4 aplaudidas iniciativas contra el desperdicio de alimentos
En el mundo se desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos al año y en los países desarrollados se tiran productos aptos para el consumo.
Según datos de la FAO, el organismo de la ONU para la alimentación y la agricultura, un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo para el consumo se pierde o se desperdicia. Traducido en cifras: 1.300 millones de toneladas al año acaban en la basura.
Los alimentos se desaprovechan o despilfarran de forma intencionada o no a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la producción agrícola inicial hasta el consumo final en los hogares. En los países de ingresos altos y medianos se desperdicia de manera desmesurada al final de la cadena y se tiran incluso alimentos que todavía son adecuados para el consumo humano. En los países de ingresos bajos, la mayoría se pierde en las etapas de la cadena de suministro de alimentos que van de la producción al procesamiento.
Lo que de verdad llama la atención es que, cuando el agotamiento de los recursos y el hambre siguen siendo dos de los desafíos mundiales más urgentes, las cifras de desperdicio se han disparado de manera alarmante. Para reducir esa pérdida, la FAO puso en marcha la iniciativa Save Food, en la que colaboran organismos internacionales, el sector privado y la sociedad civil. Su funcionamiento se basa en en cuatro pilares: sensibilización sobre su impacto y soluciones; colaboración y coordinación de iniciativas a nivel mundial; desarrollo de políticas, estrategias y programas; y apoyo a los programas y proyectos de inversión implementados por los sectores público y privado.
Además de la puesta en marcha de este proyecto global, estas desorbitadas cifras han hecho saltar las alarmas, especialmente en los países desarrollados donde la crisis económica sufrida en los últimos años nos ha obligado a tomar conciencia de la cantidad de alimentos, aún en buen estado, que cada día acaban en la basura. Por ello han surgido numerosas iniciativas gubernamentales, públicas, empresariales e individuales cuyo objetivo es paralizar este hecho. Y estos son algunos ejemplos:
El curso pasado, durante siete semanas, 16 colegios de Castilla y León se sumaron a la campaña 'La comida no se tira', puesta en marcha por la Consejería de Educación de la Junta y empresas concesionarias del servicio público de comedor. Entre todos estudiaron protocolos de actuación para reducir los excedentes y establecieron acuerdos de colaboración con bancos de alimentos y algunas ONG para encontrar una salida a éstos.
La iniciativa resultó un éxito en la consecución de objetivos, pero especialmente a la hora de concienciar a los escolares sobre la necesidad de conservar el medioambiente a través del consumo responsable de alimentos.
Una de las empresas adheridas a esta iniciativa fue Serunion que, además, durante el curso pasado la extendió a 50 centros de toda España, utilizando la metodología sugerida en la "Guía práctica para reducir el desperdicio alimentario en centros educativos", publicada por el Ministerio de Agricultura y Medioambiente.
Según este manual, los escolares y sus monitores se encargan de medir los desperdicios generados cada día y que van reduciendo gracias un programa de actividades y juegos.
En julio de 2014 se abrió en Berlín Original Unverpackt, un nuevo concepto de mercado concebido para reducir los residuos, tanto de embalajes como de comida pues, además de prescindir de atractivos envases, se permite al cliente comprar de una manera eficiente y solo lo que necesita.
Para sus 'inventoras', Sara Wolf y Milena Glimboski, los envases y los residuos son uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. "Los envases son solo basura al final del día. Solo en Alemania, 16 millones de toneladas de ellos llegan a la basura".
La forma de comprar en Original Unverpackt es bien sencilla. Grandes dispensadores permiten a los clientes adquirir solo la cantidad de comida que necesitan y guardarla en los envases que ellos mismos llevan.
Aunque ya hay varias aplicaciones orientadas a ello, una de las primeras fue Tapper. Se puso en marcha en Barcelona hace ya casi dos años gracias a un concurso de emprendimiento social, y su objetivo ha sido crear un punto de encuentro entre consumidores y establecimientos alimentarios para reducir los desperdicios alimentarios. Su funcionamiento es muy sencillo: los comercios adheridos lanzan en la aplicación las ofertas de los alimentos a punto de caducar. El cliente puede reservar los productos a ese precio y pasar a recogerlos en la siguiente media hora.
Los responsables de este proyecto tecnológico y social son Sara Lagoa y Jesús González. "Sara trabaja en la industria alimentaria y era testigo directo de cómo cada día se tiraban kilos y kilos de alimentos. Detrás de la aplicación hay una intención contundente de crear conciencia", cuenta Jesús. "Creo que Tapper tiene futuro a largo plazo. Además, ya estamos trabajando para desarrollarla en Galicia, donde hemos regresado después de unos años viviendo en Barcelona".
El pasado año, Italia aprobó su propia Ley de Despilfarro para facilitar la donación de alimentos por parte de los productores o propietarios de establecimientos, y permitir a los ciudadanos llevarse la comida sobrante de un restaurante.
Aunque una ley similar fue aprobada en Francia anteriormente, al contrario que ésta, la italiana no penaliza sino que premia al que no tira comida en forma de incentivos fiscales, como descuentos en el IVA y en los impuestos relacionados con la basura.
De esta manera pretenden que todo el país asuma que "Es más conveniente donar que desperdiciar", lema que el gobierno ha elegido para publicitar la nueva ley.