Cómo la crisis migratoria ha llevado a Europa al límite... de nuevo
El rescate del 'Aquarius' sacude la política migratoria de la Unión Europea.
Antes de la decisiva reunión de líderes en Luxemburgo de la próxima semana, varios altos funcionarios han asegurado que el desacuerdo en Europa con respecto a los migrantes de Oriente Medio y África es ahora mismo una amenaza mayor para la cohesión de la Unión Europea (UE) que la crisis de la deuda de 2010-2013.
El nuevo gobierno antiestablishment de Italia llevaba apenas nueve días en el poder cuando empujó a Europa a un punto de inflexión decisivo en materia de inmigración. Al calor de los últimos días de primavera, la época más segura del año para que los barcos repletos de migrantes emprendan el viaje desde el norte de África, Matteo Salvini, vicepresidente de Italia, que también lidera el partido de extrema derecha Liga Norte, rechazó un barco de rescate en el que viajaban cientos de migrantes, dejándolo en el limbo hasta que España accedió a acoger la embarcación, el Aquarius. A bordo iban 629 migrantes del norte de África, entre los que se encontraban 123 menores sin acompañantes y 7 mujeres embarazadas.
El rechazo del 'Aquarius' generó un maremoto en Italia y en toda Europa que condujo a un amargo cierre de las aguas entre Sicilia y Malta. Le siguió una semana de controversia. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, declaró que la medida adoptada desde Roma de impedir a sus puertos la acogida del buque fue un acto de "cinismo e irresponsabilidad". Finalmente, fue la intervención de uno de los nuevos líderes europeos, el socialista español Pedro Sánchez, quien desatascó ese punto muerto al ofrecer puerto seguro al 'Aquarius' en Valencia.
Lo que siguió después fue una serie de reuniones bilaterales organizadas de forma apresurada entre los mediadores políticos de Europa para tratar de encontrar a tiempo una solución para la Cumbre del Consejo Europeo de la semana próxima. El tema es tan serio que varios altos funcionarios señalan que el desacuerdo entre Francia, Italia, Alemania, Austria y Hungría en cuanto a la seguridad de las fronteras y el flujo de migrantes de Oriente Medio y África es ahora mismo una amenaza mayor para la cohesión de la Unión Europea (UE) que la crisis de la deuda de 2010-2013.
Editores y periodistas del HuffPost en sus ediciones de España, Alemania, Italia y Francia se han unido para explicar la situación política de cada país y aclarar por qué Europa nunca ha estado más dividida en cuestión de inmigración.
La línea dura de Italia ante la inmigración gana terreno en los sondeos
El número de inmigrantes destinados a Italia que dicta el Reglamento de Dublín, que exige que los solicitantes de asilo sean procesados en el país de llegada, parece ser demasiado para Roma.
Incluso las políticas de inmigración llevadas a cabo por los gobiernos previos de Matteo Renzi y Paolo Gentiloni destacaban en Europa. El exministro del interior Marco Minniti, que fue elogiado por el propio Matteo Salvini, intentó poner en práctica una política de línea dura en lo relativo a la acogida de embarcaciones pactando acuerdos con Libia para bloquear las salidas de sus puertos mediante centros de detención en la costa norte de África. Sin embargo, las políticas de Minniti, que condujeron a una reducción significativa en el número de llegadas al país (un 80% menos en un año), fueron criticadas por la izquierda por haber creado centros de detención en Libia con poco control sobre los derechos humanos, así como por la derecha, por ser demasiado permisivo con otros países de la UE.
Ahora, su sucesor en el cargo ha decidido ir más allá. La decisión de Salvini de impedir el paso al 'Aquarius' es un acto hostil contra las ONG, y el rechazo de otras dos naves es prueba de ello. Pero además de hacer prácticamente imposible el desembarco de las ONG en Italia, la nueva postura que propuso el presidente Giuseppe Conte en la Cumbre de París con Macron la semana pasada persigue la creación de hotspots (centros de control) en los países de origen.
