Por qué los perros te huelen la entrepierna cuando tienes la regla
Hay un motivo que explica esos momentos incómodos.
Por todos es sabido que los perros no siempre entienden lo que son las fronteras. Son criaturas a las que les gusta lamer caras de desconocidos u olisquearles la entrepierna.
Este último comportamiento puede dar lugar a más de un momento incómodo, especialmente para las mujeres que están menstruando, que sienten que atraen más la atención de los perros durante ese periodo del mes.
¿Por qué da la impresión de que los perros se revolucionan más cuando hay alguna mujer a su alrededor con la regla? La edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con un par de expertos para descubrirlo.
La verdad sobre los perros olfateadores
"Los perros se dejan llevar por los olores", confirma Kate Mornement, experta en comportamiento animal. "Experimentan el mundo principalmente a través de su sentido del olfato. Cuando una mujer tiene la regla probablemente huele diferente, lo cual resulta interesante para el perro".
El sentido del olfato canino es tan potente que los perros actúan en operaciones antidroga, en investigaciones forenses y en detección de chinches. Tienen unos 200 millones de receptores sensoriales en la nariz, frente a los 5 millones de los seres humanos. Varios estudios también han demostrado que los perros saben detectar problemas de salud como cáncer y migrañas.
"Cuando los perros se olisquean el culo entre sí o cuando huelen la entrepierna de una mujer que tiene la regla, es una forma de buscar información", señala Kirstin McMillan, entrenadora de animales de películas. "Estoy segura de que cuando una mujer menstrúa, por dentro están ocurriendo fenómenos naturales".
Desde el punto de vista biológico, los perros tienen un receptor sensorial especial llamado órgano de Jacobson. En humanos y otros mamíferos, las glándulas apocrinas segregan feromonas, que pueden transmitir mucha información a los perros. Estas glándulas están muy concentradas en la zona de las ingles, así que los perros se sienten atraídos por esta región de nuestro cuerpo cuando llevan a cabo una sesión de recogida de información por olores. También es ese el motivo por el que los perros se huelen los genitales y la zona anal entre sí como saludo.
"Muchas veces tiene que ver con el sexo", apunta McMillan. "Quizás huelen por la presencia de testosterona. Los machos no castrados suelen ser más agresivos y territoriales, así que es más probable que se pongan a oler, ya que tratan de comprobar la testosterona para determinar si tienen que plantear algún tipo de desafío o si están bajo alguna amenaza".
Los machos no castrados suelen oler a las hembras para detectar información sobre su estatus reproductivo, y para saber si pueden montarlas, dependiendo de lo que descubran, añade McMillan. Para saludarse entre sí, las hembras a veces también se huelen en busca de información sobre su fertilidad y con la intención de descubrir si pueden ser una amenaza.
“Imagina a una mujer joven en edad fértil. De algún modo, plantea una amenaza a otra mujer”, afirma McMillan. “Como humanos, hacemos como que no nos importa, pero a los perros sí. Ellos no tienen que fingir”.
Cuando un perro le huele la entrepierna a una mujer que menstrúa no busca exactamente la misma información sobre amenazas y sexo que cuando lo hace con una perra, pero aun así sigue habiendo cierto nivel de interés.
“Hasta ocurre en los rodajes cuando trabajas con un perro”, señala McMillan. “Si la actriz está menstruando, el perro lo sabrá y estará un poco más interesado”.
Mornement cuenta al HuffPost que los perros de un tamaño medio-grande son más proclives a ser “oledores de entrepierna oportunistas”. “Para los perros más pequeños no es tan fácil llegar a oler algo que no está a la altura de su nariz, a menos que estés sentada en el suelo”, matiza.
Los sabuesos, como los perros de San Huberto y los basset hound, tienen un sentido del olfato más fuerte que otras razas de perros, así que es lógico que tengan más interés en las ingles de las mujeres que están menstruando, aclara McMillan. Pero de lo que más depende es de lo bien educado que esté el perro.
“Algunos perros están entrenados para saludar de forma educada, así que, independientemente de lo que detecten, harán como si nada”, argumenta. “Pero, aun así, huelen que tienes la regla. Simplemente están enseñados para permanecer indiferentes. Otros perros son más desagradables y se ponen a restregar su nariz contra la entrepierna de cualquiera para oler en profundidad”.
Mornement da un consejo a quien le toque lidiar con ese perro “desagradable”.
“Si tu perro es un oledor y te avergüenza, enséñale un comportamiento incompatible, como quedarse sentado tranquilamente”, dice. “Usa pequeños regalitos para recompensarlo por sentarse cuando hay mucha gente a su alrededor”.
Paralelamente, muchos perros parecen sentir una atracción similar por los tampones usados de la papelera.
“Creo que muchas tenemos historias de este estilo, como aquella vez que vino gente a casa y Rex salió con un tampón entre los dientes”, recuerda McMillan. “Se ponen a jugar con tu tampón, lo destrozan en mil pedazos, y eso cambia por completo la relación con tu perro. Es tan asqueroso. Están tan atraídos por ese olor que es realmente peligroso”.
Si un perro se traga un tampón, puede provocarle una obstrucción fatal, sobre todo si el tampón ya estaba hecho trizas. En ese caso, lo mejor es tratar de inducirle el vómito y llamar inmediatamente al veterinario.
“Al final es probable que se lo tengas que sacar tú mismo, porque ellos no son capaces de tragárselo. Y si la cuerda del tampón es larga, se le puede enredar en los intestinos”, asegura McMillan, que añade que las sustancias químicas de muchos tampones tampoco son buenas para los perros.
La mejor forma de evitar esta escena es usar cubos de basura con tapa, pero a veces ni siquiera eso es suficiente. “Si tienes un Houdini, quizá necesitas un cubo de basura con cierre seguro, aunque normalmente tampoco es para tanto”.
Al fin y al cabo, McMillan ve esa situación incómoda como un pequeño efecto colateral del increíble poder del olfato canino.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano