"No hay que darles reproches ni ansiedades". El corto que muestra lo duro que es convivir con el Alzheimer
Jordi Robert escarba en la memoria de su familia para tratar de entender a su madre, enferma de demencia. El resultado es "Eladia".
Un teléfono de teclas gigantes; una mujer en el mar, junto a un pequeño velero; unas manos ajadas que sostienen un peluche. Otros tres fotogramas: una etiqueta con un nombre; una foto de familia hecha en los sesenta o los setenta; las mismas manos ajadas, esta vez empleando una cuchara para comer sopa. Tres más: una cama; una mujer rodeada de niños, sus hijos; un andador. Cada uno de los planos de Eladia narran a la vez el pasado y el presente una mujer que ya no recuerda nada.
Eladia no es un documental más sobre el Alzheimer; es el esfuerzo de un hijo por entender la enfermedad de su madre. "Me sentía impotente, sentía la necesidad de entender lo que ella estaba pasando", explica a El HuffPost Jordi Robert, el hijo de Eladia. El proyecto nació de un momento especial: "Ese día ella estaba muy confundida, no me reconoció, no se comunicaba... Yo, sencillamente, me senté a su lado y le cogí la mano. Eso le hizo cambiar la cara. Me miró y me dedicó una sonrisa. Quise capturar ese momento e hice una foto. Después otra. Y después empecé a grabar".
Esas imágenes sólo explican el presente de Eladia Bru, que hace dos semanas cumplió 90 años. Pero su hijo Jordi también quería narrar su pasado. Para lograrlo, abrió cajones que llevaban mucho tiempo cerrados. "Hace tres años, uno de mis tíos me dijo que tenía en casa un montón de películas de Super-8 de cuando éramos pequeños. Nadie las había visto en 30 años". Eran un tesoro sentimental, fragmentos felices de la historia que su madre ha olvidado: la de su vida.
"Al principio", confiesa Jordi, "ver todo ese material me hizo mucha ilusión y yo se lo enseñé a mi hijo. Mientras reunía y ordenaba los materiales y editaba la película, como es un trabajo bastante técnico, me separé emocionalmente, coloqué una barrera". Fue después, cuando empezó a mostrar su obra a sus allegados, cuando el peso del recuerdo lo golpeó: "Fue al verlo cuando me tocó de verdad".
Pensó en cómo había cambiado su madre: "Primero pasó por la negación: se equivocaba, repetía las cosas y le quitaba importancia, con mucha gracia. Engañó incluso a los médicos. Después, fue consciente de lo que le pasaba. Es entonces cuando se derrumbó y apareció la depresión. Ahí tienen que intervenir los médicos y la medicación, para que salgan a flote".
Eladia, que hace dos semanas cumplió 90 años, está ahora en una fase distinta: "No se acuerda de nada, no nos reconoce. Cuando le enseñas a tu madre una fotografía de su propia boda, o de su marido, y ella no lo reconoce... Es muy duro. Recuerdo que uno de mis hermanos incluso llegó a enfadarse: ¿Pero cómo es posible que no conozcas a tu marido? Pero fíjate, mira la foto, que esto no es posible, que lo tienes que conocer, que has vivido con él cuarenta años".
"Me di cuenta", explica Jordi, "de que lo más importante es entenderlos, darles cariño". Quiere que eso que él ha aprendido con su madre, "una mujer que a los cuarenta años estudió una carrera para sacar adelante a su familia", sea una pista para otras familias en la misma situación: "No hay que darles reproches, ni ansiedades, ni nada. Hay que darles una sonrisa y comprenderlos. Tiene que ser muy duro no reconocer a nadie de repente. Necesitan seguridad".
Por eso, a Jordi le gusta decir que su madre "está en el momento de la empatía". De recordarle con caricias y sonrisas que sigue allí, con ella. "De vez en cuando", explica, "le arranco una sonrisa. De vez en cuando, consigo ver una chispa de la que fue mi madre". Y eso es lo que aspira a mostrar en Eladia.