Con complejos, las vacaciones nunca llegarán a ser relajantes
Llevo trabajando en revistas desde los 18 años, he visto cuánto Photoshop se utiliza y sigo sintiéndome presionada por tener el aspecto de las fotos editadas. ¿Raro, verdad? A pesar de todo lo que he visto y sé, siento que todo el mundo espera que yo también tenga esa apariencia.
Fui de viaje a Bali en Navidad y mentiría si dijera que disfruté cada instante del viaje, que es lo que me gustaría decir. La culpa no la tiene Bali, sino la percepción que yo tengo de mi cuerpo.
Tengo 27 años y me gustaría poder admitir que no tengo tantos complejos sobre mi cuerpo como tenía de adolescente, pero lo cierto es que los sigo teniendo.
Organizar nuestro viaje a Bali fue emocionante y horroroso a partes iguales porque iba a viajar con mis amigas por primera vez en mucho tiempo. Amigas tan guapas que no necesitan filtros o retoques de Photoshop. También son inteligentes, cariñosas, desternillantes y divertidas, pero yo nunca he oído a nadie decir "que salga bien mi ingenio en la foto" antes de hacerse un selfie, ¿y tú?
Me preocupaba mi aspecto al ponerme un bikini y estar a su lado. Me preocupaba que una foto de mí estando gorda acabara en las redes sociales. Y me enfadaba conmigo misma por preocuparme por esas cosas y por sentir la presión de preocuparme.
Existen innumerables razones por las que las personas tienen una relación de amor-odio con su cuerpo, pero resulta muy difícil darse cuenta de por qué odias el tuyo. Creo en el feminismo y en que se me juzgue por algo más que por mi aspecto. Me enfado si alguien llama "zorra" a Kim Kardashian por publicar una foto de ella desnuda en Instagram. Pero, al mismo tiempo, esa foto de la que hablamos me hace sentirme acomplejada.
Para alguien como yo, resulta conflictivo alegrarme por las mujeres que, como Kardashian, están lo suficientemente cómodas consigo mismas como para demostrárselo así a todo el mundo y a la vez desear que las mujeres dejen de publicar selfies de ellas desnudas porque no me hacen sentir bien.
Llevo trabajando en revistas desde que tengo 18 años y he visto la cantidad de Photoshop que se utiliza y sigo sintiéndome presionada por tener el mismo aspecto que tienen las mujeres de esas fotos editadas. ¿Es raro, verdad? Uno pensaría que después de saber la verdad se me pasaría. Pero a pesar de todo lo que he visto y sé, siento que todo el mundo espera que yo también tenga ese aspecto. No saben lo que yo sé y eso en mi mente se traduce en que no dejarán de compararme con las fotos editadas que aparecen en las redes sociales.
No sirve de nada culpar a Instagram. El propósito de la red social es compartir fotos y vídeos y, obviamente, cuanto más atractivas sean las fotos y los vídeos, mejores resultados obtendrán. Me encanta mirar las preciosas imágenes que aparecen en mis redes sociales y ya tenemos una red social que premia las buenas bromas: los chats en grupo. El que tengo con mis amigas se llama "Aquí están las chicas" y es mi elemento de Internet favorito. No hay juicios ni comparaciones, sólo buenas charlas, chistes y felicitaciones cuando una de nosotras cuenta buenas noticias.
No sé cuál es la solución o cómo se supone que tenemos que animar a las jóvenes como yo a quererse de verdad. Pero sí que sé que unas vacaciones de verano no tienen nada de relajante si odias tu cuerpo. Tomarse una buena hamburguesa y beberse unos cócteles en la piscina son cosas mucho más agradables que mirarse las lorzas y preguntarse qué pensarán los demás de ti. Lo cierto es que es muy probable que no piensen nada. Al menos no pensarán lo mismo que yo.
Este post fue publicado originalmente en la edición australiana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.