Carlos Sobera confiesa en 'Mi casa es la tuya' uno de los mayores secretos de '¿Quién quiere ser millonario?'
El momento más mítico del concurso no fue tan genuino como pensábamos.
Carlos Sobera estuvo este viernes en Mi casa es la tuya (Telecinco) y desveló uno de los mayores secretos de ¿Quién quiere ser millonario?, el programa que presentó durante años primero en Telecinco y después en Antena 3.
Es la historia que hay detrás de uno de los momentos más célebres del concurso: cuando Enrique Chicote usó el comodín de la llamada en la última pregunta para informar a su mujer de que se iba a llevar los 50 millones de pesetas que estaban en juego porque se sabía la respuesta.
Aquel momento pasó a la historia, tanto del programa como de la televisión. Pero no fue tan genuino como hemos pensado durante todos estos años. Sobera contó a Bertín Osborne de dónde procedía la idea original.
"Voy a contar algo que no sabe nadie, solo los que hicimos el programa y pocos más", avanzó. Por lo visto, una semana antes de la grabación de aquel mítico episodio, un periódico publicó que un concursante de la edición estadounidense había utilizado el comodín para llamar a su mujer e informarle de que iba a ganar.
"Y durante esa semana todos los concursantes estuvieron comentando esa noticia. Y cuando llegó este programa [...] Enrique no pudo vencer la tentación de hacer lo mismo", explicó Sobera.
Sin embargo, aquel gesto no gustó nada al presentador y al ver que el concursante replicaba lo mismo que había hecho el concursante estadounidense lo pasó bastante mal: "Por dentro estaba que me subía por las paredes porque creía que la gente iba a pensar que lo teníamos preparado y que era un tongazo... Y la credibilidad es algo muy importante en un concurso. Y no lo estaba, pero él, que conocía la historia no pudo vencer la tentación y dijo: 'Pues si el americano lo ha hecho, yo también".
Sobera afirmó que menos mal que en aquel momento la cámara no estaba enfocándole a él, porque si lo hubiese hecho se le habría visto haciendo gestos amenazantes: "Me daba miedo que se pensara que no era creíble o que estaba preparado, pero también reconozco que era una tentación muy difícil de vencer".