Por qué los grandes conciertos se han convertido en territorio adolescente
Los jóvenes llenan los conciertos y cada lo hacen antes: los motivos de un fenómeno global.
El fenómeno fan no es nuevo. Elvis Presley, Los Beatles, Los Rolling o Los Brincos ya sabían lo que es contar con una legión de fieles que memoriza sus letras, imita sus movimientos, dibuja pancartas o hace horas de cola para colocarse en primera fila. Lo que quizá no se había visto hasta los últimos años es que ese público sea cada vez más y más joven: adolescentes e incluso niños abarrotan los conciertos de las grandes estrellas del pop, ya sean nacionales o internacionales.
Resulta cada vez más habitual ver a púberes en los recintos, que parecen iniciarse antes en el culto a sus ídolos musicales. Como se ha podido comprobar de unos años a esta parte, acuden masivamente a los conciertos pero, ¿por qué? Críticos musicales, locutores de radio y promotores de conciertos apuntan varios motivos como cuestiones familiares, culturales, la piratería, la invasión de los smartphones...
¿Qué les gusta escuchar a los más jóvenes? He ahí el quid de la cuestión.
Evidentemente hay adolescentes que escuchan música clásica, heavy metal o a los que les gusta el hip hop, pero si hay un género musical con el que conectan en masa es con el pop. De hecho, como recuerda el crítico musical de la Cadena SER Iñaki de la Torre, "la música pop y rock nació para ellos en los años 50 y 60. Hasta entonces los discos eran una cosa muy solemne, con música formal para padres, tipo Frank Sinatra".
A partir de mediados del siglo XX surge este nuevo estilo que se dirige directamente a los más jóvenes y que habla su lenguaje, "con letras un poco tontas, un formato fácil de entender con acordes sencillos y que es cantado, en muchas ocasiones, por gente de su misma edad", explica este experto, que dirigió la revista Rolling Stone durante su última etapa.
El género sigue de plena vigencia, entre otros motivos porque se trata de un formato de consumo rápido —de hecho, un abrumador 51% de los jóvenes españoles sólo escuchan 30 segundos o menos de cada canción antes de pasar a la siguiente—. Como apunta De la Torre, escuchar pop "es como comerse una hamburguesa en un McDonald's... no es gourmet, pero te quedas a gusto".
Si de aquellos clásicos como Frank Sinatra se pasó en unas décadas a la explosión de las boybands en el ámbito pop—con permiso de las Spice Girls—, parece que el tiempo de estas formaciones de chicos fotocopiados ha pasado. El hoy es de ellas.
"Últimamente triunfa el fenómeno girl power, de chicas solistas muy potentes. Entre los más jóvenes gustan Ariana Grande, Selena Gómez, Miley Cyrus... Son las nuevas divas", explica a El HuffPost Tony Aguilar, locutor de Los40 con 27 años de micrófono a sus espaldas. Aguilar defiende su creatividad, afirma que "no son todas iguales, ni clónicas". "Una vez que las escuchas ves que cada una hace una cosa muy distinta a la otra, también musicalmente. Por ejemplo, Miley Cyrus acaba de sacar un tema buenísimo, lleno de referencias a los años setenta."
"Aquí entre adolescentes y preadolescentes triunfan sobre todo las españolas Sweet California, son las que más llenan (¡lo llenan todo!) y las que tienen el target más jovencito", reflexiona Aguilar, que asegura que "en los conciertos se ve a muchas niñas con sus padres". Es decir: el patrón es similar al del concierto de Ariana Grande en Manchester del lunes 22 de mayo cuando Salman Abedi, un terrorista suicida, hizo detonar una bomba que mató a 22 personas, muchas de ellas menores.
"Después están grupos como Little Mix en Reino Unido o Fifth Harmony en Estados Unidos, del que se ha separado una componente, Camila Cabello, cuyo single también es muy potente". En cualquier caso, las bandas de chicos tampoco han dejado de existir, aunque justamente las dos más potentes se han escindido y sus miembros han emprendido carreras por separado. "Ha pasado con las dos principales boybands que más atraían: Auryn en lo nacional y One Direction en lo internacional", relata Aguilar. El locutor constata otro fenómeno paralelo: que los artistas también son cada vez más jóvenes, "algo que se ve desde Britney Spears y Christina Aguilera", que comenzaron sus carreras a finales de los 90 y triunfaron con 18 años.
Beatriz de la Guardia, directora de comunicación en la promotora de conciertos Planet Events, sabe calar una tendencia cuando la ve. Y hay una en ebullición que detecta de manera clara: "Estamos viendo que triunfa el mundo latino". "Más que hablar de reguetón, lo que suena ahora se define como música urbana", asegura De la Guardia, y pone como "ejemplos claros" a los colombianos J. Balvin y Maluma. "El caso concreto de Maluma está siendo un absoluto fenómeno internacional. Es éxito garantizado", asegura la experta sobre el criticado artista colombiano.
