¿Qué se cocina en la Red?
Con estos tiempos que avanzan que es una barbaridad, (como decía el chotis), nos encontramos con que la figura del teórico aficionado, "oculto tras un computador", se transforma y se degrada.
Buena noche, tarde o día, amig@s anónimos o no tanto:
"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo".
Oscar Wilde.
Han pasado casi tres décadas desde que puse mis pies en una cocina y desde entonces he leído centenares de artículos relacionados con la gastronomía, cuyos autores, anónimos o no, se dedican tanto a "criticar" como a hablar de sus creadores o autores; los cocineros.
Eso es lo bueno que tiene la Red y redes sociales, que no sabes la mayoría de las veces a quién lees y que realmente estás leyendo. A lo que es peor, no sabes que estamos "alimentando", incluyendo yo.
Ya hubo un francés que incitó a cocineros, burgueses, pensadores, ideólogos, sociólogos y demás "logos" a justificar la "filosófica" actividad de satisfacer refinada y abundantemente el paladar con la moral dominante reprobada.
Bien, la cualidad de ser teórico del "arte" de comer (en este nuevo siglo), reside, ante todo, en la sencillez de comprender y observar la originalidad y particularidad de las viandas, renunciando, si se sabe, a la parte bohemia del lujo que requiere abundante y refinado servicio, a la sazón poco acertado en los más de los casos, en favor de la verdad y la honestidad culinaria.
Pero claro está, en la nueva centuria, con estos tiempos que avanzan que es una barbaridad, (como decía el chotis), nos encontramos con que la figura del teórico aficionado, "oculto tras un computador", se transforma y se degrada, se desintegra y da lugar a la del bloguer@, que no bodeguero, aunque alguno tropiece y caiga, al final de su prosa, en los culos del vino.
Pero más allá de estas primeras líneas... Es muy preocupante que todo esto que nos permite relacionarnos y disfrutar de la grandeza y los beneficios de la red, que indudablemente existen, sea mal usado para hacer daño, en vez de bien. Especialmente con los menos protegidos y que en cambio debieran ser los más, los niños. Cosas como el sexting, el envío de imágenes entre ellos que acaban en malas manos y sirven para chantajearlos, el grooming, o adultos que se hacen pasar por menores para contactar con ellos o el acoso escolar llevado a la red está causando muchos daños. La poca o nula colaboración de las empresas que no denuncian a las autoridades los avisos que sus usuarios hacen de cosas como la pornografía infantil que aloja, la falta de educación en el buen uso de esta maravilla que es la Red (y de sus riesgos), o el enfoque de leyes locales que se limitan a fronteras inexistentes en Internet nos ha llevado a ello. Solucionarlo es mucho trabajo por hacer y requiere un gran esfuerzo de todos.
Desgraciadamente vemos que otros temas como los derechos de autor o el juego online sí hacen que políticos y autoridades se muevan. En esto, no tanto. Las empresas como Facebook o Twitter no son responsables legales de sus contenidos y ni siquiera tienen la obligación de denunciarlos ante las policías de los países donde operan, por ejemplo. Señor@s, el mundo es así.
Sí, el mundo fue y será una enorme cocina y un laboratorio compartido por millones de laboratorios más pequeños y más grandes, movido siempre por las finanzas, que son quienes hacen de la cocina una industria, un negocio o una pretendida experiencia artística.
Mis últimas palabras son para quien, pienso yo, fue el Alma de todos los cocineros de antes y de ahora, Marie-Antoine Carême.
Murió quemado por las llamas de su genio y el fuego de sus hornos y no por un Mac o primo hermano.
Quien sabe, igual, señor/a tiene usted algo de M.A. Carême en sus venas.
Sed curiosos.
Besos y sus cosas.