Premios Goya 2017: ¿evasión 'a la americana' o thriller 'a la española'?
Hagan juego y, ya que no son académicos y no pueden votar en los Goya, voten en este blog de El Huffington Post. Y no se preocupen porque para votar por su favorita no les vamos a pedir la entrada, ni el recibo del DVD ni el pago de su canal de streaming. Seguro que incluso sin haberlas visto, gracias al falso debate que se produce todos los años y los mantras que se repiten una y otra vez hasta haberle convencido de que son verdaderos, usted tendrá su favorita.
Foto de los premios Goya 2017 sacado de su Facebook
Abandono momentáneamente el mundo del teatro para meterme de lleno en el cine patrio. Y es que se aproximan Los Goya. Sí, esos premios, llamados cariñosamente cabezones, que la profesión cinematográfica da a las películas estrenadas, esta vez, en 2016. Algo que siguiendo la estela de los Oscars se hace ya urbi et orbi. Desde una comunidad autónoma a un país, incluso un continente, que Europa tiene también los suyos.
Se supone que, aunque se basan en criterios cinematográficos, su objetivo final es dar a conocer y promocionar aquellas películas que los profesionales consideran artísticamente buenas. Es decir, prescribir películas para que se vendan entradas, DVD's o se pague el verlas en streaming. Todo a corto, medio y largo plazo, por eso de que siempre aparecerá como ganadora de un Goya.
Pues bien, a corto, entradas venderán pocas. Ni siquiera en Madrid, la capital, se pueden ver las cinco mejores películas a cualquier horario en muchos cines, a una semana de la entrega de los Goya. Y no miren en los cines institucionales como el de la abandonadaFilmoteca, que tampoco. Si la información de la Guía del ocio no falla, solo la cadena de cines Yelmo está programándolas una vez al día en el prime time de asistencia al cine. Es decir, en horario de 18:30 a 20:30.
Menos mal que quedan páginas que las proveen en streaming, como Filmin. En la que por un poco menos de 4 euros por película se pueden ver cuatro de las cinco películas nominadas a mejor película: El hombre de las mil caras (el thriller histórico político), Qué dios nos perdone (otro thriller), Tarde para la ira (más thriller) y Un monstruo viene a verme (un blockbuster español basado en un best-seller inglés para adolescentes con actores de habla inglesa y hecho a la manera americana). Y completar el quinteto viendo Julieta de Almodóvar (cuya historia es de inspiración canadiense) en DVD, por cierto, otro thriller, este sentimental o melodramático.
Comparen esta presencia de las películas españolas nominadas a los Goya con la de las nominadas a los Oscars. Comparen, también, la dificultad para conseguir una buena entrada en fin de semana para las posiblemente oscarizables frente a las posiblemente goyizables.
El caso es que la profesión se esfuerza en dar el espectáculo. Lo montan a lo grande una noche al año. Se exponen a la crítica ejerciendo su derecho a la libertad de expresión desde las tribunas a las que se tiene acceso (todavía se recuerda la polémica que se produjo con el "No a la guerra" de los tiempos de Aznar). Buscan al tipo/a más simpático/a y majete, le hacen repetir guiones y chistes no siempre afortunados. Se visten para que les critiquemos por lo bueno y por lo malo, y, a parte de ver un poco de la larga gala y algún que otro comentario malintencionado (a veces, todo hay que decirlo, por un injustificado calentón en Twitter), poco más reciben de nosotros como colectivo.
Vídeo promocional de los premios Goya 2017/Directora: Patricia Dolera
Mientras, nos enteramos de que la película de Almodóvar recauda más dinero en Francia que en España. Que la recaudación del cine español aumenta fuera y dentro, aunque ha bajado el precio medio de las entradas. Lo mismo que su prestigio fuera. Y nos ponemos a debatir cuál es el problema. Que si las subvenciones. Que si la política cultural. Que si la política industrial. Y otras mandangas como las distintas formas de distribución o la desafección de los artistas por su público natural y viceversa. Y así se pasan los días mientras las películas palidecen en los cines.
Al final, la sensación es la del día de marmota. Es decir, que todo se repite una y otra vez. De tal manera que uno no sabe ni a qué edición ni a qué año pertenece la gala que está viendo. Y nos olvidamos de lo que verdaderamente importa. Del cine. De las películas. Del mundo que la industria permite a los artistas contar. Un mundo en tensión (del inglés thrill, thriller) cuya única posible alternativa es la evasión a la americana de Un monstruo viene a verme. De esto se hablará poco. Sin embargo, eso es lo importante. La thrillización de la vida de ficción y como esa ficción está condicionando la manera en la que vemos y entendemos el mundo.
De todas formas, hagan juego y, ya que no son académicos y no pueden votar en los Goya, voten en este blog de El Huffington Post. Y no se preocupen porque para votar por su favorita no les vamos a pedir la entrada, ni el recibo del DVD ni el pago de su canal de streaming. Seguro que incluso sin haberlas visto, gracias al falso debate que se produce todos los años y los mantras que se repiten una y otra vez hasta haberle convencido de que son verdaderos, usted tendrá su favorita. Ándele, vótela y diviértase. Pues al final, lo más serio, y lo que más dice de nosotros y de nuestro mundo, es su parte lúdica. ¿A usted le va más el thriller o la evasión? Y si es el thriller ¿de qué tipo?