James Rhodes: "Me gustaría sentirme un español de pura cepa"
El pianista británico afincado en Madrid habla sobre España, la música clásica y su falso elitismo y de la importancia de visibilizar los abusos sexuales y la depresión.
James Rhodes es pianista clásico, pero escucha Despacitoy lo ha llegado a tararear delante de todo el Teatro Real, hasta que se lo prohibieron en casa. Viste zapatillas, vaqueros y camiseta y no mantiene esa equidistancia sobre el escenario que tanto caracteriza a estos músicos enchaquetados que se sientan frente a las teclas. Es londinense y, en lugar de té, pide un café cortado con acento british. No representa los estereotipos británicos extendidos entre los españoles, ni tampoco los de los músicos al uso.
De los tópicos en la música clásica culpa a los programadores y, sobre todo, a la educación en los colegios y en casa. "Los pijos con mucha pasta del barrio Salamanca", como él mismo los define con un splanglish de manual, "solo son el 1% del público de este género". Hace unas semanas, para los que no hubiesen leídoInstrumental (2015), la figura de Rhodes revolucionó las redes por un artículo en El Paísen el que hablaba, como extranjero, de las maravillas de España. Se mantiene en esta idea, aunque entiende que los nativos se cabreen con "el Gobierno más corrupto de la historia".
Se describiría a sí mismo con una palabra muy castiza, rechoncho, especialmente después de haber dejado de fumar. Como buen extranjero no se puede resistir con la gastronomía española, sin embargo, no es capaz de elegir entre torrijas o croquetas: "Es como elegir entre Lennon o McCartney". Tampoco se olvida de la sobremesa ni de la merienda, sus conceptos favoritos y sus mayores descubrimientos de la cultura española. Cosas que en Inglaterra serían "imposibles".
No quiere irse de Madrid y menos aún para volver a su país natal. En la capital pasea por el Retiro, visita con asiduidad la librería La Central de Callao y para desconectar utiliza lo que normalmente produce estrés a los madrileños: el metro. Concretamente la línea 6, la circular que rodea toda la ciudad, "cuando va vacía es genial, recorres todo Madrid bajo tierra".
En el Mundial no tiene muy claro su equipo predilecto: una novia argentina, su amor por España y sus raíces británicas no se lo ponen nada fácil. Antes de que se conozca al ganador, Rhodes pasará por el festival Noches del Botánico el próximo 13 de julio. Porque para él, la música clásica no siempre está en los auditorios.
Te has convertido en todo un personaje en España y en alguien de quien todo el mundo habla, algo raro siendo pianista clásico. ¿Por qué crees que no hay tantos músicos clásicos reconocidos?
Sí, es raro que un músico clásico sea tan reconocido, pero es algo bueno. Creo que es necesario, necesitamos que se conozcan a más músicos clásicos. Y vivos.
¿Por qué la gente no está acostumbrada a escuchar este tipo de música?
Diría que tanto los profesionales como los programadores creen muchas veces que la música clásica es 'alta cultura', algo muy elevado solo para gente pija del barrio de Salamanca con abrigos de piel y mucha pasta. Y eso es realmente estúpido, esa gente es solo un 1% del público, un porcentaje enano. La música es alucinante e ir a un concierto de clásica es una experiencia parecida a ir a la Iglesia: cerrar los ojos, todo el mundo en silencio...
La gente corriente cree que este género pertenece a otro tipo de público, pero no. Mis conciertos van desde el Sónar a Las Noches del botánico, los del Teatro Real o el Auditorio Nacional. Pero la música es la misma. Es música clásica, pero no parece tan seria.
¿Y el precio afecta?
No, para nada. La gente se gasta 200 euros en ver al Real Madrid, lo mismo que en ver una ópera en el Teatro Real. Es de locos, pero hay otros que los gastan en Bob Dylan o en Beyoncé. Creo que el problema es que la gente no sabe por dónde empezar en la música clásica. Aunque pagues 50 euros, ¿a qué concierto vas? Miran la programación del Auditorio Nacional y no saben si ir a un concierto, a una sinfonía, a una ópera, a un recital de piano o de chelo; ni qué director es bueno, ni si Bach es mejor que Brahms... No saben absolutamente nada y es confuso.
Esto empieza en el colegio...