Salvini, que viajará a Libia para "cerrar la ruta" desde un país que aún está envuelto en el caos tras la muerte de Gaddafi, también anunció que pedirá a la Guardia Costera de Italia que permanezca más cerca de la costa nacional. "Hay muchos países en el Mediterráneo que pueden intervenir: el norte de África, Francia, España, Portugal... No podemos permitirnos traer a media África a Italia", declaró Salvini. En el plano político, esta línea dura gana terreno entre los votantes. Según una encuesta publicada por La Repubblica, la decisión de no autorizar el desembarco del Aquarius contaba con el apoyo del 58% de los votantes.
Por Stefano Baldolini, HuffPostItalia.
A Merkel le quedan pocos días para llegar a un acuerdo nacional e internacional
En Alemania, Angela Merkel y su partido, la CDU, siguen recibiendo presiones por parte del ministro del interior, Horst Seehofer, del partido aliado CSU, para que cambie su política hacia los refugiados en la frontera. Seehofer quiere rechazar a todo aquel inmigrante y refugiado que no tenga papeles o que ya haya sido registrado anteriormente en algún otro país de la UE. Tal y como asegura en declaraciones a la edición alemana del HuffPost el catedrático en Derecho de la Unión Europea Jürgen Bast, esta medida significaría básicamente cerrar las fronteras y darle un giro de 180 grados a la política migratoria de Merkel.
La canciller declaró el lunes ante los medios que iba a tratar de encontrar una solución multilateral para el problema de los refugiados antes de la próxima cumbre de la UE de la próxima semana. Hasta entonces, va a seguir manteniendo conversaciones bilaterales con Italia, Austria, Grecia y otros países afectados por el flujo de refugiados. Merkel también añadió que, aunque no logre alcanzar acuerdos a principios de julio, no significará que la política de Seehofer, a la que la prensa y el propio Seehofer aluden como "plan maestro", vaya a ser puesta en marcha. En lugar de eso, habrá más negociaciones entre la CDU y la CSU. Dado que la mayoría de los observadores se muestran escépticos ante la posibilidad de ver una reacción en toda Europa en menos de dos semanas, la discusión previsiblemente continuará.
El diputado Omid Nouripour, de Los Verdes, declaró a la edición alemana del HuffPost este jueves: "La gente nota una significativa pérdida de control. Eso se debe, ante todo, al completo caos que hay en el gobierno". Las encuestas muestran que la CDU y la CSU están perdiendo la confianza de la gente. Ahora mismo cuentan con solo el 30% del apoyo, su peor cifra en los últimos tiempos. Solamente Baviera, la región de origen de la CSU, parece valorar positivamente la presión que está ejerciendo el partido sobre Merkel, según indica otro sondeo.
Merkel no solo lucha ahora para salvar su política europeísta, sino también su legado: una Alemania liberal, de mentalidad abierta y no proteccionista.
Por Lennart Pfahler, HuffPostAlemania.
Macron, en la cuerda floja
Aunque defendió una postura progresista y abierta durante la campaña presidencial (uno de sus ejes fue la "benevolencia"), Emmanuel Macron aprobó a comienzos de la primavera una ley de asilo e inmigración que algunos consideraron la más represiva de la historia de la Quinta República Francesa: el 52% de los franceses se mostraron en contra. En Francia, el asunto de la inmigración revela una paradoja. Según una encuesta publicada en febrero, el 65% de los franceses creen que "Francia tiene el deber de acoger a los refugiados que son perseguidos en su país", pero, al mismo tiempo, el 63% de ellos opinan que "ya hay demasiados inmigrantes en Francia".
Macron fue elegido presidente como líder de un movimiento de centro por el descontento de votantes de izquierdas y de derechas. Él mantuvo en todo momento que era de izquierdas y de derechas. En la actualidad, la opinión más extendida es que es "de derechas y de derechas". Algunos apoyos de la izquierda de Macron, parlamentarios incluidos, vieron la negativa de Malta e Italia a aceptar la embarcación A'quarius' como una oportunidad de demostrar que la tradición de acoger con los brazos abiertos en Francia no había desaparecido. Al no ofrecer la acogida de la embarcación en Córcega (una isla del Mediterráneo que está mucho más cerca que España y que el barco pasó de largo) perdió una oportunidad. El 56% de los franceses piensan, sin embargo, que hizo bien en no acogerlos. De forma paralela, el presidente francés desató una pequeña crisis diplomática con Italia al acusar a sus líderes por su "cinismo e irresponsabilidad".
