La teoría del descarte
Cuando tengas veinte tareas en tu lista de trabajo, decide cuáles no hacer. Cuando te pongas a redactar tu currículum, decide qué no incluir. Cuando tengas diez reuniones que mantener, decide a cuáles no asistir. Cuando tengas que preparar un examen, decide qué no estudiar. En definitivas: dedica más tiempo a qué descartar.
#88peldaños
Si quieres encontrar una aguja en un pajar,
no busques la aguja. Retira la paja.
@ANXO
(Y brillará sola.) Si se aplicase esto en todas las áreas, se trabajaría menos y mejor, se producirían mayores resultados, se aprendería más, seríamos mejores comunicadores y aumentaría significativamente la eficiencia. En resumen, haríamos que el camino que nos separa de nuestros objetivos fuera más corto.
Este Peldaño tiene el poder de revolucionar tu eficiencia. Tan sólo tienes que interiorizar y sellar dentro de tu mente las siguientes palabras:
Dedica más tiempo a qué descartar
Cuando tengas veinte tareas en tu lista de trabajo, decide cuáles no hacer. Cuando te pongas a redactar tu currículum, decide qué no incluir. Cuando tengas diez reuniones que mantener, decide a cuáles no asistir. Cuando tengas que preparar un examen, decide qué no estudiar. Cuando tengas que comunicar un mensaje, piensa en qué no contar. Cuando te estés planteando varios cursillos, elige a cuáles no ir. Y cuando hayas elegido uno de entre los restantes, decide qué no aprender.
Todo el mundo piensa que descartar trabajo significa no trabajar, descartar estudio significa no estudiar, y descartar aprendizaje significa no aprender. Yo voy a demostrarte que significa justo lo contrario. Quédate con esta palabra: dilución.
Todo en la vida puede dividirse en dos grupos, lo útil y lo inútil, lo rentable y lo no rentable, lo que es esencial y lo que no lo es, lo que deberías estar haciendo ahora y lo que no. Y cada vez que tomas del grupo útil y también del grupo no útil, pasa algo terrible: lo segundo diluye lo primero. La dilución es el motivo por el que trabajar más no se traduce en más trabajo y estudiar más no se traduce en más estudio. Cada vez que haces una tarea que deberías hacer y otra que no deberías estar haciendo, la mala diluye a la buena, y cada vez que aprendes unas cosas útiles y otras no útiles lo segundo hará que no recuerdes lo que deberías recordar. Diluir significa robar protagonismo. Cuando das protagonismo a aquello que no se lo merece, automáticamente se lo estás robando a aquello que sí se lo merece. Si quiero contarte varias cosas importantes, tengo que hacer dos cosas: contarte las importantes y además no contarte las que no lo sean, ya que hacerlo supone elevar las segundas al nivel de las primeras, y eso diluirá lo importante en un mar de éter que en lugar de seleccionar lo esencial, lo mezcla todo en el mismo saco. Ése es el peligro de la dilución.
De entre todos los 88 Peldaños del libro, tan sólo hay unos pocos que explican y ejemplifican de manera especial por qué 8Belts ha tenido el éxito que ha tenido. En un Peldaño anterior mencioné que ese conjunto se compone tan solo de unos tres o cuatro. Este es uno de ellos. En los inicios, cuando decidimos que si un alumno de 8Belts.com no conseguía hablar chino en ocho meses pudiera recuperar su dinero, las voces de mi entorno no cesaban de augurarme que nos íbamos a arruinar, pero no fue así.
Incluso los medios de comunicación se sorprendían mucho ante un reclamo así y, sin embargo, el reclamo lejos de ser agresivo estaba siendo conservador. No sólo se podía conseguir hablar el idioma en ocho meses con media hora al día de estudio, sino que dedicándole una hora, se podía conseguir incluso en cuatro. (¡Prometíamos menos de lo que dábamos para evitar no ser creídos!) Por si fuera poco, antes de dos semanas ya se podía mantener la primera conversación en chino con un nativo. ¿Qué? ¿Dos semanas? ¿Os habéis vuelto locos? La gente tarda años y no lo consigue. ¿Cómo es posible?