"El concierto de J. Balvin [el 22 de mayo ante 4.000 personas en Madrid], que es reguetonero y tiene 32 años, estaba lleno de adolescentes". También da una pista para entender que éste es un fenómeno global: "Hizo una versión de Sorry, de Justin Bieber, todo está conectado". De hecho, el propio Bieber ha hecho una versión del hit latino del momento, Despacito.
Si hay menores en los conciertos es —salvo caso aislado— porque sus padres les han dado su permiso. No en vano, y sobre todo cuando se trata de los más pequeños, allí se lo tragan con ellos. Todo por el disfrute del retoño. "Los padres [de los adolescentes de hoy] han oído pop y rock desde que eran pequeños y lo siguen escuchando. Y también han ido a conciertos", apunta Iñaki de la Torre, que introduce la cuestión generacional.
Quizá los más mayores no han vivido lo que es acudir a un gran recinto a ver a un ídolo del pop —hacer la cola, que los altavoces atruenen, sentirse una hormiguita en un mar de gente, saltar con la multitud, corear un estribillo junto a miles de gargantas...—, pero los que hoy son padres de adolescentes sí.
Como señala Arturo Paniagua, experto musical en Los40, los chavales de ahora maman la música en casa porque sus padres son a su vez fans. "En los últimos años sobre todo, quienes van siendo padres inculcan la música a sus hijos. A mí me encantará llevar a mis hijos a festivales o a la sala Sol a ver un concierto", asegura el locutor.
También ocurre a la inversa. "Cada vez el niño arrastra más al padre, no tengo la más mínima duda", reconoce. "Los chicos tienen un consumo de música totalmente libre, y cada vez desde más pequeños. Por eso no es extraño que haya niños en los conciertos, y cada vez más temprano".
La edad del pavo arrolla a los niños también de manera más temprana. Aunque la OMS marca la adolescencia como el periodo entre los 10 y los 19 años, esta etapa parece llegar cada vez antes. De hecho, los pediatras ya han alertado del aumento de los casos de pubertad precoz.
Antes sueltan los juguetes para aferrarse a móviles, series de televisión juveniles y, cómo no, a sus primeros ídolos musicales. "Cada vez empiezan más jóvenes a consumir una música de tintes más adultos, como la de tipo Disney", señala De la Torre. "Tiene las trazas de la música adulta, pero con letras tontas y cantada por niños pequeños. Cuando a los 6-7 años se acaban los Cantajuegos, pasan a esta música de imitación a la de los mayores", prosigue el crítico.
No hay ejemplo más obvio que el de la serie de Disney Channel Hannah Montana, que lanzó al estrellato a divas juveniles como Miley Cyrus o Selena Gomez, que después triunfó gracias a Los magos de Waverly Place. La cadena infantil y juvenil Nickelodeon también ha tenido su parte de culpa: de sus series han salido cantantes como Victoria Justice o la propia Ariana Grande.
Esos niños que veían a sus ídolos en televisión han crecido al tiempo que ellas y han continuado esa fascinación adolescente en su etapa como estrellas del pop.
Ese inicio tan temprano en la música comercial tiene, al menos, una lectura positiva. Como apunta De la Torre, "les sirve para comprender mejor la música adulta". Y, cómo no, para empezar a consumirla, aunque hoy día se haga de manera muy distinta a cómo se hacía simplemente una generación atrás.
Porque el disco (y ya no digamos el cassette...) ha pasado a mejor vida. Los apetecibles y nostálgicos vinilos tienen su hueco en el mercado (alrededor del 15-18% de las ventas), pero el problema está en el mercado en sí: se ha desinflado completamente.
Desde la llegada de la piratería, los datos de ventas de discos han ido hundiéndose año tras año: en 2008 caían un 12% (y entre 2001 y 2008 ya se habían derrumbado en un 64%); en 2009, otro 30%; en 2011, un 11% más... Y, mientras, lo único que aumenta es la compra digital (pero en menos porcentajes y a precios menores que la física). ¿Cómo logra entonces sus ingresos un cantante o un grupo? Mediante los conciertos. Éstos son casi el único modo de remontar una cifra de ventas baja; como ahora todas lo son (mucho más que hace 10, 20, 30 años), cada vez hay más conciertos y más giras. De ahí que sea más frecuente y más fácil ver a los artistas en directo.
Como ejemplo, Justin Bieber ha estado de gira en España tres veces en seis años, siempre con dobles conciertos en Madrid y Barcelona, y vendrá el 22 de noviembre de 2017 a Barcelona y el 23 a Madrid. Total: ocho conciertos. En cambio, los Backstreet Boys, por ejemplo, sólo estuvieron en España en 1999 (en seis conciertos en distintas ciudades, eso sí) y, ya pasado el fenómeno fan, en 2014. Las Spice Girls, un macrofenómeno global que arrancó en 1995, solamente dieron tres conciertos: dos en 1998, en Madrid y Barcelona, y otro más en 2007 en la capital tras reunirse de nuevo.
