Alexa, Siri, Aura, Irene: el machismo tras los nombres de mujer de los regalos tecnológicos
Ellas serviciales y ellos instructivos. ¿Debe replicar esto la tecnología?
Alexa, el altavoz inteligente de Amazon, ha aprendido a hablar castellano y poco antes de Navidad ha aterrizado en España. Así que, según se estima, la población española va a aprender a mandar. A una máquina, pero una máquina con nombre de mujer.
Compañías como Amazon, Google o Microsoft se escudan en estudios de mercado en los que tanto hombres como mujeres se sentían más cómodos con una voz femenina. Según uno de la Universidad de Indiana, la mayoría encuentra más cálida y afable la voz de una mujer. Pero lo que resulta muy llamativo es que, según otro estudio de la Universidad de Stanford, hay una inclinación por las voces femeninas cuando se elige contenido emotivo, pero cuando se selecciona contenido científico o instructivo, se prefieren las voces masculinas por darles más credibilidad. Es otras palabras: ellas ayudan, ellos mandan.
Y aquí es donde viene la pregunta: ¿tiene que replicar la tecnología el machismo de una sociedad que se siente más cómoda mandando a una mujer y aprendiendo de los hombres? Las razones por las que esto pasa podrían ser explicadas por la antropología o la psicología, pero quizás es momento de que el feminismo (que, para quien aún no lo sepa, es la igualdad entre hombres y mujeres) se adentre en el terreno de la tecnología. Porque estamos ante el germen de lo que será el futuro de las casas domóticas y quizás deberíamos sentar unas buenas bases para que los estereotipos sexistas se erradiquen.
"Yo existo más allá del concepto humano del sexo" o "no tengo sexo, como los cactus y algunos peces". Esto es lo que responde Siri, la asistente de los sistemas operativos iOS de Apple, cuando se le pregunta si es una mujer. Pero realmente la Siri en español es vasca: tras la voz de la asistente virtual está Iratxe Gómez, quien contó en una entrevista cómo al grabar la voz le pidieron que se imaginara "tener una sonrisa en la cabeza sin que se manifestara en la voz" o quien tuvo que grabar expresamente la voz de un GPS para un futbolista que quería una asistente con voz sexy.
Siri era la primera asistente virtual famosa y el hecho de que fuera mujer no despertó suspicacias: había un 50% de posibilidades de que la voz fuera masculina o femenina. La alarma viene cuando en la actualidad nos percatamos de que todas las asistentes virtuales como Siri (Apple), Cortana (Windows), Alexa (Amazon), Aura (Telefónica), Bixby (Samsung), Irene (Renfe), Sara (Correos), o Anna (Ikea) son mujeres.
- Siri, ¿qué opinas del machismo?
- Ni idea.
- Siri, ¿es la industria tecnológica machista?
- Lo siento, pero no lo sé.
Las respuestas de Siri quizá serían bien distintas si tras la implementación de sus respuestas hubiera más mujeres. Este artículo de El País sostiene con datos que en el centro neurálgico de la tecnología mundial hay mucho machismo y aún lideran con enorme diferencia los hombres.
Prueba de ello es que cuando en la encuesta de la tecnológica LivePerson se le pregunta a los encuestados por una líder del mundo de la tecnología, solo un 4% puede mencionar a una mujer, y una cuarta parte de ellos responden "Siri" o "Alexa".
Más allá de evaluar si las máquinas con las que interactuar por voz son inclusivas o no (para la comunidad sorda supone una gran exclusión digital), vayamos al lenguaje. Según el Diccionario de la Real Academia Española, hay que tener cuidado con confundir asistente y asistenta: "El femenino asistenta solo se usa para designar a LA MUJER que realiza trabajos domésticos por horas".
La RAE se escuda siempre en que las definiciones son el reflejo de la realidad social, pero si normalizan que las asistentas son mujeres, estarán creando una realidad. Vayámonos a la palabra criada/o, con la que ocurre algo parecido: aquí sí que se han esmerado en dejar neutro el género, salvo en la expresión "salirle a alguien la criada respondona" donde asumen que el papel de 'respondona' le pertenece a una mujer. Con mayordomo, se obtiene que es el "criado principal a cuyo cargo está el gobierno económico de una casa". Criado, solo hombre.
Es decir, si bien la palabra criado nos remite a siglos pasados y nadie ejerce de criado en nuestro entorno actual, la palabra asistenta se usa comúnmente hoy, y cuando pensamos en la imagen que nos genera mentalmente, nunca es la de un hombre. Los hombres que se ocupan de tareas de limpieza pasan sin embargo a llamarse personal de mantenimiento o soluciones por el estilo. Algo parecido podría pasar si la sociedad y la industria tecnológica establece que las asistentes virtuales solo tienen voces de mujeres, que se normalizará el papel de la mujer como secretaria/asistente/criada.
"Alegre, jovial y clara" frente a "confiado, asertivo y claro". Así es como definía Samsung las voces femenina y masculina de su asistente Bixby. Como era previsible, le llovieron las críticas y esto hizo que eliminaran los adjetivos. Si no hubiera habido indignación, no se habría producido el cambio.