Por la teoría del descarte. Algo así solo es posible siendo despiadadamente selectivo en la información que se enseña.
En 8Belts.com hemos dedicado más tiempo a qué no enseñar que a qué enseñar.
Si vamos a prometer a alguien que con sólo catorce sesiones de treinta minutos va a poder mantener una conversación en chino, por básica sea, ten por seguro que el material a enseñar tiene que ser seleccionado con el grado más estricto de rigurosidad, a fin de que de cada minuto de estudio el alumno pueda sacar un grado altísimo de rentabilidad, de hecho, el máximo posible. De no hacerse así, el experimento será un auténtico fiasco. En el sistema tradicional aprendes 100 cosas y usas 10. En 8Belts aprendes 50, pero usas 50, porque solo vas a aprender lo útil. El resto ha sido descartado.
¿Significa eso que nunca vas a aprender el resto? No. Claro que lo aprenderás, pero la clave es el momento. Es como una lista de espera del médico. No sería justo atender al noveno antes que al tercero o al cuarto. Hay que atender a cada uno cuando le toque. Y si solo tienes espacio para cinco, el resto tendrá que volver otro día y ser descartados de la agenda de hoy.
Un día se encontraban tres alumnos en clase de historia con el Profesor Subraya. El primero se llamaba Yotodo, el segundo Yonada, y el tercero Yolobueno. Los tres llevaban un año escuchando los comentarios del Profesor Subraya, y mientras él hablaba, Yotodo había seguido la lección en el libro de texto y había subrayado todo lo que en él había escrito. Yonada y Yolobueno también habían escuchado las lecciones, pero Yonada no subrayaba nada de lo que había contenido en el libro. El último día del curso académico, Yotodo estaba muy frustrado. Había trabajado todo un año subrayando un libro y se acababa de dar cuenta de un hecho atroz. Se encontraba en el mismo punto que Yonada. Uno tenía todo su libro completamente subrayado y el otro completamente sin subrayar, pero el efecto era exactamente el mismo. Subrayar todo es lo mismo que no subrayar nada. En cambio, Yolobueno había seguido atentamente las enfatizaciones del profesor y había subrayado tan sólo lo bueno, lo importante. No era posible recordar el libro entero, pero sí lo más importante, y él lo había identificado. Había hecho dos cosas: había decidido qué subrayar y además había decidido qué no subrayar. Todo el mundo entiende la primera parte, pero muy pocos la segunda. Ahí está la clave. Teoría del descarte.
Lo que hizo Yolobueno es lo que siempre está obligado a hacer un buen inversor en bolsa. De nada sirve invertir en acciones que te hacen ganar un millón de euros si también inviertes en acciones que te hacen perder otro millón. La clave está en invertir en lo bueno y además no invertir en lo malo.
Si la teoría del descarte fuese entendida y aplicada adecuadamente, cualquier persona podría aprender cualquier idioma en menos de ocho meses. El problema está en que una parte inmensa de la información que se enseña no debería ser enseñada, sino descartada.
Cuando aprendas un nuevo idioma, el profesor querrá enseñarte al inicio palabras como «mesa» o «silla», a veces hasta «pared» o «suelo» y los más descabellados incluso «bombilla» o «fusible». Lo primero es un error, lo segundo una aberración y lo tercero poco menos que una perversión. Los no entendidos siempre cometen el mismo error y siempre liderados por la misma frase-trampa: «yo aprendo todo, porque cuanto más sepa, mejor». Craso error. Eso es justo lo que no hay que hacer. Cada vez que aprendes algo no útil, le estás sacando protagonismo a algo útil y lo estás diluyendo. No lo hagas. Aprende lo útil y además ten la disciplina de no aprender lo no útil. La clave está en descartar.
No busques la aguja. Retira la paja.