Cómo debe ser un desayuno saludable para un niño
Expertos en nutrición dan las pautas para un buen desayuno e ideas para innovar por las mañanas.
"Mi hijo no sabe lo que es una galleta. Él es feliz desayunando garbanzos". Este mensaje en redes sociales de la nutricionista María Merino junto a la fotografía del pequeño comiendo esta legumbre en su trona despertó hace unos días un encendido debate en torno a cómo es el desayuno infantil ideal desde el punto de vista de la salud. ¿Es tan alarmante que un niño tome este alimento para desayunar? ¿Debería serlo que tome leche chocolateada y una pieza de bollería?
"Lo que recomendaría para los niños, y para cualquiera, es que lo que tenemos que desayunar es comida: que sea materia prima", señala la nutricionista Ana Sirvent. Es decir, dejar a un lado los alimentos ultraprocesados: aquellos con azúcares añadidos, harina de trigo no integral, aceites refinados, aditivos y sal. Por este motivo, "unos garbanzos son muchísimo más saludables que unas galletas", según apunta esta experta. "Culturalmente no los tenemos asociados al desayuno, pero no llamaría tanto la atención si se tratara de hummus untado sobre unas tostadas", reflexiona.
Sin embargo, el abanico que se abre desde las galletas hasta los garbanzos es muy amplio y algunos padres pueden sentirse perdidos. ¿Qué deberían ofrecer a sus hijos por las mañanas? La doctora Katherine García, del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), plantea que es conveniente que el desayuno contenga un lácteo (un vaso de leche, un yogur o queso), alimentos del grupo de los cereales (como pan, cereales o repostería hecha en casa), fruta o zumo natural y, dependiendo de la energía que se vaya a consumir durante el día, alimentos proteicos como jamón o huevo.
Sin embargo, hay que tener cuidado con qué alimentos se eligen porque, sin querer, se puede estar dando al niño más azúcar del recomendado. "Nos han inculcado que el desayuno tiene que ser un lácteo, más un cereal y una fruta. Pero si los cereales están cargados de azúcar, a la leche se le echa chocolate con más azúcar y por fruta se pone una mermelada...", apunta Sirvent. Y, por supuesto, como indica la coach nutricional Ángela Quintas, lo mejor es "nada de bollería industrial".
El chef Juan Llorca, defensor desde los fogones y las redes sociales de la alimentación infantil sana y equilibrada, también incide en evitar los productos azucarados, como galletas, bollería, chocolate en polvo o zumos endulzados: "Permite que el toque dulce lo aporte la fruta". Asimismo, recalca la importancia de aprovechar el desayuno para incluir al menos una de las cinco raciones de fruta y vegetales recomendadas cada día, "como medio plátano en un porridge, una manzana, un par de mandarinas, tomate rallado en una tostada, aguacate...".
En cuanto a los lácteos, el cocinero señala que lo ideal es que sean naturales y sin azúcares ni edulcorantes. Ana Sirvent recuerda que la leche es una buena fuente de calcio, pero si no se desayuna "se puede tomar en otro momento del día o en otra presentación, como unas almendras". Esta nutricionista aconseja también las bebidas vegetales o, simplemente, agua.
En lo que coinciden todos los expertos es en recomendar que los cereales sean mejor integrales. García, de la SEEN, aconseja que sean variados, "para aportar a lo largo de la semana los diferentes nutrientes". Otra buena alternativa sería tomar copos de avena sin azúcar.
Sabida la teoría, ¿cómo llevarla a la práctica sin tener que emplearse a fondo en la cocina en un momento del día en el que las prisas son las protagonistas?
García propone un vaso de leche con un bocadillo de jamón york como opción salada y, si se prefiere dulce, cereales no azucarados sin chocolate y una pieza de fruta.
Quintas, que normalmente ofrece a sus hijos un vaso de leche, un yogur o kéfir y pan que hacen en casa con jamón o con tomate, señala que ocasionalmente hacen bizcocho. "Un desayuno que les gusta mucho es un tazón con yogur y ahí echamos frutos secos, arándanos, moras... Lo solemos hacer el fin de semana y es muy divertido verlos... ponemos distintos cuenquitos con cosas y se van sirviendo", cuenta.
"Si al niño le apetece una tortilla para desayunar, es superbuena opción", señala Sirvent, que también abre la puerta a otros desayunos salados como hummus con palitos de zanahoria o aguacate con especias.
"Pudin de chía con leche, plátano y canela; tostada de paté de tofu y una fruta; bizcocho de espelta integral con fruta; bol de bebida vegetal con copos de espelta inflados y melocotón; una tostada francesa con frutos rojos...", coge carrerilla Llorca. "Igual de factible es desayunar un vaso de bebida de soja con canela y un trozo de pan con tahini, como huevo con aguacate, un tomate cortado a trozos con aceite de oliva virgen extra e, incluso, no desayunar un día", apunta.
"Entre el 5 y el 10% de los niños no desayuna", apunta García. "Y entre los que lo hacen, la mayoría no realiza un desayuno completo, con suficiente aporte calórico. Ya que esto puede tener implicaciones en la salud, sí que habría que 'forzar' la realización del desayuno", considera la doctora.
Llorca es más de la opinión de "nunca forzar a un niño ni para desayunar, comer, cenar, o el momento del día que sea. Es muy importante conocerlo, ofrecerle opciones saludables dentro de sus gustos y, sobre todo, respetar su apetito y sensación de saciedad". Con él coincide Sirvent, nutricionista para la que "con los niños, hay que procurar que el ambiente que haya con comida delante sea lo más agradable posible".
"Hay niños que, como los adultos, se levantan sin hambre por las mañanas", plantea esta experta. "En ese caso hay que mandarlos al colegio con opciones saludables, como un lácteo sin azúcar, fruta, frutos secos..."