¿Mujeres libres o mujeres horno? El debate sobre la gestación subrogada en España
Elena (nombre falso) tiene 31 años, es madre de un hijo y ofrece su vientre en alquiler. Confiesa que lo hace "por dinero". "Estoy en paro y no tengo ningún tipo de ingreso, pero también sé que hay personas que desean ser padres y no pueden. Yo lo veo como una simbiosis", afirma. Su caso reúne prácticamente todos los elementos del debate sobre la gestación subrogada que los grandes partidos mantienen consigo mismos y que se resume, básicamente, en decidir si se trata de una inaceptable mercantilización del cuerpo de la mujer o de una opción más, libre y voluntaria, de entre las que ofrece la reproducción asistida.
Si el tema ha llegado a la opinión pública es, en gran medida, debido a que algunos famosos han recurrido al procedimiento en el extranjero para convertirse en padres. Miguel Bosé, Jaime Cantizano, Miguel Poveda, la baronesa Thyssen, Ricky Martin y Cristiano Ronaldo son algunos de los casos más sonados.
Ciudadanos, que ha organizado esta semana un acto sobre el tema en el que estuvo presente Albert Rivera, es el único partido que se ha mostrado a favor de una ley que regule la práctica en España. Antes de ponerse a favor o en contra, el resto de partidos tiene que encontrar un punto de acuerdo entre las diferentes posturas que existen en su seno. En el PP, las voces favorables de algunos mandatarios como Cristina Cifuentes, Alberto Núñez Feijóo, José Antonio Monago e incluso Esperanza Aguirre se enfrentan a las de quienes, como Lourdes Álvarez, diputada por Murcia hasta 2016, rechazan el procedimiento por motivos religiosos y de "dignidad de la mujer".
La dignidad de la mujer es el argumento que esgrimen dentro del PSOE quienes se oponen a la gestación subrogada. Ángeles Álvarez, portavoz de Igualdad de los socialistas en el Congreso, ha señalado en repetidas ocasiones que su partido "no debe apoyar ninguna práctica que suponga explotar cuerpos ajenos". Frente a ella, otras socialistas que consideran irresponsable ignorar la práctica desde el punto de vista legislativo y recuerdan que durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se articuló un procedimiento para que los menores nacidos de esa suerte pudieran ser inscritos por sus padres de intención.
También pesa en Podemos el argumentario feminista, y sólo Íñigo Errejón, que ha recibido fuertes críticas por ello, ha dejado hasta el momento la puerta abierta a debatir sobre el tema y establecer una posición sobre su posible regulación: "Tengo muchas dudas", dijo en la radio, y resumió así la postura de muchos que no tienen claro qué pensar en la dicotomía económica y moral que plantea la gestación subrogada.
Elena no tiene ninguna duda y cree que la motivación económica y la ayuda a parejas con problemas son compatibles. "Mi motivación es económica, pero de igual manera, beneficio a personas que quieren ser padres y no pueden. Sé que hay muchas personas que deben salir fuera y pagar un dineral, pero lamentablemente irse a los Estados Unidos no es para todo el mundo", argumenta.
REGULAR PARA EVITAR LA EXPLOTACIÓN
Es consciente de que lo que está dispuesta a hacer es ilegal actualmente en España, pero no le "parece bien que no se pueda hacer" y cree que siempre se puede encontrar una solución. De momento, dos personas han contactado con ella para llegar a un acuerdo sobre su oferta; se resiste a hablar de las cifras que barajan y de las opciones a su alcance para llevar a cabo el procedimiento con unas mínimas garantías. Su caso, por la necesidad económica que la empuja y por la falta de seguridad jurídica, es el caso que los contrarios a la gestación subrogada suelen traer a colación en los debates. Pero también es el prototipo de situaciones que denuncian quienes defienden el procedimiento para insistir en la necesidad de evitarlos mediante una regulación clara. Una legislación que, de ponerse en marcha, probablemente descartaría a Elena como gestante potencial, dada su situación.
Aurora González, de la Asociación por la Gestación Subrogada en España, que agrupa a unos 7.000 socios, explica que "cuando discutimos con los feministas, descubrimos que no estamos hablando de lo mismo. Ellos hablan de malas prácticas y ponen ejemplos de lugares en los que la maternidad subrogada no está regulada o lo está, pero muy deficientemente. Nosotros sabemos que existen esas situaciones y por eso precisamente queremos evitarlas en España con una regulación que asegure las mejores condiciones para todos".
