Jordi Évole: "No sé con qué legitimidad criticamos el muro de Trump"
Este domingo vuelve Salvados. Pero esta vez, Jordi Évole ha dejado de lado la política para centrarse en un problema muy presente en la sociedad española: la adicción a los smartphones. Él mismo se ha sentido identificado con algunos aspectos que trata el programa y, por primera vez en la historia del programa, se ha visto sometido a terapia de grupo.
Tras la polémica del pasado fin de semana por su discurso sobre los refugiados en el Palau Sant Jordi, por el que algunos miembros del Govern le calificaron "manipulador de izquierdas sin fronteras", Évole vuelve con fuerza para seguir tratando todo tipo de problemas en la nueva temporada de Salvados, con temas como la España vacía o las relaciones de nuestro país con Arabia Saudí, "un país con una visión muy peculiar de los derechos humanos. Vamos, que no los respeta", afirma el periodista. En este último tratará las relaciones de España con Arabia Saudí, las contradicciones del Gobierno español y de partidos como Podemos, que "censura los viajes del rey pero tiene alcaldes como el de Cádiz, que está deseando un contrato con ese país porque dará mucho trabajo".
¿Cuántas veces has consultado tu teléfono hoy?
Pues no sé decirte exactamente. Lo que sí te puedo decir son las horas que llevo. Porque me puse una aplicación. En lo que llevamos de día he utilizado el móvil dos horas y cuatro minutos [Son las 15.00].
¿Y un día normal?
Una media de cuatro horas. Me bajé la aplicación cuando empezamos a grabar el programa porque mientras lo íbamos haciendo me sentí identificado con muchas de las cosas que se decían. Y, de hecho, creo que por primera vez en la historia del programa, acabo siendo sometido a terapia en uno de los temas que hemos tratado. Porque le comenté lo que me pasaba a uno de los psicólogos terapeutas al que hemos entrevistado y me tuvo un poco en una terapia de grupo.
Has tratado con chavales en terapia por los smartphones. ¿Afecta por igual a jóvenes que a adultos?
Dicen que es diferente. Que el nativo digital ya no se imagina el mundo de otra manera, porque siempre lo ha vivido así. Nosotros sí que tenemos referencias de cuando todavía el smartphone no había irrumpido en nuestras vidas, por lo tanto no es lo mismo. Pero hay muchos adultos que no dan buen ejemplo a los chavales cuando, por ejemplo, estás en una comida con colegas y, para que tu hijo no te moleste, le das un móvil. Si lo haces cuando el niño tiene tres años no te quejes cuando tiene 10 y tiene su propio móvil.
Llevas más de 22.000 mensajes en Twitter. ¿Se podría decir que eres adicto a esta red social? ¿Has pensado en darte de baja por las críticas o ataques que recibes?
No, no lo he hecho nunca. Pero, precisamente a raíz del programa, el mismo terapeuta me hizo una recomendación que ya veremos si cumplo. Las redes sociales que se pueden consultar a través del smartphone han irrumpido a saco en nuestra vida y venían con manual de instrucciones técnico, pero no con manual de instrucciones emocional o mental. Creo que aún estamos descubriendo esas instrucciones. Ha llegado a saco, como un auténtico tsunami, y creo que ahora nos estamos recolocando todos un poco.
Una de las personas más adictas a su teléfono o Twitter es Donald Trump. ¿Qué esperas de la era Trump?
Creo que tenemos que empezar a tomárnosla más en serio de lo que quizá nos la hemos tomado hasta ahora. Estamos tratando a Trump como el showman que es. Es un tío que da mucho juego mediático pero tendríamos que profundizar un poco en su figura e intentar entender por qué los americanos le han votado y no quedarnos tanto con el flolclore. Porque, precisamente, los medios americanos se quedaron en la capa superficial del personaje, le hicieron más popular todavía y consiguieron arrastrar a miles de americanos hacia sus ideas o a tenerle simpatía para que le acabasen votando. Y creo que este es un error en el que estamos incurriendo también ahora los medios españoles.
El fin de semana pasado diste un discurso en el Palau Sant Jordi a favor de la acogida de los refugiados en España que resultó bastante polémico. ¿Crees que hay que hacer autocrítica cuando hablamos del muro y el veto migratorio de Trump?
Sí que hay que hacer autocrítica con la política de inmigración española. No sé con qué legitimidad criticamos el muro de Trump teniendo la valla de Melilla. No entiendo cómo teniendo una alambrada llena de concertinas, que son las cuchillas que te cortan las manos y las plantas de los pies cuando la intentas trepar, podemos nosotros seguir dando lecciones a Trump de que no construya un muro. Respecto a lo que yo dije en Cataluña, es que no era sólo un problema de competencias, que es evidente que lo hay también. Pero no es sólo eso. Cuando tú vives en un lugar bañado por un mar como el Mediterráneo y en ese mar se están muriendo 5.000 personas, como el año pasado, nunca estaré contento con la actuación ni de un Gobierno autonómico ni de uno central. Sobre el terreno se podrían haber hecho muchas cosas, aunque fuese financiando operaciones de rescate que llevan a cabo las ONG.
Cambiando de tema radicalmente... El director de contenidos de tu programa ha dicho en dos ocasiones que se avergüenza de que Inda y Marhuenda estén en La Sexta. ¿Compartes esta opinión?
Lo que me parece es que desde su cuenta de Twitter personal, uno puede dar su opinión siempre. A partir de ahí no tengo nada más que decir sobre este tema.
Y una de política nacional. Pasado Vistalegre II, ¿Errejón o Pablo Iglesias?
¡Hostia! ¡Yo no estoy para elegir a políticos! A ver como acaba. Yo lo que espero es que no prolonguen demasiado el espectáculo que dieron antes de Vistalegre II porque, para la gente que confió en ellos, no ha sido la mejor imagen que se puede dar de un partido que pretendía hacer nueva política.