Por qué la reelección de Blázquez era lo menos malo que podía ocurrir
El ala más progresista de la Iglesia cree que el arzobispo de Valladolid era la opción más moderada
Si todavía alguien estaba aguardando una revolución en la Iglesia española, tendrá que seguir esperando. Los obispos han reelegido este martes al arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, como presidente de la Conferencia Episcopal. Una decisión continuista, dado que el prelado abulense ya ostentaba el cargo desde 2014, y de la que no cabe esperar grandes reformas. Sin embargo, la elección de Blázquez es la noticia menos mala que podían recibir los miembros más progresistas de la Iglesia.
"Es como el chiste: virgencita, virgencita, que me quede como estoy", resume Javier Baeza, sacerdote de Entrevías y miembro del Foro de Curas de Madrid. Explica que muchos obispos españoles siguen teniendo una línea ideológica muy conservadora como parte de la herencia que dejó el anterior presidente de la Conferencia Episcopal, el ultraconservador Antonio María Rouco Varela, y los anteriores papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Prueba de la fuerza que aún tiene la línea más dura entre los obispos es que el polémico arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, ha sido el segundo candidato más votado. Además, y según la agencia Colpisa, en los sufragios previos también recibió algún apoyo el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, que durante años fue mano derecha del propio Rouco Varela en Madrid.
"BLÁZQUEZ NUNCA HARÍA LO QUE HIZO ROUCO"
Otro de los candidatos que sonaban para la presidencia de la Conferencia Episcopal era el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, que también era visto con muchísimas reservas por la Iglesia progresista. Pese a su supuesto perfil social y su sintonía con el papa Francisco, Evaristo Villar, sacerdote portavoz de Redes Cristianas, asegura que internamente se ha demostrado como "un conservador de muchísimo cuidado".
"Es el tipo de gente que busca mantener el statu quo", asegura el portavoz de Redes Cristianas, que subraya que este arzobispo ha tenido "verdaderos encontronazos" con gente "muy evangélica, muy pastoral, muy de estar con la gente". "Ha eliminado perfiles sociales y ha puesto a otros muy cercanos a Comunión y Liberación y al Opus", añade.
En este contexto, Evaristo Villar define al arzobispo de Valladolid como un hombre "que nunca haría lo que hacía Rouco". Es decir su estilo no es el de la imposición y el dogmatismo ante todo, sino que tiene "un talante abierto, generoso y es buena gente".
NI UN PASO PARA REFORMAR LA IGLESIA
Dicho todo eso, destaca Villar, el arzobispo de Valladolid no ha dado ni dará ni un solo paso serio para "reformar y democratizar la Iglesia" ni se puede esperar de él "ninguna decisión fuerte que reforme la institución". Asegura que el perfil de Blázquez es similar al de Carlos Osoro, arzobispo de Madrid y hasta ahora 'número dos' de la Conferencia Episcopal.
"Estos dos son incapaces de hacer una reforma tan seria y tan fuerte como la que necesita la Iglesia. Tienen un talante distinto, es verdad, pero conservan lo que hay", lamenta. Aunque celebra que es muy distinto tener a "un Juan Pablo II o a un Rouco" que a un "Francisco o a un Osoro".
"Se respira otro aire, como de libertad y de tolerancia. Pero nada de dar pasos en la reforma de la doctrina y de la institución. En eso no se mueven para nada", subraya.
"UNA IGLESIA MUY MIMADA POR EL PODER"
La pregunta es, entonces, si hay algún obispo o arzobispo capaz de dar pasos en esa dirección. Villar no tiene dudas: "Yo creo que no hay ninguno. Porque la institución elige a quien la mantiene, a quien está a bien con ella. Todos los candidatos eran gente que no crean problemas".
El lado más negativo para el ala aperturista de la Iglesia es que la sustitución en la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal de Osoro por Cañizares supone un giro hacia el conservadurismo. "Mi sensación es que el mensaje del papa no está calando en la Iglesia española", resume el cura Javier Baeza, quien cree que el problema es que la institución "sigue buceando en el bienestar que tiene con este Gobierno del PP y antes con el PSOE". "Es una Iglesia que está muy mimada por el poder y quizá por eso tampoco tiene mucha intención o necesidad de cambiar", se queja.
Baeza insiste en que Blázquez y muchos otros siguen apostando "un poco por una Iglesia poderosa, que influya, más que por una Iglesia que se ponga al servicio de los últimos". "Pero es verdad que, de lo que hay...", dice sin completar de la frase. En definitiva: de lo malo, Blázquez era lo mejor.