Su agrupación, creada hace cuatro años, puso en marcha una Iniciativa Legislativa Popular para regular la gestación subrogada. Actualmente paralizada, a la espera de ver en qué se concretan los movimientos de Ciudadanos, ésta incluía una propuesta de regulación para España: "Contemplamos medidas para asegurar que la situación económica de la gestante es óptima y evitar casos de necesidad económica; se lleva a cabo una valoración psicológica, se crea un registro nacional de gestantes y se establece un contrato lo más completo posible entre las partes".
Estados Unidos, y más en concreto California, es una de las opciones para quienes desean tener un hijo a través de esta práctica. Es, también, la más cara: la contratación de los abogados para cada parte, la suscripción de un seguro para la gestante y otro para el bebé, el pago de los servicios de la clínica, la cuota de la agencia intermediaria entre los padres de intención y la gestante, los viajes, las estancias… elevan el coste a entre 120.000 y 150.000 euros. Hay otras opciones, como Rusia y Ucrania, donde el precio del procedimiento desciende a unos 50.000 euros. Pero no son para todos: "Rusia y Ucrania son países homófobos y vetan a las parejas gays", explica Aurora.
LA SALIDA DEL ARMARIO
Parejas gays, hombres solteros que aspiran a la paternidad… pero sobre todo parejas heterosexuales, en las que la mujer por la causa que sea, no puede gestar. Esos son los perfiles más habituales según González, cuya asociación se puso en marcha tras un caso traumático:
"Una persona que los fundadores conocemos estaba embarazada de 39 semanas cuando sufrió una enfermedad derivada del embarazo que los médicos no supieron detectar. Fue ingresada y se le practicó una cesárea de urgencia, pero el bebé murió y a ella se le tuvo que practicar una histerectomía. Cuando salió de quirófano, a la tristeza de saber que había perdido a su hija, tuvo que sumar la de que no podría gestar de nuevo. Fue a partir de entonces cuando empezamos a buscar soluciones".
Elena también tuvo referencias de la gestación subrogada después de un caso traumático: "Conocí a un matrimonio que ya tenía un hijo. La mujer era bastante mayor, lo pasó mal durante el parto y me propusieron traer a su segundo hijo. En ese momento pensé que era una locura y lo rechacé".
Pero le contaron detalles sobre el procedimiento, que no es nuevo. Paco López, de la asociación Son Nuestros Hijos, apunta a una práctica de décadas: "Esto se hacía ya hace 30 años, lo que pasa es que la pareja en cuestión se marchaba, luego volvía y no se sentía en la necesidad de contar nada y nadie les preguntaba nada. Como cuando las mujeres tenían que ir a Londres a abortar o ponerse en manos de curanderos que hacían barbaridades. En este sentido, con la gestación subrogada, ha habido una salida del armario".
Eso es, de hecho, lo que promueven desde Son Nuestros Hijos: "La gente llega asustada buscando información y es verdad que hay gente que trata de aprovecharse de las situaciones de necesidad", relata López. "Por eso, nosotros ofrecemos toda la información posible y, sin recomendar agencias ni nada que tenga que ver con lo mercantil, les señalamos a los interesados unas líneas rojas que no deben cruzar: no aceptar que no haya contacto con la gestante, no asegurarse de las condiciones económicas, etcétera".
Él es padre de dos hijos, mellizos, por gestación subrogada. Y relata que "para nosotros, la gestante es como una tía. Tenemos un relación fluida y nos escribimos correos todas las semanas preguntándonos qué tal y contándonos cómo va la vida". Ése es un aspecto importante de la normalización, a la que Son Nuestros Hijos dedica buena parte de sus esfuerzos.
"Hacemos cosas con los niños, salimos al campo, en el Orgullo salimos también con un tren… Son cosas para visibilizar la causa y para demostrar que somos unos padres normales y que tenemos unos niños normales".
La lucha por la normalización también es lingüística. Mujeres-vasija, mujeres-horno, vientres de alquiler, maternidad subrogada… "Las palabras son muy importantes y no sólo por llamar a las cosas por su nombre, sino por el efecto que tienen sobre la mentalidad y sobre nuestros hijos. Nos preocupa mucho que esa terminología se traslade a los niños y que nuestros hijos se vean atacados en las escuelas por ser 'niños comprados' y cosas así", explica.
Paco es optimista sobre el debate: "Está muy bien que se hable de esto. Es una cuestión de tiempo y pasará como ocurrió con el aborto o la reproducción asistida. ¿Ya no se utiliza lo de bebé probeta, verdad? Porque está completamente desfasado. Pues igual con esto".