Una iraquí refugiada en Alemania se encuentra por la calle a su secuestrador de Estado Islámico
El yihadista la abordó en un supermercado: "Sé quién eres, con quién vives, sé tu dirección".
La yazidí Ashwaq Haji asegura haberse cruzado en febrero en un supermercado de Alemania con el yihadista que la mantuvo como esclava sexual en Irak, adonde regresó amedrentada y vive con el miedo en el cuerpo.
El grupo Estado Islámico (EI) secuestró, asesinó o usó como esclavas sexuales a miles de mujeres de la minoría yazidí de Irak cuando se apoderó de un tercio del país en el verano de 2014, sobre todo de la patria de los yazidíes en el monte Sinjar (noroeste).
Ashwaq Haji fue secuestrada el 3 de agosto de 2014. El 22 de octubre de ese año logró huir de la casa de un yihadista iraquí que se hacía llamar Abu Humam. Este hombre la compró "por cien dólares", recuerda durante una visita al santuario yazidí de Lalish, a unos 60 km de la ciudad de Mosul, en el norte de Irak. Junto a ella, cientos de personas conmemoran una de las matanzas contra esta minoría de habla kurda y adepta de una religión esotérica monoteísta.
"Sé que eres Ashwaq"
La madre y el hermano pequeño de Ashwaq también estuvieron cautivos un tiempo. En 2015, los tres se instalaron en Schwabisch Gmund, una localidad a 50 km de Stuttgart, acogiéndose a un programa del gobierno alemán para los refugiados iraquíes. El padre, Haji Hamid, de 53 años, se quedó en Irak.
En Schwabisch Gmund, Ashwaq cuenta que estudiaba alemán y quería encontrar un trabajo hasta que el 21 de febrero de 2018 vio en un supermecado a un hombre bajar de un coche y llamarla por su nombre antes de dirigirse a ella en alemán.
"Me dijo que era Abu Humam, le dije que no lo conocía y empezó a hablarme en árabe", asegura a la AFP la joven vestida de negro, en señal de duelo por sus cinco hermanos y su hermana desaparecidos desde que fueron secuestrados por los yihadistas. "Me dijo: 'no me mientas, sé muy bien que eres Ashwaq y que vives en Alemania con tu madre y tu hermano', conocía incluso mi dirección y otros detalles de nuestra vida" en el país.
La joven contactó inmediatamente con la policía local. "Me dijeron que era un refugiado como yo en Alemania y me dieron un número de teléfono para llamar si él se metía conmigo", añade. La policía judicial de Baden-Wurtemberg afirmó recientemente en Twitter haber "abierto una investigación el 13 de marzo de 2018", pero añade que las pesquisas no pueden "continuar por el momento porque la testigo (Ashwaq) estaba ilocalizable para responder a las preguntas".
La fiscalía federal "estudió el caso", confirma un portavoz a la AFP. "Pero por el momento, a la vista de los elementos de prueba disponibles no hemos podido identificar con suficiente certeza al presunto autor".
La fiscalía alemana ha abierto numerosas investigaciones por terrorismo, crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra contra refugiados o solicitantes de asilo sospechosos de estar implicados en acciones cometidas por grupos yihadistas en Irak, Siria o Afganistán. Se basan en mensajes publicados por los propios investigados en las redes sociales, o en testimonios de refugiados.
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Miedo constante
Ashwaq asegura a la AFP que vio con la policía alemana las imágenes de videovigilancia del supermercado donde se produjo el encuentro y que está dispuesta a comunicar sus datos personales, pero que no volverá a Alemania. Por miedo a cruzarse de nuevo con el verdugo se marchó del país a finales de marzo con su madre y su hermano con destino al norte de Irak, donde asegura vivir atenazada por el miedo debido a que Abu Humam tiene familia en Bagdad.
En el campo de desplazados del Kurdistán iraquí donde se instaló, su padre confiesa que le costó permitir la vuelta de su mujer e hijos después de tres años bajo yugo yihadista en Irak.
"Cuando su madre me dijo que había visto a ese yihadista (...) les dije que volvieran, Alemania ya no parecía un lugar seguro para ellos", afirma a la AFP.
La vida para Ashwaq no es fácil, como tampoco lo es para las 3.315 yazidíes que lograron escapar de los yihadistas. "Todas las supervivientes llevan volcanes dentro de ellas, listos para explotar" en cualquier momento, advierte Sara Samuqi, una psicóloga que atiende a muchas yazidíes.
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