Las niñas y los niños no votan
A pesar de los datos de pobreza infantil en España, los presupuestos económicos dedicados a infancia en España en los últimos años no sólo no han aumentado para salvar la brecha que nos separa de los países de nuestro entorno, sino que incluso han disminuido. El 1% que gastamos es justo la mitad de lo que destinan nuestros socios europeos, según la Fundación Primero de Mayo.
Así terminan muchas conversaciones entre los que nos dedicamos a trabajar con la infancia. Es una forma de explicarnos y comprender por qué las políticas de infancia generan poco interés en nuestros gobernantes.
Múltiples informes nos recuerdan que España sigue situándose, año tras año, a la cola de los países europeos en materia de protección infantil, lo que afecta sobre todo a las familias más vulnerables. Desde los datos aportados por Save The Children o el demoledor informe del profesor Vicenç Navarro para el Observatorio Social de España, hasta los estudios de UNICEF o Cáritas, sea cual sea el indicador que utilicemos para medir la pobreza infantil, en nuestro país no salimos de los dos o tres últimos puestos.
Resulta paradójico ver cómo a pesar de estos datos, los presupuestos económicos dedicados a infancia en España en los últimos años no sólo no han aumentado para salvar la brecha que nos separa de los países de nuestro entorno, sino que incluso han disminuido, como refleja el trabajo Estimación de la inversión en políticas relacionadas con la infancia en España y evolución 2007-2013 realizado por el Centro de Estudios Económicos Tomillo para UNICEF. Los niños y las niñas son por cantidad y por cualidad uno de los colectivos más importantes de nuestra sociedad, representado por más del 25% de la población en el periodo de mayor plasticidad y repercusión para el futuro de las personas. Desde un punto de vista egoísta, deberíamos depositar nuestras propias perspectivas de futuro en las vidas de los niñas y los niños para que ocupasen puestos de interés en las agendas de los políticos y las políticas.
"No siga destinando 1% de nuestro PIB a políticas relacionadas con la infancia", es un buen texto para la carta dirigida a los nuevos presidentas, presidentes, alcaldesas y alcaldes que a lo largo de este año se ocuparan de dirigir Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Gobierno de España. Porque ese 1% es justo la mitad de lo que destinan nuestros socios europeos según la Fundación Primero de Mayo.
Precisamente, en este año que se renuevan todas estas instituciones, invitamos a nuestros nuevos representantes a dar la vuelta a esta situación, realizando propuestas reales y tangibles que nos saquen de la situación tan vergonzosa en la que nos encontramos. Les invitamos a acabar con la falacia de la austeridad mal entendida y a que rompan con la inercia, cambiando realmente el efecto negativo sobre la salud y el bienestar infantil que generan las diferencias de renta injustas. La infancia más vulnerable no necesita frases grandilocuentes, ni retos de los que nunca se cumplen, necesitan renta disponible en forma de salario o de servicios. Los propósitos bienintencionados no salvan vidas. Las vidas y el futuro de un país sin violencia y con mejor salud y bienestar mejoran con políticas sociales sólidas y constantes, medidas educativas para los más vulnerables y sistemas de salud pública orientados a la felicidad de las personas.
En este momento de pactos hay que pactar con la infancia y oír la voz de los niños, niñas y jóvenes, a través de seis metas inaplazables:
- Responder seriamente a esta pregunta: ¿qué hacemos con la pobreza infantil? Y ahí hay soluciones concretas, como las propuesta recientemente por UNICEF España de incrementar la prestación por hijo a cargo e implantar una prestación universal por hijo similar a la existente en otros países europeos.
- Dar voz a la infancia y a la adolescencia, aumentando su participación en las tomas de decisiones que les afectan en el presente y futuro, abriendo la participación a los chicos y chicas, e incorporando su visión a la hora de tomar decisiones importantes como la lucha por una sociedad más justa o el diseño de nuestras ciudades, escuelas y espacios para la convivencia, como ya hacen en Italia y en los países nórdicos.
- Reforzar la calidad de recursos públicos universales, de salud, educación infantil, primaria, secundaria y servicios sociales para todas las personas al principio del río de la vida. Para hacer esto, se necesitan medidas concretas de control y mejora de la calidad de esos servicios.
- Garantizar un sistema de protección infantil realmente centrado en alternativas familiares. Escuchar a las personas que conocen cómo potenciar una base segura para crecer durante la infancia y a las que reflexionan o estudian cómo mantener un apego y una parentalidad positiva. Y de una vez por todas, dotar de los recursos necesarios para que se garanticen los cuidados familiares y el apoyo técnico a todos los niños y niñas bajo tutela pública.
- Potenciar un sistema solido de generación de conocimiento para que los profesionales que trabajan con la infancia puedan formarse, investigar y realizar propuestas que permitan el desarrollo de un auténtico sistema centrado en los niños y las niñas.
- Y proteger las políticas de infancia, con el mismo esfuerzo que se ha hecho con el pago de la deuda en los últimos años.
Por eso rogamos a las personas que hacen las políticas que, como de momento, niñas, niños y adolescentes no pueden votar, los incluyan en sus agendas a la hora de representar a los ciudadanos que sí votamos.