¡¡¡Gazpacho!!! Llegó el verano
Vengo a hablaros hoy de uno de los platos típicos del verano. En su versión clásica el gazpacho andaluz (para diferenciarlo del gazpacho extremeño o los gazpachos manchegos) lleva pepino, aunque yo llevo haciendo desde hace ya unos años uno de fresas y tomate.
Canción recomendada: Satisfy My Soul, Bob Marley & The Wailers.
Yo lo tenía pensado ya desde hace unos cuantos días más que nada por el calor y el veranito precoz que amenazaba con comerse la poca primavera que tenemos, pero de pronto la temperatura ha bajado un poco, tormentas incluidas -al menos en Madrid me comentan que es así-, y por estos lares (latinoamericanos) no se habla de otra cosa que de fútbol, de la selección española y su mal resultado y, que a rey... rey puesto... ah y del pepino. Yo no diré nada que no se haya dicho ya sobre estos acontecimientos veraniegos, pero para eso está la hoguera y San Juan, para quemar malos rollos.
Yo, como anuncio desde el título, vengo a hablaros hoy de uno de los platos típicos del verano, el gazpacho. En su versión clásica el gazpacho andaluz (para diferenciarlo del gazpacho extremeño, que no lleva tomate más que como guarnición; o los gazpachos manchegos, que son un guiso caldoso a base de carnes varias y no una sopa fría como sus primos) lleva pepino, aunque yo llevo haciendo desde hace ya unos años uno de fresas y tomate por el que nuestro recientemente damnificado no asomaba la cabeza.
Si bien hoy lo primero que nos viene a la cabeza cuando escuchamos la palabra gazpacho es la famosa sopa fría de tomate andaluza, la palabra viene aludiendo desde hace más tiempo a una mezcla de migas de pan con aceite y/o vinagre y lo que se tuviera a mano para echar al buche. Según explica Carlos Azcoytia en un interesante artículo sobre la historia del gazpacho, la primera mención escrita de la palabra data de 1611 y se encuentra en el libro Tesoro de la Lengua Castellana o española, escrito por Sebastián Covarrubias y Orozco. En la entrada correspondiente se lee, precisamente, "cierto género de migas que fe hazen con pan tofiado, y azeyte, y vinagre, y algunas otras cosas que les mezclan, con que los polvorizan". Respecto al nombre, la Real Academia indica lo siguiente: "Quizá del ár. hisp.*gazpáčo, y este del gr. γαζοφυλάκιον, cepillo de la iglesia, por alus. a la diversidad de su contenido, ya que en él se depositaban como limosna monedas, mendrugos y otros objetos". Aunque Néstor Luján y Juan Perucho indicaban en El libro de la cocina española que podría venir del portugués gazpacho, que a su vez vendría del prerromano caspa que significaba residuo o fragmento y alude a las migas de pan usadas en la preparación del plato.
Hoy en día, en España gazpacho es sinónimo de verano y pese a que yo conozco a algunas personas no muy aficionadas, casi todo el mundo agradece un buen plato (o vaso) de gazpacho para refrescarse. Es por esto que han proliferado también los gazpachos de bote que se venden en supermercados y demás, y que si bien pueden sacarnos de un apuro de vez en cuando no son en nada comparables al gazpacho casero que puede uno hacer en un periquete en casa.
Así que ya sabéis, contra el calor intenso que se nos avecina nada mejor que un rico y saludable gazpacho. Yo os propongo aquí dos versiones personales que espero disfrutéis.
Por último, como curiosidad, mientras buscaba información para esta nota me topé con que existen dos, no una sino dos, bandas de rock llamadas Gazpacho. Una en Argentina y otra en Noruega.
#Sedcuriosos.
Besos y sus cosas.
Andrés