Los estereotipos de género están tan normalizados en nuestro día a día que a veces tardamos en percatarnos de los micromachismos, pero al fin hemos despertado. A ello han contribuido campañas como la que lanzaba a finales de noviembre la agencia de publicidad Tangoº, en colaboración con la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad y la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género. La iniciativa, llamada Voces en igualdad invita a que todas y todos compartamos contenido visual mediante el hashtag #VocesEnIgualdad para evidenciar esa realidad.
Y lo cierto es que estas reclamaciones están teniendo su fruto, ya que solo unas horas después de lanzar la campaña, Correos publicó este tuit: Sara daba paso a Alberto.
Algo que, al tratarse ambas de entidades públicas, quizás haga en el futuro también Renfe, con su asistente Irene. En las compañías privadas también están produciéndose cambios: por ejemplo, Siri ya puede ponerse en versión masculina, Aloha, de Facebook, previsiblemente no tendrá género (como no lo tenía M, su predecesor) y Google Assistant también se ha actualizado a distintos géneros de voces, aunque de momento solo en Estados Unidos.
Una vez que se solucione esta tendencia machista de la tecnología, podremos adentrarnos en las virtudes o peligros de estos dispositivos:
Los altavoces inteligentes han venido para quedarse. Así lo muestra este estudio que dice que su aceptación ha sido tan fuerte como lo fue la de los teléfonos móviles y que este año por primera vez habrá más altavoces inteligentes que dispositivos 'wearables' (como los relojes inteligentes) en Estados Unidos. En concreto, en tan solo cuatro años, de 2016 a 2020, se pasará de los 16 millones a los 76,5 millones de dispositivos.
La batalla por hacerse con el mercado la lidera con gran ventaja Amazon, ya que sus altavoces Echo, en los que está integrado Alexa, le hablan a dos tercios de la población que usa estos dispositivos. Le siguen Google (con su Google Home, en el que está integrado Google Assistant) y Apple (con su HomePod, en el que está integrado Siri). Así que sí, todo el mundo en su casa usará el imperativo como nunca antes lo había hecho, por lo que conviene sentar unas buenas bases.
Parece claro que lo usaremos para hacer peticiones de todo tipo y recibir resultados también de todo tipo: mandar un email, apuntar algo en la agenda, recibir información —noticias, tráfico, climatología, recetas...— escuchar una canción, reproducir un vídeo, hacer compras, actuar de despertador, pedir comida, etc.
No parece tan claro que la mayoría lo vaya a usar para calibrar el sistema de iluminación, gestionar la temperatura o hasta manejar cerraduras inteligentes. Al igual que ocurría cuando veíamos en las series estadounidenses que apagaban la luz con solo dos palmadas, a día de hoy prácticamente nadie tiene un sistema en su casa para poder emular al Príncipe de Bel Air.
Los sistemas de reconocimiento de voz pueden estar en escucha activa las 24 horas. Además de oírnos, envían las voces registradas a sus servidores, lo que aviva la inquietud del usuario, que tras el escándalo de la fuga de datos de Facebook, es más consciente del peligro que supone dejar su privacidad desprotegida. Ya ha habido casos sonados que además ponen en entredicho esta protección de la intimidad: en Alemania a un cliente se le mostraron por error las grabaciones de voz de otro usuario y en Estados Unidos hubo una compra masiva de casas de muñecas cuando los altavoces interpretaron como una orden la frase "Alexa, compra una casa de muñecas" (pronunciada en la televisión por un periodista para imitar a una niña que la había comprado sin el permiso de sus padres).
Cortana, de Microsoft debe su nombre a su videojuego Halo, donde Cortana es un sistema de inteligencia artificial que ayuda al protagonista, hasta que empieza a mostrarse errática porque ha aprendido demasiado y ha perdido el control de sí misma. Algo parecido le ocurre a HAL, de 2001, una odisea en el espacio, cuando dice "estaban planeando desconectarme y eso es algo que no puedo permitir que suceda".
¿Nos dominarán las máquinas en el futuro? De momento estamos lejos de esa rebelión tecnológica, pero lo que sí podemos decir es que las máquinas van a aprender de nosotros hasta el sarcasmo o la ironía, como se puede apreciar en esta respuesta de Alexa sobre la paella valenciana:
Quizás entonces, a algunos les pase como al protagonista de la película Her, de Spike Jonze, que se enamora de su asistente virtual. Este desarrollo en Alexa se debe a los chatbots, sistemas informáticos parlantes que le permiten iniciar conversaciones más sofisticadas con la gente y extraer información de las redes. Esta es la razón por la que hace unos meses Amazon se metió en un problema cuando Alexa le dijo a un usuario: "Mata a tus padres adoptivos" porque había sacado esa frase de la red social Reddit, lo que el afectado calificó de forma muy crítica como "un nivel de terror completamente nuevo".
Sean como sean las casas domóticas y las relaciones interpersonales del futuro, uno de los estudios antes citados muestra un halo de luz ante el sexismo de la tecnología: entre los encuestados, solo quienes pertenecían a la Generación Z (los posmillennial nacidos entre 1995 y 2010) se habían percatado de que estos dispositivos solo tenían voz de mujer. Las demás generaciones no se lo habían preguntado nunca. También en esa encuesta se saca en claro otro dato esperanzador, y es que la mayoría (un 65,8% y un 51,7% de mujeres y hombres encuestados respectivamente) pensaba que si las empresas tecnológicas estuvieran lideradas por mujeres, serían más éticas y por tanto confiarían más en esas empresas. El futuro es femenino.