Semana Santa
Por estas fechas es tradicional comer bacalao. Allá a mediados del siglo XVI, con ocasión del Concilio de Trento, un cura sueco muy listo llamado Olaf Manson se las arregló para convencer a todos a sus colegas de las bondades del bacalao sueco. Como Ikea pero en versión contrarreforma católica y por imposición papal.
Canción recomendada: Ane Brun, Changing of the seasons.
¡¡Buenas noches, tarde o día, amig@s!!
Ya tenemos la Semana Santa encima. Sabéis bien que yo no soy muy santo que digamos, pero como ocurre con la navidad y pese al estruendo de las procesiones, estas fiestas son de todos, los que creen, los que no o los que creen en el vecino de al lado. Al final, de lo que se trata es de descansar, salir un poco de nuestra rutina diaria, pasar tiempo con la familia y, cómo no, sentarnos a la mesa a disfrutar.
Así que como sé que todos -incluso aquellos a los que nos quedan varios días de trabajo por delante- estáis esperando el pistoletazo de salida para entregaros al relajo, hoy seré breve y me limitaré a contaros algo que descubrí en un libro que os recomiendo a todos. El libro se llama Por qué a los italianos les gusta hablar de comida y lo ha escrito Elena Kostioukovitch, que es una académica rusa radicada en Italia, además de traductora al ruso de Umberto Eco, entre otros. El libro es un recorrido histórico y sociológico por la gastronomía del país de la bota, que va saltando de región en región, de plato en plato, de costumbre en costumbre, y es una verdadera delicia.
Esto igual alguno de vosotros ya lo sabía, pero a mí me lo ha descubierto la señora Kostioukovitch. Como todos sabéis, por estas fechas es tradicional en España, Italia y otros países europeos comer bacalao. La historia de por qué comemos pescado en viernes santo y demás, no hará falta que os la cuente, imagino. Algo de la Biblia os habréis leído o habréis visto la película. Lo que yo no sabía es por qué se come concretamente bacalao. Pues resulta que allá a mediados del siglo XVI, con ocasión del Concilio de Trento, un cura sueco muy listo llamado Olaf Manson (u Olao Magno u Olaus Magnus, parece ser que por entonces no se aclaraban con la forma de escribir los nombres o que el tipo tenía afición a cambiárselo. Jejeje), delegado por su país en el famoso concilio, se las arregló para convencer a todos a sus colegas de las bondades del bacalao sueco y así "las autoridades conciliares decidieron importar en todos los países de la Europa católica bacalao escandinavo a fin de alimentar a los fieles en días de vigilia". Vamos, como Ikea con los muebles pero en versión contrarreforma católica y por imposición papal.
¿Qué os parece?
Y nada, sin más, y como en estos días tendréis más tiempo (algunos), os dejo esta receta para que disfrutéis con la familia. Nos leemos en un par de semanas.
Sed buenos y curiosos; o pecadores, jejeje.
Besos y sus cosas.
Andrés