Algo huele a podrido en Francia
La llegada de Donald Trump a la presidencia ha puesto patas arriba Estados Unidos, pero no hace falta saltar el charco para encontrarse un país donde su clase política está completamente revolucionada. En Francia, a tres meses de sus elecciones presidenciales, hay algo que huele a podrido. Y lo peor es que hay mucho en juego: la UE trata de reubicarse tras el Brexit y necesita más que nunca una Francia fuerte, con un líder capaz de asumir los retos mundiales y de hacer frente a la ultraderecha, que podría ocupar el Elíseo de la mano de Marine Le Pen. A medida que pasan los días, el objetivo de alejar esta amenaza de la presidencia se complica más y más.
Basta echar un poco la vista atrás para comprobar cómo han cambiado las cosas en muy poco tiempo. Hasta hace nada, la gran mayoría de los análisis sobre el proceso electoral francés esgrimían el mismo argumento. La cosa estaba clara: la lucha por el Elíseo iba a estar sí o sí entre la derecha y la extrema derecha. Por eso las primarias del Partido Republicano -sí, el del ex presidente Nicolás Sarkozy- eran tan importantes, porque el ganador era el que tendría que impedir que Marine Le Pen se convirtiera en la presidenta. En teoría los socialistas, hundidos por la gestión de Françoise Hollande, no iban a pintar nada y se iba a repetir aquel fatídico escenario de 2002. Entonces el partido socialista perdió en primera vuelta y pasó a apoyar al derechista Jacques Chirac frente a Jean-Marie Le Pen. Pero esta vez, pese a las similitudes a priori entre ambos escenario, las cosas han cambiado. Y lo han hecho de golpe.
Fillon (izquierda) y Marine Le Pen (derecha)
Las primarias socialistas dieron la primera sorpresa: todo apuntaba a que Manuel Valls iba a ser el candidato del partido, pero no fue así: el elegido fue el exministro francés Benoît Hamon, representante del ala más izquierdista. Hamon también pertenece a la facción más crítica con el actual presidente, del que Valls fue primero ministro del Interior y luego primer ministro. En Hamon recae ahora la dura tarea de dar la vuelta a unos sondeos para las presidenciales que le son contrarios: a la cabeza están la ultraderechista Marine Le Pen y el conservador François Fillon, pero también están por delante el exministro de Economía Emmanuel Macron y el radical de izquierdas Jean-Luc Mélenchon.
Pero casi paralelamente a la victoria de Hamon estalló la polémica que salpicó a uno los favoritos: al derechista Fillon. A mediados de esta semana Le Canard Enchaîné publicó que su mujer, Penelope, tuvo durante ocho años un empleo ficticio como asistente parlamentaria que le permitió ingresar 500.000 euros de dinero público. El candidato de la derecha francesa tiró del argumento de ”todo es un complot”, pero entonces la polémica se hizo más grande. Cuatro días más tarde, otra publicación, esta vez Le Journal du Dimanche, publicó que Fillon recibió 21.000 euros como senador de 2005 a 2007 en un dispositivo que está siendo objeto de otra investigación judicial. El rotativo desveló que Fillon ingresó siete cheques de unos 3.000 euros cada uno de una cuenta en el banco HSBC a nombre de la Unión Republicana del Senado (URS), cuyos fondos eran dotaciones atribuidas a los parlamentarios para pagar a asistentes que no habían sido gastadas para ese fin.
Penelope Fillon (izquierda) junto a su marido en un acto de campaña
En esa época, el actual líder de la derecha había remunerado con esas dotaciones del Senado a dos de sus hijos, que estudiaban Derecho, para ayudarle a preparar un libro político (La France peut supporter la verité, publicado en 2006), como él mismo ha reconocido, sin darle más importancia.
