Aquí sigo, profesor Taheri
El profesor iraní Mohammad Ali Taheri sigue sufriendo una violación sistemática a sus derechos fundamentales. No es la primera tribuna que le dedico a Taheri, y me temo que tampoco será la última. Este ciudadano iraní, condenado varias veces a pena de muerte, posteriormente revocada, y desde hace unos meses en libertad, se encuentra sometido a amenazas de muerte por parte de la Guardia Revolucionaria de Irán, y se le impide poder salir del país.
Es necesario alertar a las autoridades, a la comunidad internacional, del grave peligro que corre el profesor Taheri si sigue permaneciendo en Irán. Y no es una cuestión teórica: su vida corre grave peligro de un modo cierto. El régimen iraní, que acosa sistemáticamente a todo aquel que disiente de sus doctrinas, de su teocentrismo y de su dogmatismo, se ha convertido en unos de los peligros más graves para la salud democrática de Irán. Y los activistas, las organizaciones y los gobiernos del mundo no pueden permanecer ajenos a esta realidad.
El caso de Taheri no solo fue un atropello a su dignidad y a los más elementales derechos cuando estaba encarcelado, condenado y torturado, sino que sus derechos fundamentales se siguen violando repetidamente a pesar de estar en libertad. Es frustrante asistir a esta ceremonia del terror a la que tiene sometido el régimen iraní a su pueblo, a sus ciudadanos.
Si algo he podido comprobar en los últimos años es que hay una cosa que pone especialmente nerviosos a los gobiernos: la denuncia pública, el foco de los medios de comunicación. Cuando las organizaciones y los medios ponen el foco en un caso, en un país o en un gobierno tirano, la impunidad con la que actúa ese gobierno ya no es tal. Es por esto que es tan importante seguir denunciando, seguir reclamando dignidad y derechos para todos los seres humanos, en especial para los que como Taheri sufren la persecución por parte del Gobierno de su propio país.
Mohammad Ali Taheri necesita salir de Irán y tiene que hacerlo con todas las garantías. La Guardia Revolucionaria, al mando del régimen iraní, no puede seguir ni un minuto más amenazando de muerte a ciudadanos, no puede insistir en el reinado del terror del presidente de Irán. Taheri es un hombre que ha sido torturado, encarcelado en régimen de confinamiento y repudiado por pensar en libertad, y ahora tiene que asistir aún al terror de temer por su propia vida, de no poder salir de un país que lo ha condenado socialmente a vivir con temor y angustia.
Denunciar la realidad de Taheri es denunciar también la realidad de miles de presos en Irán y en el resto del mundo que son perseguidos desde las instancias del poder, que son chivos expiatorios de unos y otros. Guardar silencio, mirar hacia otra parte o hacer caso omiso a las peticiones de auxilio de Taheri no es una opción para mí. Aquí sigo, profesor Mohammad Ali Taheri, denunciando su situación y reclamando que pueda ejercer en plenitud sus derechos fundamentales. Aquí sigo y seguiré.
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