Claro, cuando era pequeño todos los colegios tenían una orquesta y viajábamos para ver conciertos. Cuando era joven era inconcebible que no tuvieses música en entre las asignaturas y ahora es la excepción. Estuve hace poco en un colegio público de Leganés, uno sin mucho dinero, y tenían su propia orquesta: un teclado eléctrico, una guitarra eléctrica y algunas grabadoras. Ni violines, ni chelos, ni un buen piano porque no hay dinero. Después el Gobierno dice que la Cultura es muy importante, que den dinero. Pero aquí, en Alemania, en Inglaterra y en todas partes. Se van del colegio sin saber quién es Bach, ni haber escuchado nada.
En ese sentido, ¿hay mucha diferencia entre España e Inglaterra?
No, es lo mismo. Inglaterra es incluso peor, al Gobierno le da igual la Cultura. A no ser que tus padres tengan dinero, el 90% de los niños no tienen la oportunidad de tocar un instrumento ni saber música.
¿Y la educación en casa tiene que ver también?
Sí, es algo muy importante. Creo que la gente no se da cuenta de que si su hijo toca el violín, el chelo o el piano no solo él experimenta la música sino también los padres, los hermanos, los amigos... Cambia toda la Cultura, todo el entorno. Lo he visto cuando he dado clases en Inglaterra, que les influye a la hora de tener una rutina, una disciplina, de concentrarse, de trabajar en equipo, en la forma de comunicarse...
Sé que es difícil para los padres. Llegan cansados de estar todo el día trabajando, de aquí para allá en el metro y quieren ver Masterchef o First Dates, en lugar des sentarse con sus hijos a tocar el piano. Es complicado encontrar tiempo para hacerlo.
Las radios mainstream también influyen en lo que escuchamos, si escuchásemos Radio Clásica cambiaría.
Una de las cosas que me encanta de Cadena Ser es que a pesar de ser una emisora de dos millones y medio de oyentes dedica media hora los sábados por la tarde a poner música de Chopin, Brahms o Mozart. Es maravilloso, me hace muy feliz.
Me pasaba con Instrumental. Le decía a la gente "me da igual si no compras el libro", son 20 euros pero hay una playlist de Spotify que es gratis y tiene 25 grandes piezas de música clásica. Vivimos en una época que en tu móvil puedes escuchar cualquier pieza, de cualquier compositor, de cualquier momento de la historia, y gratis.
De hecho, un estudio de Spotify señalaba que en España era de los países del mundo donde más música clásica se escuchaba.
Y es maravilloso. Ves, por eso me encanta España (risas).
Pero luego esos datos no se ven en el Teatro Real o en el Auditorio Nacional.
Se necesita tiempo para eso. Poco a poco. Hay un gran salto entre escucharlo e ir a un concierto. Es como la gente que ve fútbol por la tele, pero luego no va al campo. Sé que en conciertos como las Noches del Botánico se acaban las entradas, pero la gente necesita más tiempo para ir a un teatro o un auditorio a ver un concierto de clásica.
¿Hace falta tener una gran personalidad para estar en el mundo de la música clásica o tener mucho ego? Beethoven, Bach, Warner eran grandes figuras en sí mismas con sus egos y personalidades.
No, los egos son lo peor. Igual que en los negocios, que en el deporte, que en la escritura... No tienes que tener ego, sino una fuerte obsesión con algo. Si te gusta el fútbol intenta centrarte en marcar goles y si tocas el piano, piensa todo el tiempo en él. Vivo obsesionado con eso, con sentarme delante del piano y desconectar de lo demás, pero no todo el mundo puede hacerlo. No es tanto por la personalidad, es más una cuestión de concentración.
Es muy difícil hoy en día, porque duramos en una página web medio segundo. Cuando quieres tocar el piano, te pones un vídeo de YouTube tocas 10 minutos, no te sale y lo dejas. No tenemos la habilidad de centrarnos cuatro horas al día en hacer algo concreto y así no se consigue el éxito. Messi o Iniesta no pasan 25 minutos al día entrenando, pasan 4 o 5 horas y están constantemente pensando en eso. Y ahora están en el Mundial, así funciona.
¿Y no te vuelves loco?
Claro que sí, pero estamos todos locos. Al menos, un poco. Es imposible no estar loco en 2018. La ciencia no evoluciona al ritmo de las personas, es imposible no estarlo.
¿Crees que ha cambiado la perspectiva del abuso en la sociedad? ¿Ayuda hablar de ello como haces con tu libro Instrumental? [sobre los abusos sexuales que vivió en su infancia].
