El pacto que no puede esperar

El pacto que no puede esperar

Más de seis millones de españoles en paro, seis de cada diez jóvenes no tienen un puesto de trabajo y el Gobierno, lejos de claudicar en su estrategia de recortes, seguirá cumpliendo, incluso más allá de lo que se le exige, con quienes insisten en mantener viva una política errónea de ajuste del gasto. ¿Cómo no insistir en la necesidad de que el Ejecutivo dé un paso atrás y abra, de una vez por todas, el camino que conduzca a un pacto social y político de Estado que explore las vías de crecimiento y prosperidad en una sociedad condenada a prolongar su frustración y empobrecimiento?

El último Consejo de Ministros del pasado mes de abril supuso la certificación definitiva de la defunción del programa con el que el Partido Popular logró sumar una impecable mayoría absoluta hace poco más de diecisiete meses. Una mayoría que logró gracias a su firme promesa de que sólo ellos eran capaces de rescatar la confianza dilapidada durante la etapa socialista. Prometieron que llamarían a las cosas por su nombre, que la curva ascendente del desempleo se quebraría y volvería a crecer el mercado laboral, que la prima de riesgo se desplomaría y que con ellos retornaría el crédito y el crecimiento económico.

Vanas promesas que han ido descarrilando a medida que se han ido plasmando los recortes y la política de severa austeridad impuesta por la troika europea a un Gobierno maniatado que ha terminado reconociendo, eso sí, sin citarlo abiertamente, que con ellos no sólo no crecerá el empleo sino que cerrarán la legislatura, en 2015, con una tasa de paro superior al 25 por ciento.

Lejos queda aquella instantánea de Mariano Rajoy junto a una oficina de empleo, en un nublado día de otoño de 2011, en la que se presentaba como el único candidato capaz de frenar el paro. Una estampa que, pese al denodado esfuerzo del PP por reinterpretar sus promesas aferrándose a la herencia y a un sinfín de eufemismos y frases hechas, quedará para siempre en la memoria de los españoles como el ejemplo más gráfico del aspirante que se olvidó de sus palabras nada más atravesar el umbral del Palacio de la Moncloa.

Más de seis millones de personas sin empleo y casi dos millones de hogares con todos sus miembros en paro son una carga demasiado pesada para un país al que, tras superar barreras que creíamos que jamás de sobrepasarían, se adentra en un nuevo año de recesión en el que volveremos a sufrir nuevos sacrificios y recortes. ¿Y qué nos ofrece el Gobierno a cambio para mitigar el sufrimiento que generarán los próximos ajustes? Que seamos pacientes. Difícil pedir calma y resignación a un país exhausto.

El Gobierno, tras una interminable lista de reformas que no han dado sus resultados, ha abierto la puerta a un programa de estabilidad para el periodo 2013-2016, que incluye un nuevo paquete de recortes para 2013 valorado en unos 3.000 millones de euros para reducir el desequilibrio presupuestario. Un ajuste que podría incrementarse en septiembre, es decir, en apenas unos cinco meses, si el Gobierno identificara alguna desviación en la ejecución presupuestaria, adoptándose en ese caso nuevas medidas de no disponibilidad presupuestaria para cumplir los objetivos impuestos por quienes marcan la agenda política y económica de Rajoy.

Una vez más, el Ejecutivo ha dado luz verde a un conjunto de medidas del que sólo conocemos las grandes cifras. Cifras que, como en anteriores ocasiones, han presentado como parte de un interminable viaje que debemos realizar de manera forzosa si queremos enderezar el rumbo de una economía que, según las previsiones de la mayoría de los analistas, no saldrá a flote hasta 2016. Cifras que, como siempre, nos exponen sin ofrecernos la letra pequeña que nos aporte una idea más certera de cómo afectará a nuestra vidas.

De momento, y teniendo en cuenta que las rectificaciones forman parte de la esencia de este Gobierno, prevé un ajuste de 1.000 millones de euros en los distintos Ministerios, que incluyen disminuciones en subvenciones y en las transferencias para políticas sociales a las Comunidades Autónomas. Es decir, menos herramientas para las administraciones que, por sus competencias y su cercanía al ciudadano, son las que prestan una ayuda más inmediata a los afectados por la recesión económica.

La radiografía de nuestro país no puede ser más dramática: más de seis millones de españoles en paro, seis de cada diez jóvenes no tienen un puesto de trabajo y el Gobierno, lejos de claudicar en su estrategia de recortes, seguirá cumpliendo, incluso más allá de lo que se le exige, con quienes insisten en mantener viva una política errónea de ajuste del gasto.

¿Cómo no insistir con este escenario en la necesidad de que el Ejecutivo de Rajoy dé un paso atrás y abra, de una vez por todas, el camino que conduzca a un pacto social y político de Estado que explore las vías de crecimiento y prosperidad en una sociedad condenada a prolongar su frustración y empobrecimiento?

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Licenciada en Ciencias Económicas, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1959. Es portavoz de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados. Ha sido directora de la Sociedad de Garantías Recíprocas de Tenerife, concejala del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, viceconsejera de Administraciones Públicas del Gobierno de Canarias y diputada del Parlamento de Canarias. Fue alcaldesa de La Laguna durante diez años (1999-2008). Es diputada de Coalición Canaria en el Congreso desde junio de 2007, donde ejerce como portavoz del Grupo Mixto en las Comisiones de Economía, Cultura y Peticiones. También es vicepresidenta de Coalición Canaria en Tenerife. Blog: www.anaoramas.com.

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