DE POLÉMICA EN POLÉMICA
La semana venía cargada de más disgustos para Fillon: dos días más tarde Le Canard Enchaîné desveló que Penelope Fillon ganó más dinero aún con otro supuesto empleo ficticio, esta vez como colaboradora de una revista. Así, la suma que habría obtenido por los dos ascendería a 900.000 euros brutos.
Aunque no es ilegal que los parlamentarios elijan a familiares como asistentes -disponen de 9.561 euros al mes para contratar hasta a cinco- y el propio Fillon ha defendido que su mujer desempeñó realmente el trabajo, este caso ha dañado seriamente su imagen. Tanto, que los republicanos se están replanteando su candidatura. Tras las primeras revelaciones de la semana pasada, y antes de que se pudiera medir el impacto de las última, un sondeo ya ha puesto en evidencia que su popularidad había caído 16 puntos en relación a noviembre, hasta el 38%. Es más, según un sondeo sobre intención de voto publicado este miércoles por Elabe y Les Echos, Fillon quedaría descartado de la primera vuelta y el Emmanuel Macron ganaría a la ultraderechista Marine Le Pen la segunda vuelta.
Los candidatos a las elecciones presidenciales en Francia
Pese a todo él se aferra al cargo insistiendo en que las publicaciones son fruto de un “golpe institucional” de la izquierda y que sólo dejará la carrera por la presidencia si es imputado. En caso de serlo, Alain Juppe, que perdió en las primarias del partido frente a Fillon, ya ha dicho que no ocuparía su cargo. Lo mismo ha asegurado el ex presidente Nicolas Sarkozy, derrotado en las primarias de su partido. Se abriría, por tanto, un interrogante demasiado abismal para un partido político que pretende ocupar el Elíseo en tres meses.
Tocado uno de los candidatos favoritos, a Francia todavía le quedaba por superar otra polémica en su clase política. Esta vez la “salpicada” fue, a mitad de semana, Marine Le Pen. El Parlamento Europeo le exige que devuelva 340.000 euros porque considera que los utilizó indebidamente para remunerar a dos empleados de su partido, que trabajaban en la sede del Frente Nacional y no como asistentes parlamentarios vinculados a su cargo de eurodiputada.
En el caso de la líder del Frente Nacional ya ha habido consecuencias: verá mermado su salario como eurodiputada a partir de este miércoles hasta recuperar la suma que le reclama por un uso fraudulento de los fondos europeos a su disposición. Le Pen había tenido tiempo de enmendar su error: hasta el pasado 31 de enero podía haber reembolsado al Parlamento Europeo la mayor parte del dinero reclamado, 298.000 euros. Contaba hasta el 28 de febrero para entregar la cantidad restante que se le reclama, 41.500 euros. Sin embargo, la eurodiputada de extrema derecha no ha cumplido con los plazos y ha sido notificada este miércoles de que este mes de febrero ya se le va a pagar la mitad del salario. Además, a partir de marzo se le retendrá también la asignación para gastos generales y la mitad de las dietas diarias "hasta que devuelva lo malgastado".
Si Fillon hablaba de un “golpe institucional”, Le Pen ha hecho oídos sordos a la polémica en la que está envuelta y ha preferido centrarse en su oponente. A él sí (y a ella no) le va a pasar factura el escándalo. O eso dice… De hecho, está convencida de que el caso de supuesta corrupción que afecta al candidato de la derecha le ha erosionado y hasta se ha atrevido a pronosticar que el socioliberal Emmanuel Macron será su probable rival en las presidenciales francesas de abril y mayo. "Una relación de confianza se ha roto (...) Le toca extraer las consecuencias" a Fillon, ha manifestado Le Pen en una entrevista a varios medios franceses.
Puede que Le Pen vaya demasiado deprisa con sus predicciones. Si las cosas han cambiando tanto en sólo una semana, quién sabe quién sobrevivirá de aquí a abril. Lo que nadie puede discutir es que, al menos ahora, algo huele a podrido en la política francesa.