No es sólo Jordi Cruz: "Lo raro es encontrar unas prácticas en las que te paguen"
Un 58% de los becarios españoles no recibe ninguna remuneración por su trabajo.
El mediático cocinero Jordi Cruz no paga a sus becarios y España se ha llevado las manos a la cabeza. Esta reacción de mucha gente, que ha tenido lugar a raíz de un reportaje de El Confidencial en el que se denunciaba la precaria situación de los jóvenes aprendices en los restaurantes de lujo —"16 horas a palos y sin cobrar"—, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la precariedad juvenil. Pero, entre los jóvenes, ha surgido otra pregunta: ¿Por qué sorprende tanto este caso si la mayoría de prácticas al acabar los estudios no son remuneradas? La polémica ha llegado hasta el punto de que el sindicato catalán Intersindical CSC ha denunciado al chef ante la Inspección de Trabajo.
No es sólo Jordi Cruz ni son sólo los restaurantes de lujo: desde que comenzó la crisis, los jóvenes dan tumbos entre prácticas y trabajos gratis o con un salario ínfimo hasta meter la cabeza en el mundo laboral -los que lo consiguen-, sin importar el sector. Según un informe publicado por la Comisión Europea, un 58% de los becarios españoles no recibe ninguna remuneración por su trabajo.
Es el caso de Guillermo, que estudió Bioquímica. Las primeras prácticas que hizo fueron las obligatorias de la carrera, en un laboratorio durante seis meses. Aún le sorprende que sean prácticas "que tú abonas por hacer, porque pagas los créditos, pero a ti no te pagan ni el transporte ni nada". Considera que eso está "al borde de la moral, porque tú todavía no eres licenciado pero estás realizando un trabajo. Lo que no es de recibo es que no te paguen ni transporte ni alojamiento ni nada". Su familia no vive en Madrid, por lo que tuvo que conseguir el imposible de sobrevivir en la capital sin ingresos. "Con lo cual, están acotando a los más pudientes el acceso a prácticas", critica.
Tiempo después comenzó sus prácticas del máster de Biotecnología. "Más de lo mismo. Estudias un máster carísimo y te obligan a hacer seis meses de clases y seis de prácticas sin que te den ni un duro". Cree que esto es "aún más contradictorio", porque "ahora sí que eres licenciado y el máster es complementario, así que tu trabajo ya es cualificado. Lo lógico sería que te pagasen algo". Consiguió una beca al realizar el doctorado y, después, estudió un máster de la Industria Farmacéutica con el que, a sus 29 años, por fin ha conseguido un sueldo: "Aquí te pagan las prácticas, pero no pasa en todas las farmacéuticas. Algunas también juegan con aquello de que te estás formando".
Cree que "la gente le echa mucha cara, como en los laboratorios o en las cocinas de estos cocineros. Tener una plantilla en la que los aprendices representan el 50% y no tengan nómina ni coticen, eso sí que es una vergüenza". Recuerda que la mayoría de becarios "sólo piden solventar gastos". Guillermo ha viajado por el mundo y afirma que España es una excepción: "En cualquier otro país, tener unas prácticas con remuneración cero es impensable. Eso es esclavitud".
Alberto, de 24 años, volvió hace unos meses de buscarse la vida en Australia. Sus planes: trabajar en un medio de comunicación. Estudió Periodismo e hizo las prácticas en la agencia de noticias Europa Press. Él, "al menos", cobraba 200 euros brutos al mes. "El 70% de trabajadores eran becarios. No contrataban a nadie", cuenta. "Mis funciones eran básicamente las mismas que las de cualquier otro periodista. Escribía 12 ó 13 artículos al día", recuerda. "Impresiona ver cómo las empresas están funcionando con este sistema, ves que tienen una plantilla en la que van empalmando becas y que, como mucho, hacen contratos de dos años", lamenta.
Alberto sabe que su caso no es el único: "Muchas redacciones se aprovechan ahora de eso, de universitarios y gente de prácticas. Sé que hay otras agencias donde pagan mejor, tengo amigos allí. Pero lo que yo he visto es eso: mal salario y un 70% de becarios".
