Seis datos curiosos que no sabías de la siesta
En sus orígenes era una 'experiencia religiosa'.
Dormir unos 15 o 20 minutos después de comer para reposar el estómago se agradece, más aún en invierno cuando el frío no invita a salir a la calle. Una tradición eminentemente española que ha trascendido más allá de las fronteras y que, a pesar de su mala fama, reporta grandes beneficios para el cuerpo y la mente.
Estos seis datos sobre ese reposo a media tarde te harán reformular el concepto que tenías de la siesta.
En el siglo XI, el clero y su ora et labora también dejaban un hueco sagrado para el descanso. En los conventos benedictinos se seguían las reglas monásticas marcadas por San Benito de Nursia, entre ellas "reposo y tranquilidad en la hora sexta".
La hora sexta (de la que proviene etimológicamente el término siesta) se refería al periodo comprendido entre el mediodía y las tres de la tarde. Por esta norma, los religiosos debían acostarse en silencio para descansar y cargar las pilas para el resto del día. Tras los monjes pioneros, comenzó a adoptarse en otros monasterios y también se la apropió la población no religiosa, que empezó a llamarla "siesta".
A diferencia de lo que se pueda pensar, dormir después de comer es necesario para reposar los alimentos. Además, el cansancio del día necesita una media hora de reposo para aliviar las tensiones físicas. Todo ello ayuda a relajar el corazón, haciendo que esté más descansado, eliminando el estrés cardiaco y ayudando a prevenir el riesgo de infarto.
Indiscutiblemente, la siesta tiene la seña made in Spain, sin embargo, como el jamón y el aceite de oliva, hemos logrado exportarla a otros países como Estados Unidos, donde un 34% de la población recurre a un sueño reparador a lo largo del día. También en Oriente Medio, Latinoamérica o Filipinas han adoptado esta costumbre dadas las altas temperaturas en las horas centrales del día.
La siesta nos sirve para desconectar la mente, llegando a un estado de relajación total. Alcanzar este punto zen nos hace agudizar los sentidos y la capacidad de razonamiento. Al despertar después de un sueño de menos de media hora después de comer seremos más resueltos y nos concentraremos más fácilmente a lo largo de la tarde.
El falso mito de que España entera se paraliza después de comer tiene cierta relación histórica. Con el cambio horario estipulado por el régimen franquista en 1942, los españoles retrasamos el almuerzo a las 14:00 o 15:00h. Esto provocó que los comercios pararan a las 14:00h, para volver a abrir a las 17:00h y cerrar a las 20:00 o 21:00h. Sin embargo, no todo el mundo se echa la siesta durante ese descanso.
Rompiendo tópicos, más de la mitad de los españoles no duerme la siesta nunca. Así lo ha plasmado el estudio de la Asociación Española de la Cama (Asocama), que afirma que solo el 16,2% de los españoles se echa la siesta cada día, el 22% a veces y el 58,6% nunca. Sin embargo, no conseguimos quitarnos el sambenito de dormitar (hasta horas) después de comer.
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