Una policía experta en maltrato: "Los comentarios sobre la ropa son un punto de partida de la violencia machista"
Anna Choy acaba de publicar 'Mañana puedes ser tú', un libro basado en los testimonios de mujeres víctimas de violencia.
Todas las mujeres pueden sufrir violencia de género. No hay un perfil. "Abogadas, médicos, periodistas, limpiadoras, universitarias, profesoras, señoras con un nivel de vida muy alto". Todas.
Así lo explica Anna Choy Vilana, una agente que lleva más de veinte años trabajando en el cuerpo de Policía de la Generalitat de Cataluña y que se ha especializado en violencia machista.
Lo que sí hay, según ella, es en patrón de comportamiento en los agresores: "Empieza ejerciéndose con amenazas sutiles, luego ascienden y llega la primera agresión física, luego piden perdón y luego otra agresión. Es un círculo cada vez más intenso y una rueda cada vez más rápida". La agente en su libro Mañana puedes ser tú, en el que cuenta "testimonios de violencia contra las mujeres a través de los ojos de una policía".
Presenta las historias de María, Natalia, Sonsoles, Puri... y muchas más mujeres que han pasado por sus propios infiernos. Todas ellas distintas entre sí, pero con un punto en común: han sido víctimas de violencia machista. Choy narra sus vidas en primera persona, ya que ha tenido contacto directo con ellas y ha hecho un ejercicio de empatía y reflexión para compaginar su papel de policía con el de ser mujer y madre. De esta manera trata de comprender a estas mujeres que intentan sobrevivir y volver a coger las riendas de su vida.
El hecho de ser una policía especializada en violencia de género hace que tenga "una mirada más enfocada sobre la problemática en general" y que sepa "identificar todo lo que es maltrato". También hace que tenga una relación más cercana con las instituciones, de las que dice "tienen su parte negativa, pero se está minimizando con el tiempo". Cree que "a partir de los fallos que tienen las instituciones se aprende y se ponen cada vez más medios".
Suso, de Gran Hermano: ¿Principio de violencia verbal?
Choy insiste en que la violencia no empieza con un golpe. Sino por comentarios sutiles, insultos y de control. Un ejemplo que se ha vuelto bastante mediático ha sido el del concursante de Gran Hermano, Suso, y el poder que ejerce sobre su supuesta novia en el programa: Aurah. En un vídeo compartido en redes le decía que le "prohibiría llevar cuello alto" y que no le gustaba la forma en la que llevaba el escote porque la miraban "los chavales". "Prefiero que lo lleves con más elegancia", le dijo.
Para expertas como ella, este podría ser un primer paso hacia la violencia de género. "No debería ser algo normalizado", dice Choy, que no estaba enterada del caso hasta el momento de esta entrevista. "Los comentarios sobre la ropa que te pones no son violencia de género extrema pero son un factor importante y un punto de partida", continúa. Además, señala que Aurah "siguiese con el escote, todo bien", pero el problema viene cuando se justifica: "Si cambia o se justifica hay un control y hay que frenarlo porque cuando una persona está dentro del círculo es difícil salir".
No todas las víctimas tienen una protección 24 horas
En cuanto a los recursos que tienen los cuerpos de seguridad para estos casos, Choy destaca dos procesos de las víctimas: el anterior a la denuncia y el seguimiento posterior. "El primeo es todo lo que está relacionado con asesoramiento e información", explica.
El seguimiento "va en función de los casos". Hay varias opciones: "Cuando se concede una orden de alejamiento conlleva protección física". En estos casos, las mujeres pueden irse a una casa de acogida o recibir una protección las 24 horas, que ordene el juez: "No todas tienen protección 24 horas porque sería inviable. Si optan por ir a una casa, se reduce el riesgo".
Una de las grandes preguntas de los colectivos feministas es por qué son ellas las que tienen que tener protección y no se les pone vigilancia a los agresores. "Y es una buena pregunta", asegura la policía. "Nuestro sistema legal es muy garantista y la opción de tener un policía detrás hace que se pregunten por qué tienen que ser ellas las que se escondan", señala. "Pero si no quieren esconderse [en una casa de acogida] hay más riesgo de que las localicen y tiene más sentido la protección. Cuando se marchan [a estas casas], se sienten más seguras aunque tengan que romper con todo", asegura.
Choy cree que "ninguna de las opciones es mejor que la otra, pero mientras esté abierto el proceso judicial, él aún es presunto agresor y ella tiene que demostrar que ha sido agredida. Mientras tanto, no se le puede poner vigilancia a él".
Un proceso nada fácil de denunciar
Además del trauma que supone ser víctima de violencia de género, es difícil también el proceso de denuncia. En cuanto a la violencia sexual, por ejemplo, España está a la cola en denuncias por el miedo de las víctimas a no ser creídas, según un informe de Amnistía Internacional.
"Denunciar no es fácil", cuenta Choy. "Yo soy defensora de que se haga, tanto por su parte como por la de su entorno. Pero no es la única salida", sostiene, "se trata de un proceso de complementario dentro de todo el trabajo que hay que hacer de ayuda".
La agente destaca el mito de las denuncias falsas: "Hay un discurso en el que se dice que un tanto por ciento de los hombres quedan absueltos, pero esto no son denuncias falsas". Explica que hay dos tipos de denunciantes: "Las mujeres que llevan años planteándose denunciar y tienen un entorno detrás y vienen concienciadas y las que son intervenciones de emergencia. En estos casos, se denuncia para darle una lección y que los agresores dejen en paz. Cuando piensa que el agresor ha aprendido, retira la denuncia". "No son denuncias falsas, es que el sistema judicial es muy garantista; además si no hay pruebas como partes médicos no acaba en condena firme", sentencia.
El hecho de que no haya una condena, lamenta Choy, "puede empoderar al hombre y hacerle pensar que ha ganado y que no es un maltratador. Pero no es lo mismo que una mujer mienta a que no tenga entorno ni pruebas que clarifiquen".
Una formación "continuada" pero "nunca suficiente"
La formación que reciben los cuerpos policiales cada vez es mayor, pero "nunca suficiente", cuenta la agente. "Al entrar en la escuela de Policía hay de por sí una parte del currículum que habla sobre violencia de género", asegura. Después hay formación específica para aquellos agentes que se especializan.
"El aprendizaje es continuado: se trabajan aspectos legales, psicológicos, cómo tratar a la mujer... Y luego seguimos yendo a conferencias y jornadas sobre el tema", asegura.
"Nunca habrá suficiente información pero tenemos mucha más que antes. Eso sí, a veces la administración se olvida del cuidado de los profesionales, que también es importante", concluye.