El blanqueo de Isabel Pantoja en 'El Hormiguero'
El paso de Isabel Pantoja por El Hormiguero (Antena 3) era uno de los acontecimientos del año. Un evento sólo comparable al nuevo episodio de Star Wars o a la segunda temporada de Stranger Things. Pero no, el programa presentado por Pablo Motos fue más una gala de Telepasión que el show al que nos tienen acostumbrados.
Huelga decir que Pablo Motos no se caracteriza por ser un tipo duro en las entrevistas, tampoco es su papel, pero con Isabel Pantoja ha sobrepasado los límites del peloteo y en algunos caso de eso tan doloroso llamado: vergüenza ajena.
La primera y única entrevista de Isabel Pantoja en España ha empezado muy arriba, con una llamada —totalmente inesperada y nada prevista— de su hijo —el también cantante— Kiko Rivera, que ha dicho que quiere mucho a su madre. Lógico.
El paso de la tonadillera por Cine de Barrio, por El Hormiguero perdón, ha sido soso y aburrido. Un lavado de imagen que probablemente Isabel Pantoja no necesitaba, porque a sus seguidores —que estaban de público y han animado más que las fans de Justin Bieber— poco les importa que haya pasado por ese lugar del que no quiere acordarse.
La cantante ha tomado la palabra y ya en la primera pausa ha repartido agradecimientos hasta al panadero de cuando era pequeña. Un programa carente de ritmo que ha aburrido hasta la saciedad y que ha dejado momentos tan maravillosos como Pablo e Isabel haciendo un salmorejo ante la mirada expectante de su público, que por supuesto ha aplaudido con fervor cada pizca de sal que la tonadillera ponía en la cazuela.
Poco más se puede decir del programa de esta noche, en el que sólo faltaba José Luis Moreno repartiendo apartamentos en Torrevieja y maromos y maromas paseando en bañador.
Para concluir el espectáculo, la folclórica se ha puesto un vestido rojo y acompañada de la orquesta del Titanic ha entonado dos temas, con los que el público ha enloquecido. Era tal el estruendo que por momentos parecía el concierto de Queen en Wembley en 1986.
La Pantoja se ha despedido del respetable dando las gracias de nuevo a media Europa, no se sabe muy bien por qué y con el público entregado lanzando flores y objetos varios.
Todo un blanqueo que probablemente ella no necesitaba.