Si los artistas vienen y lo hacen tan de seguido es porque les compensa: llenan las salas y generan colas imposibles. Pero si no venden discos, ¿cómo llegan a conocer su música los chavales? Quizá la radio no haya dejado de ser un gran altavoz, como explica Tony Aguilar: "Yo hago un globalshow que se escucha en todo el mundo y se convierte en trending topic en 12 países. Es motivo de orgullo. Los artistas siguen viniendo a la radio, congregan a muchos fans, hay miles de personas en las puertas. Por suerte, sigue llenándose. Por suerte, sigue existiendo esa magia".
Sin embargo, Iñaki de la Torre no está tan de acuerdo: "A los adolescentes ya no les llega la música por la radio". Hoy en día, curiosamente, el método para escuchar música es verla: la respuesta está en YouTube. "El acceso a la música es mucho más rápido: hace diez años tenían los reproductores de MP3, no todos, porque eran caros. Ahora todos tienen un móvil y encuentran gratis en YouTube lo que quieran. Si quisieran, seleccionarían distintos tipos de música, pero o te lo inculcan o sólo escuchas lo que te lanza YouTube o lo que te recomiendan tus amigos por WhatsApp".
YouTube y sus videoclips, sí, pero también iTunes, Spotify... Arturo Paniagua también cree que estos servicios son claves en un acceso cada vez más temprano. "Escuchan música cada vez más jóvenes. Cualquier niño tiene en las manos un aparato y en dos clics está en YouTube, por lo que experimenta un mayor contacto desde la música desde pequeños. Crecen con ella de forma natural, no tienen que pedírselo a sus padres ni que ir a una tienda especializada".
A la escucha pura y dura se le une un aliado natural: las redes sociales. Facebook es casi viejuna para los menores de 15 años, que se decantan claramente por Instagram o por plataformas específicas (y centradas precisamente en lo vocal) como Musical.ly. Así, lo que ocurre en Instagram a menudo complementa y refuerza al streaming. "Los artistas que triunfan son los que tienen más seguidores en redes sociales y visitas en YouTube. Hoy en día los adolescentes acceden a la música online... Yo recuerdo escuchar Fan Club o leer una revista, pero hoy la encuentran ahí".
Para los propios artistas, crear esa comunión con las redes sociales es fundamental. Tony Aguilar recuerda que, cuando entrevistó a Ariana Grande hace unos meses, ella estaba tremendamente atenta de sus seguidores y de las redes. "Es una niña de 23 años que se vuelca con sus fans, que está muy pendiente de ellos. Estoy seguro de que esto [el atentado de Manchester] ha sido un palo para ella".
Esa amabilidad y cercanía son fundamentales para cimentar una relación bidireccional construida en las redes sociales: los chicos están atentos de lo que hacen sus ídolos porque éstos también les contestan, se hacen fotos con ellos, les agradecen sus gestos... Así, los fans les siguen paso a paso, día a día: desde cómo desayunan a cómo van a fiestas o dan conciertos por el mundo. Y todo se retroalimenta.
A más éxito, más fans. Las cifras resultan mareantes: sólo en Instagram, Sweet California tienen 300.000 seguidores, Abraham Mateo casi tres millones, J Balvin 17 millones, Maluma 25 millones de seguidores, Ariana Grande 107 millones, Selena Gómez 121 millones... Mueven auténticas masas y generan corrientes de opinión: de los 30 adolescentes más influyentes del mundo, la cantante Sia ocupó el primer lugar en 2016.
No en toda España es tan fácil desvirtualizar y ver a estos ídolos en directo. Así, cada comunidad tiene su ley reguladora sobre el acceso de menores a espectáculos y conciertos. Regiones como Madrid y Cataluña —donde recalan los grandes artistas como Justin Bieber cuando están de gira por Europa— sí permiten la entrada: los que tienen entre 16 y 18 años pueden ir solos mientras que los menores de 16 deben ir siempre acompañados de un adulto.
"En Madrid se ha notado un cambio bestial por la normativa —entró en vigor el 28 de diciembre de 2015—", señala Beatriz de la Guardia. En esta comunidad el cambio legislativo vino impulsado por el movimiento Queremos entrar, que defiende el acceso de los menores a los conciertos en toda España.
Tony Aguilar pone en valor otro factor: "Hemos pasado unos años malos, con mucha preproducción, mucha música grabada. Pero por suerte ahora vuelve lo real, la calidad. A la gente, también a los jóvenes, les gusta ver una buena banda, una batería tocada en directo. Es algo que se valora mucho".
Además, ¿qué mejor regalo o premio para el chaval que tiene de todo y que atesora toda la música que quiera en su móvil que una experiencia en vivo y en directo? "Les encanta el show, escuchar esa canción más allá de en la radio con papá o en su tableta", coincide Paniagua. "Ver bailarines, un espectáculo, es toda una experiencia. Es algo especial, que también gusta a todo padre".
"Hay muchísimas iniciativas nuevas", señala la portavoz de Planet Events. "El cambio legal está transformando la mentalidad", apunta De la Guardia. "Si ya desde pequeños van a conciertos, si tienen la oportunidad, por ejemplo, de ir al festival DCode Kids, eso hace que se vayan aficionando. Hay un cambio generacional y lo estamos viviendo ahora mismo".