Un amor tatuado en medio del infierno de Auschwitz
'El tatuador de Auschwitz', el libro sobre la vida de Lale y Gita Sokolov.
Enamorarse en Auschwitz era enamorarse en medio del infierno pero no pudieron evitarlo. Ella estaba aterrorizada y temblaba de frío mientras esperaba la cola para ser tatuada. Para Lale, fue amor a primera vista. Talló sobre el brazo de la joven el número 34902. En ese momento, aunque no sabía ni siquiera su nombre, decidió que iba a hacer todo lo posible para que ambos sobrevivieran.
Es el inicio de la increíble historia de amor basada en hechos reales que narra el libro El Tatuador de Auschwitz, que se acaba de publicar en el Reino Unido por la editorial Bonnier Zaffre y que llegará a España en septiembre de la mano de Planeta.
El campo de concentración nazi de Auschwitz es uno de los mayores símbolos de la barbarie y el horror del que es capaz el ser humano. Un lugar diseñado para el asesinato masivo en el que perecieron cerca de un millón y medio de hombres, mujeres y niños, principalmente judíos.
El azar quiso que Lale encontrase el amor en medio de aquel lugar, donde trabajaba de forma forzada como tatuador. Era un judío eslovaco de 26 años que fue deportado al campo en 1942. Fue seleccionado para trabajar y le asignaron el número 32407.
Un tiempo después de llegar al campo cayó enfermo de fiebre tifoidea y fue tratado por un preso francés de nombre Pepan, que trabajaba como tatuador, según ha explicado la autora del libro, la cineasta Heather Morris, a la BBC. Pepan le enseñó su oficio y así pasó Lale a ser tatuador, un puesto privilegiado dentro del campo.
Su labor consistía en grabar en el antebrazo con tinta indeleble los números de serie que los nazis asignaban a los presos seleccionados para ser mano de obra esclava en el campo. Estas marcas son uno de los símbolos más potentes y reconocibles del Holocausto. Los no seleccionados eran dirigidos directamente a las cámaras de gas, donde eran asesinados.
El protagonista utilizó el ínfimo margen de libertad de movimiento que le daba su nuevo oficio para intercambiar joyas y dinero de judíos asesinados en el campo por comida y mantener a otros con vida, según explica la editorial británica en los materiales de prensa que ha difundido. Si lo atrapaban, la pena era la muerte.
Así fue como conoció a la mujer de su vida, cuando tuvo que grabar el número 34902 a aquella joven, también eslovaca, de la que quedó prendado.Lale logró averiguar que se llamaba Gita y que estaba internada en la sección del campo donde se ubicaba a las mujeres, Auschwitz-Birkenau.
Esta sección es tristemente conocida por ser la zona de exterminio de Auschwitz, el lugar donde estaban las cámaras de gas. Gracias a la posición como tatuador y a la relación que tenía con algunos guardianes, Lale se las arregló para hacerle llegar cartas, raciones extra de comida, aliento y esperanza a Gita.
El tiempo pasó y ambos lograron burlar a la muerte. Cuando la guerra estaba a punto de terminar por el avance de los soviéticos, los nazis trasladaron a muchos presos fuera del campo, entre ellos a Gita. Lale logró salir más tarde y se trasladó a Bratislava. Removió cielo y tierra buscando en todos los lugares por los que pasaban quienes retornaban de los campos.
Esperó durante meses en la estación ferroviaria con la esperanza de verla bajar de alguno de los trenes. Hasta que un día, siguiendo el consejo de un empleado de la estación, fue a probar suerte en un centro de la Cruz Roja. De camino hacia allí se dio de bruces con una joven en plena calle. Era Gita. Habían sobrevivido.
HECHOS REALES
Tras el reencuentro, la pareja se casó en 1945. Como muchos supervivientes de los campos de exterminio, Lale y Gita apenas hablaron con nadie sobre su historia después de la guerra. Cambiaron sus apellidos originales por el de Sokolov y viajaron a Australia. Allí se establecieron, tuvieron un hijo y una vida feliz.
La autora conoció a Lale justo después de que muriera su esposa, en 2003. "Yo había escrito un par de guiones, y un amigo que tenía en común con su hijo me sugirió que me podría interesar escuchar la historia de Lale", ha explicado a la cadena británica.
Según la escritora, Lale temía ser visto como un colaborador de los nazis, por lo que guardó en secreto su pasado. Pensaba que de ese modo protegía a su familia. Pero cuando Gita murió, Lale sintió que no podía seguir sobrellevando el peso del pasado solo y decidió compartir su historia con Morris.
En algunos vídeos publicados por la editorial, puede verse a Lale que explica a la autora cómo conoció a Gita: "Fue en Auschwitz-Birkenau. Yo era el tatuador y le tatué su número en el brazo izquierdo. Y ella me lo tatuó a mí en mi corazón".