Lo que cambia la visión es que, por ejemplo, Instrumental se enseñe en las universidades y que eso tenga un impacto contra las violaciones. También que, por ejemplo, Iniesta que estuvo en Chester (Cuatro) hace un par de semanas diga públicamente que había tenido depresión. Cuando alguien coge un micrófono y habla de algo tan difícil como la depresión o los abusos sexuales y se muestra como superviviente, es maravilloso. ¿Cuántos adolescentes y jóvenes ven eso? Dirían "Dios mío, puedo contárselo a alguien" y no se culparían a ellos mismos e intentarían cambiar como suelen hacer.
Joder, mira La Manada, es una puta desgracia; los jueces, un desastre; las leyes son una puta desgracia. Nos queda mucho por hacer, tenemos que cambiar. Los medios y la prensa tienen una responsabilidad enorme y hay que ser consciente de ello. Muchas veces hemos visto titulares del tipo "la víctima iba borracha y con la falda muy corta" y qué cojones importa. O, "admitió que tenía depresión", ¿admitir qué? Admites un crimen, no que tienes depresión. Tenemos la obligación de decirlo, no admitirlo.
Hablando de depresión, ¿qué habría sido de ti sin La Chacona? [la pieza de Bach que según él le salvó tras los abusos sexuales]
Si no hubiese sido esa, habría sido otra. Quizás fue solo suerte, imagínate que hubiese encontrado una Biblia, estaría todo el día hablando de Dios y esas cosas. ¡Dios mío, menos mal que fue la música! Todos tenemos una canción favorita. Estoy obsesionado con Queen y me encanta, creo que a todos nos pasa con algo.
Y después de este año en España, eres casi más español que inglés.
¡Qué cumplido!
¿Qué recuerdas de tu primer día en Madrid?
Lo recuerdo con mucho cariño. Había pedido por la web todo lo pijo y caro del supermercado de El Corte Inglés antes de llegar y lo tenía todo a casa, hasta té inglés. Por la mañana, llegó mi piano y estaba emocionadísmo Llegué del aeropuerto a casa en 50 minutos. ¡50 minutos! En mi vida había tardado eso. En Londres es impensable, por lo menos una hora. Y el precio, 50 euros, maravilloso.
Me puse a limpiar y me acuerdo que hacía muchísimo calor unos 40ºC. Entonces empecé a ensayar en casa y mis vecinos tocaron a la puerta. Pensé que, como en Londres, iban a gritarme y decirme que parara y me callase. Pero no, me dijeron que les encantaba cómo tocaba. Fue una experiencia genial.
¿Y qué fue lo que más te impactó de España en un primer momento?
Los niveles de estrés, a lo mejor es solo una sensación, pero son mucho más bajos, eso se traduce en todos los aspectos de la vida. Es mucho más fácil respirar. En Londres nadie espera al semáforo para cruzar, todo el mundo va con prisas siempre, al teléfono... Todo rápido, acelerado. Nunca tienes tiempo para comer. ¿Merienda? Joder, no hay tiempo, ni dinero. Es carísimo y te mueres de hambre.
¿Qué te traerías de Reino Unido si pudieras?
Nada, literalmente. Hasta los paquetes de cigarrillos cuestan 15 euros, aunque ya no fumo.
¿Crees que los españoles no son muy optimistas con su país?
Sí, de eso hablaba en mi artículo en El País, de lo maravilloso que es España y lo sorprendido que estaba de que tanta gente no estuviese de acuerdo. Lo entiendo, hemos tenido a Rajoy con el Gobierno más corrupto de la historia y durante años no cambiaba. Ahora, menos mal que sí. Encima tenemos el Gobierno con más mujeres de Europa y de la Historia y un ministro de Cultura que no está en Twitter. Es maravilloso.
Pero claro, no sé cómo se siente un nativo español, como extranjero me parece un lugar para sentirse muy orgulloso de todo. Me gustaría poder sentirme un auténtico español, de pura cepa. Tener mi carnet de español pronto (risas).
¿Y las clases de español cómo van?
Cada mes mejor (risas). Los verbos son lo más complicado, pero me cuesta mucho más hablar que escribir. Necesitas mucha confianza para hablar y no la tengo.
¿No te ves volviendo a Inglaterra?
No, para nada. Solo cuando tengo que hacerlo, para ver a mi madre y demás. Me encanta tanto Madrid que hasta la invito a venir. Le digo: "Solo hay 50 minutos al aeropuerto, es una ciudad preciosa, siempre hace buen tiempo ¡y hay croquetas!".