existen en nuestro mundo. Pero para todas las cosas terribles que vemos en las noticias, "ha habido un declive en todo tipo de conflictos organizados, entre ellos guerras civiles, genocidios, represión y terrorismo", como escribió Peter Singer en una reseña del libro de Pinker.
¿Hasta qué punto se ha alejado la cobertura de los medios de la realidad? En los años 60, la información sobre asesinatos aumentó más de un 500%, a pesar de que las tasas de homicidios se redujeron más de un 40%, según el Center for Media and Public Affairs.
Nuestro mundo está lleno de crisis, caos y corrupción, lo que provoca trágicas consecuencias humanas. Por supuesto, seguiremos informando de ello; desde el Estado Islámico hasta Boko Haram, pasando por el cambio climático, el ébola, el desempleo juvenil y el incremento de desigualdad en los ingresos. Pero incluso en estas historias, la imagen que se presenta necesita ser mucho más completa. En demasiadas ocasiones nos olvidamos de contar cómo la gente está respondiendo, cómo conecta con sus vecinos, cómo superan su situación.
Cuando no mostramos al público el panorama completo, se producen muchos costes adicionales: cinismo, resignación, pesimismo y desesperación frente a la posibilidad de que se resuelvan esos problemas. Cuando mostramos todo el panorama al público, su respuesta demuestra el hambre que tienen de ello.
Seán Dagan Wood es el fundador de Positive News, una publicación online e impresa en Reino Unido cuyo lema es "Inspiration for a change" [Inspiración para un cambio]. En la charla que dio en TED Talks, afirmó lo siguiente: "Una forma de periodismo más positivo no sólo favorecería nuestro bienestar; también nos comprometerá más con la sociedad y nos ayudará a catalizar soluciones potenciales a los problemas a que nos enfrentamos".
Este tipo de iniciativas se han extendido por los medios, como en el boletín de The Washington Post titulado "The Optimist", la columna "Fixes" del New York Times y mediante webs como Upworthy o NationSwell. Como me contó Chris Moody, vicepresidente de la estrategia de datos en Twitter:
Restaurar la proporcionalidad de las noticias reflejando con precisión las realidades del mundo no consiste en mirar las cosas con unas gafas de color de rosa. El concepto "fatiga de compasión" describe el fenómeno por el cual ofrecer a los lectores una dieta exclusiva de imágenes e historias negativas les hace abstraerse emocionalmente. Como explica Lisa Williams, psicóloga social de la Universidad de New South Wales en Australia: "Cuanto más escuchamos sobre sucesos, sufrimiento y traumas que nos tocan la fibra, más probabilidades hay de que abandonemos y perdamos motivación para ayudar".
Y en su libro Compassion Fatigue: How the Media Sell Disease, Famine, War and Death [Fatiga de compasión: cómo los medios venden enfermedad, hambre, guerra y muerte], Susan D. Moeller echa la culpa, como sugiere su subtítulo, a los medios: "La fatiga de compasión es la causa reconocida de muchos de los fracasos de la información internacional hoy en día. Está en la base de muchas de las quejas sobre el corto período de atención, el periodismo peripatético de los medios, el aburrimiento del público con las noticias internacionales, la preocupación de los medios con el alcance de la crisis".
No hay ningún motivo por el que las historias con más profundidad centradas en lo que funciona no debieran recibir los mayores honores periodísticos. En 1946, por ejemplo, el Premio Pulitzer por servicio público recayó en manos del Omaha World-Herald por "su iniciativa y originalidad al lanzar una campaña a nivel estatal para la recolección de restos de metales utilizados para la guerra. El proyecto Nebraska fue adoptado a escala nacional por los diarios, lo que resultó en un esfuerzo conjunto de éxito al suministrar a las industrias bélicas el material de desechos que necesitaban". El trabajo del Herald fue una encarnación perfecta de Lo que funciona, esto es, en medio de una crisis global, su reportaje consiguió que la ciudad entera saliera a recoger literalmente toneladas de restos de metal para la guerra, y en el proceso se generó un contagio positivo entre otros periódicos del país. El periódico incluso llevó a cabo un concurso de recogida de chatarra, llegando a premiar a los jóvenes participantes con insignias creadas para la ocasión.
Medio siglo después se produjo otro buen ejemplo de Pulitzer. En 1997, la ciudad de Grand Forks, en Dakota del Norte, sufrió el peor desastre natural en la historia del Estado: inundaciones masivas seguidas por destructores incendios y ventiscas. Por su cobertura, el Grand Forks Herald ganó el Premio Pulitzer a los servicios públicos no sólo por documentar la devastación, sino por mostrar todo el panorama. Historias sobre voluntarios que hacían kilómetros para llegar a la biblioteca de la Universidad de Dakota del Norte, cuyos materiales se vieron amenazados por las inundaciones; sobre operaciones de ayuntamientos que tuvieron que trasladarse a algún hotel local; sobre los alojamientos que ofreció la Universidad, así como espacios de negocios y cuidados sociales a la gente cuyas casas habían sido destruidas. Como escribieron Mike Jacobs y Mike Maidenberg: "Debimos preguntarnos si alguna comunidad en algún lugar había sufrido tanto. Milagrosamente, pudimos evitar pérdidas vitales. Encontramos amistades que no conocíamos, ya que muchos desconocidos ofrecieron sus esfuerzos, alojamiento y apoyo".
Todos hemos oído hablar de delitos de plagio. Queremos que Lo que funciona inspire soluciones.
Este es el motivo por el que nos hemos asociado con Global Citizen para añadir un botón de acción a las historias del HuffPost en Lo que funciona, ayudando a nuestros lectores a interactuar con un diverso rango de problemas, que van de la pobreza a la educación. Aunque Lo que funciona es una iniciativa global, queremos que todas y cada una de las ediciones internacionales aporten su propia sensibilidad y experiencia para informar sobre las soluciones. Por eso, cada edición tendrá su propio nombre (en Estados Unidos es What's Working y en Francia, Ça marche!). Al traducir el trabajo de cada una de nuestras ediciones, llevaremos las noticias de esas soluciones por todo el mundo para entablar una conversación más amplia sobre lo que va bien.
No obstante, no podemos hacerlo solos. Esa es la razón por la que estamos trabajando con la USC Annenberg School for Communication and Journalism para que las próximas generaciones de periodistas sean capaces de reflejar todos los lados de una historia humana. Durante la primavera de 2015, nuestros redactores trabajarán con los estudiantes de esta escuela en El desafío de lo que funciona (The What's Working Challenge), animándolos a hacer uso del mismo rigor, profundidad y creatividad a la hora de cubrir Lo que funciona como ya hacen con sus mejores reportajes. Ayudaremos a los estudiantes a identificar y dar forma a este tipo de historias, además de saber enmarcarlas para que tengan el mayor impacto posible en la red. Distribuiremos sus mejores trabajos -en texto, vídeo y multimedia- por todas las ediciones del HuffPost. Como dice Willow Bay, director del Annenberg School of Journalism y senior editor del HuffPost, "queremos que nuestros estudiantes cambien el mundo con su periodismo, pero también que cambien el mundo del periodismo. El desafío de lo que funciona (The What's Working Challenge) ofrece la oportunidad para hacer ambas cosas".
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