Macron asegura que en las próximas semanas hará una "propuesta ambiciosa" para reformar la política migratoria europea. En su discurso en el Parlamento Europeo del pasado mes de abril, propuso "desbloquear el debate con Berlín sobre el asentamiento y reubicación" [de refugiados] y la creación de un nuevo fondo europeo para financiar a las comunidades locales que acogieran a los refugiados. Francia defiende un fortalecimiento de la Guardia Europea de Fronteras y Costas para monitorizar mejor la frontera exterior de la Unión Europea. Macron también está listo para mejorar la labor en los países de origen, un pequeño paso adelante para aquellos que, al igual que Italia, piden centros de clasificación en los países de origen.
Por Paul Ackermann y Alexandre Boudet, HuffPostFrancia.
El nuevo gobierno de España cambia las reglas del juego
"He dado instrucciones para que España acoja al barco #Aquarius en el Puerto de Valencia. Es nuestra obligación ofrecer a estas 600 personas un puerto seguro. Cumplimos con los compromisos internacionales en materia de crisis humanitarias".
Solo llevaba cinco días como presidente cuando, con un simple tuit, Pedro Sánchez dio un giro radical a toda la política llevada a cabo por el gobierno conservador anterior al anunciar que España acogería a los 630 inmigrantes a bordo del 'Aquarius' que se encontraban a la deriva en el Mediterráneo.
El gobierno anterior de Mariano Rajoy había recibido tirones de orejas por parte de ONG's y de instituciones europeas por incumplir con las cuotas de acogida de inmigrantes a las que se había comprometido. En 2015, España se comprometió a reubicar a 17.337 personas. Dos años después, sólo había acogido a 2792, ni la quinta parte de lo prometido.
Y eso que el gobierno conservador de Rajoy no tenía un problema de opinión pública. Según una encuesta de Amnistía Internacional de esos años, España era el país cuya población más apoyaba el acceso al asilo, con un 78% a favor de que las personas que huyen de la guerra o la persecución puedan tener acceso a esa protección.
En un cambio radical en la política de inmigración, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha mostrado dispuesto a acoger inmigrantes y a abordar el tema no como un problema de España, sino de toda la Unión Europea. "Es una llamada de atención en Europa", ha asegurado la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. Este giro ha sido apoyado por todos los partidos que hicieron posible que Pedro Sánchez fuera investido presidente. El Partido Popular, ahora en la oposición, está más concentrado estos días en elegir a un nuevo líder después de la traumática salida del poder de Mariano Rajoy.
Tanto el PSOE como el Gobierno quieren que la visión europea del asunto quede clara ante la opinión pública para evitar que Pedro Sánchez sea acusado de crear un "efecto llamada" con la inmigración irregular, tal y como ya le han acusado varios medios de comunicación conservadores en España.
Uno de los más altos cargos del partido, Óscar Puente, ha matizado que el verdadero efecto llamada "lo crean las guerras, el hambre y la pobreza", lo que empuja a miles de personas a poner en peligro sus vidas al intentar cruzar el Mediterráneo. "Si no lo vemos como continente estamos ciegos y tenemos un problema", ha alertado.
Todas las miradas, incluida la de España, están puestas en el próximo Consejo Europeo de los días 27 y 28 de junio que estará marcada por la importante división entre los socios comunitarios en materia migratoria, especialmente ahora que Angela Merkel ha recibido un ultimátum de su socio de gobierno alemán: o la canciller logra un acuerdo con los socios europeos para afrontar el asunto o rompe el ejecutivo.
Por Carolina Abellán, HuffPost España.
Traducción de Daniel Templeman Sauco