Raquel, de la misma edad, cuenta lo que vivió al acabar la carrera de Ciencias Políticas. Estuvo entre las mejores estudiantes de su promoción e hizo las prácticas en una fundación que se dedica a la cooperación. "Teníamos unas prácticas obligatorias de un mes -por las que el estudiante paga-, un tiempo bastante ridículo para lo que implica asentar conocimientos técnicos y prácticos de cuatro años". No cobraba, aunque recalca "la suerte" de tener un horario flexible para poder compaginarlo con la elaboración de su Trabajo de Fin de Grado. "Eso sí, las horas que estábamos allí apenas nos levantábamos del asiento".
"Aprender, lo que es aprender... Aprendimos poco", se queja, "no sentí que me llevase una formación técnica específica". "Sabíamos a lo que íbamos... Este es el tipo de convenios que tienen las universidades", critica. Dentro de un mes se va a Bolivia a hacer las prácticas del máster que acaba de finalizar. "Me pagan los vuelos y 500 euros al mes. Es cierto que el dinero que me dan es en concepto de beca, no por una remuneración del trabajo que voy a realizar. Es como darte con un canto en los dientes y decir que tienes suerte con lo que tienes", explica. "En definitiva, es trabajo". Para ella, la remuneración "debería depender de la calidad de los conocimientos que has adquirido".
Rocío es enfermera y está estudiando su segunda carrera, Psicología. Se considera una "privilegiada" por tener un trabajo acorde con lo que ha estudiado, aunque le ha costado lo suyo. Explica que, en carreras sanitarias como Enfermería o Medicina, "las prácticas van más o menos igual". Ella las hizo durante toda la carrera en el mismo hospital. En cuarto curso, las prácticas duran todo el año y las tienen que compaginar con una asignatura y la elaboración del Trabajo de Fin de Grado. "El último año el horario era de lunes a viernes de 14.30 a 21.30", cuenta.
"Son obligatorias y es cierto que ayudan a compensar la falta de personal del hospital, ya que hacemos todas las funciones que hace el resto de enfermeras", explica. "De hecho, algunas enfermeras no te enseñan, sino que te mandan a ti la mierda, porque tienen mucha carga de trabajo", señala. "Lo raro es encontrar unas prácticas en las que te paguen", sentencia.
Berto estudió Trabajo Social. Hizo sus prácticas en un hospital universitario. Duraron 4 meses y entraban dentro del programa de la carrera —"eran 30 créditos que tuve que pagar yo"—. Su horario era de 9 de la mañana a 2 de la tarde de lunes a viernes. "No recibía remuneración ni ayuda para el desplazamiento", cuenta. Su labor consistía en la intervención en casos sociales de urgencias hospitalarias: "Observábamos el caso y en un periodo de 24 o 48 horas había que tener diagnóstico previo y valoración futura".
"Estaba muy motivado. Elegí el hospital porque había casos sociales muy diferentes y se tramitaban distintos tipos de ayuda", cuenta. Alberto considera que era necesaria la "remuneración", ya que se trataba de "un trabajo muy importante" como mediar con las instituciones, hablar con los familiares... "Sin nosotros no se realizarían correctamente ni a tiempo muchas de las intervenciones que se realizaban", cuenta.
Según la profesora del máster de Empleo y Mercado de Trabajo de la UOC Ana Gálvez, "sólo las ganas de adquirir experiencia y debutar en el mercado laboral compensan los hándicaps de un colectivo difícil de cifrar, ya que muchos no están dados de alta en la Seguridad Social". Los sindicatos y algunos expertos reconocen que la situación laboral de algunos becarios ha empeorado con la crisis, ya que muchas empresas se han aprovechado de esta mano de obra más barata.
"Con esta práctica se destruyen puestos de trabajo reales y se precariza el mercado laboral", según Gálvez. El estudio de la CE señala que, para un 70 % de los becarios, la remuneración de su beca no es suficiente para cubrir sus gastos básicos. Para ella, "el gran riesgo actual es que las becas se conviertan en una de las formas de explotación del siglo XXI".
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