¡Feliz 25-D!
Argentina y España, otra vez hermanadas por una tendencia: 11-S, 15-M, 7-D, 10-D, 8-N, son todas siglas que identifican las fechas de movimientos sociales, incidentes o hechos políticos de relevancia. ¿Es una construcción de la que están abusando los medios para lograr titulares de impacto o un recurso más de las redes sociales?
Argentina y España, otra vez hermanadas por una tendencia: 11-S, 15-M, 7-D, 10-D, 8-N, son todas siglas que identifican las fechas de movimientos sociales, incidentes o hechos políticos de relevancia. ¿Es una construcción de la que están abusando los medios para lograr titulares de impacto o un recurso más de las redes sociales?
Algunos expertos en lingüística marcan como punto de inicio de este fenómeno los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, los medios norteamericanos utilizaron el numerónimo (en inglés numeronym) 9-11 siguiendo la costumbre anglosajona de colocar el mes antes que el día. Por aquellos tiempos, el 11-S se instaló de a poco en los medios en español.
Otros apuntan a una génesis en el Y2K (Year 2000), una falla informática que nunca sucedió, provocada por la costumbre de los programadores de detallar, en el código fuente del software, el año en un formato de dos dígitos. Los potenciales efectos se relacionaban con lo que podía pasar con las máquinas en la medianoche del 31 de diciembre de 1999: si interpretarían el día siguiente como el 1 de enero de 2000 o como el 1 de enero de 1900. Aquellos más históricos se remontan al Día D para referirse al 6 de junio de 1944, el día en el que comenzó a ejecutarse el gran desembarco aliado en las playas de Normandía como estrategia para acabar con el dominio nazi.
Para España, el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en la estación de Atocha fue el hecho que inició la tendencia. Todo el país sabe de qué se habla cuando se menciona el 11-M. El segundo gran evento en este sentido fue la revolución de los indignados del 15 de mayo de 2011 (15-M). El recurso funcionó con tanta repercusión que cuando se realizó la convocatoria global, el 15-O sirvió para juntar millones de personas en los centros urbanos del planeta, el 15 de octubre del año pasado.
El descontento de los argentinos ante las restricciones fiscales a las compras de divisas, el aumento de la inseguridad, la inflación de más de 20 por ciento por cuarto año consecutivo llegó al límite este año. Luego de una tímida convocatoria a través de las redes sociales, casi un millón de personas se reunieron para protestar en distintos centros urbanos el 13 de septiembre pasado, el primer gran cacerolazo que padeció el Gobierno de la presidenta Cristina Fernández. Fue tal la sorpresa del éxito que espontáneamente surgió una segunda convocatoria a un segundo cacerolazo, ahora sí con sigla: el 8-N, o sea, el 8 de noviembre. A partir de allí se empezó a hablar, en retrospectiva, del impacto del 13-S.
El 8-N encabezó la lista de hashtags en Twitter y hasta el portal de noticias Infobae le pagó a la red social el hashtag #8N EN VIVO para tener la exclusividad y figurar como promocionado. Así el usuario entraba directo a sus cámaras en la calle y a la cobertura especial. La sigla 8-N fue clave para la viralización del mensaje y para que se juntaran casi 2 millones de personas en todo el país. El 8-N, sin duda, se transformó en uno de los eventos políticos del año y en una de las manifestaciones populares más importantes de la Argentina desde el regreso de la democracia.
"Esta tendencia llegó para quedarse", explica el lexicólogo argentino Esteban Giménez. "Se llega mejor así a los jóvenes que, al igual que los medios, buscan ahorrar tiempo y espacio a la hora de escribir. El auge de las redes sociales y el mensaje de texto tiene mucho que ver con el fenómeno".
El Gobierno argentino, golpeado por estas dos demostraciones masivas de descontento, comenzó a presentar como crucial para su gestión al 7 de diciembre, el ya célebre 7-D. Ese día comenzará a regir una cláusula que obliga a desinvertir a las empresas de medios que no se ajusten a la nueva ley que regula al sector. La Corte Suprema fijó esa fecha luego de una serie de medidas judiciales que presentó el grupo de medios Clarín, enemigo declarado de y por el Gobierno, para frenar una iniciativa que considera anticonstitucional.
El 8-N y el 7-D quedaron tan instalados en la opinión pública argentina que un grupo de usuarios disgustados con el servicio que prestan las empresas de telefonía celular convocó a un apagón para el 14-N entre las 16 y 17hs, con poco éxito. Por su parte, el Gobierno argentino debe hacer un considerable pago de deuda a sus acreedores externos el próximo 2 de diciembre en medio de una fuerte disputa judicial con los fondos buitre, que consiguieron un fallo a favor en la justicia de Nueva York. Los demandantes pueden llegar a embargar parte del pago y hacer caer al país en un default técnico, no deseado. En consecuencia, el 2-D también se impuso.
Con esta nueva costumbre, para el lexicólogo Giménez no sería descabellado que en esta Navidad nos saludemos con un sintético ¡Feliz 25-D!
Este post estará disponible también en el blog del autor La revancha de Keynes