Jared Kushner, el 'yernísimo' de Donald Trump
Testificará a puerta cerrada ante el Comité de Inteligencia en el marco del llamado 'Rusiagate'.
Dicen que no es recomendable mezclar familia y trabajo, pero eso parece que a Donald Trump no le importa. Su yerno, Jared Kushner, fue durante su campaña electoral uno de sus asesores más cercanos y ha pasado a ser su mano derecha una vez convertido ya en el presidente número 45 de EEUU. Es, nada más y nada menos, que su asesor senior de la Presidencia. Pero, como ha pasado con gran parte del círculo íntimo del presidente, Kushner está en el ojo del huracán por el llamado 'Rusiagate' y el 26 de julio comparecerá, a puerta cerrada, ante el Comité de Inteligencia para explicar el papel que ha jugado en esta polémica.
Kushner no estará solo en ese trago: será interrogado junto al hijo mayor del presidente, Trump Jr. y y su exjefe de campaña, Paul Manafort, sobre sus contactos con Rusia en plena campaña presidencial de 2016 en el marco de la investigación sobre la presunta intervención de ese país en el proceso electoral y la posible colusión con la campaña de Trump.
El yerno del presidente siempre ha estado en el punto de mira. De hecho, el Comité de Inteligencia del Senado lleva insistiendo desde el pasado mes de marzo en que Kushner es una de las personas de la administración Trump que planeaba interrogar como parte de su investigación sobre la influencia de Rusia en la campaña. Pero la polémica fue más allá cuando, se supo que tanto él como Trump Jr. asistieron a una polémica reunión con una abogada rusa en junio de 2016 en la que esperaban recibir material comprometedor de Moscú sobre la rival demócrata de Trump en las elecciones, Hillary Clinton.
Trump Jr sacudió Washington cuando confirmó la reunión publicando una serie de correos electrónicos en los que se le decía al hijo del actual presidente que la campaña podría obtener "información de muy alto nivel y muy sensible" que era "parte del apoyo de Rusia y su gobierno al señor Trump". Esta revelación colocó al hijo y al yerno de Trump en el centro de un creciente escándalo que involucra múltiples investigaciones en Estados Unidos sobre si allegados al presidente coludieron con Moscú en sus esfuerzos por inclinar las elecciones de 2016 a favor del republicano.
¿Y qué dice el presidente de EEUU? Los defiende. Hasta el final. Desde el primer momento dejó claro lo que quería para su familia y según qué miembros de su círculo más cercano.
La prueba de que esto es así, de que Kushner parecía estar destinado a llevar toda su influencia hasta la mismísima Casa Blanca, quedó resumido en una foto. Dos días después de las elecciones estadounidenses, el mundo entero esperaba la instantánea de Trump y su predecesor en el cargo, Barack Obama, después de su primer encuentro, pero la noticia resultó estar también en otro lado. Ese día las cámaras captaron al yerno del presidente electo y al jefe de Gabinete de Obama, Denis McDonough, manteniendo una animada conversación en los jardines del emblemático edificio.
¿Qué significaba aquello? ¿Qué hacía allí el yerno de Trump? Todas las alarmas se dispararon y corrieron como la pólvora los rumores que apuntaban a que se iba a convertir en su asesor. No eran habladurías sin más: el marido de Ivanka, la hija más conocida de Trump, venía de ejercer una gran influencia en el camino de su suegro hacia la presidencia. Tanta, que The New York Times lo describió este verano como el "jefe de campaña de facto" y el encargado de tender puentes entre distintas facciones dentro y fuera de la campaña.
Así, mientras Ivanka Trump se subió a los escenarios del país para hacer campaña por su padre, su marido se encargó de asesorar a su suegro entre bambalinas. Especialmente en los temas relacionados con los medios de comunicación y las redes sociales. Después, a falta de poco más de un mes para que Trump jurara su cargo, Kushner estuvo en el equipo de transición junto a tres de los hijos del presidente electo y este no ocultó que tiene muy en cuenta su opinión.
La decisión de Trump de dejar la gestión de sus empresas a sus hijos para evitar conflictos de intereses juegó también a favor de su yerno. Con ese movimiento, el presidente mantiene el contacto con los gestores de sus 500 empresas y, al mismo tiempo, tiene el control de las agencias regulatorias que les dan subvenciones y supervisan sus actividades; y línea directa con los gobiernos y empresas de los 21 países en los que tiene inversiones. Ahí es donde Jared vio su poder reforzado.
Como su suegro, Jared Kushner, de 35 años, debe debe su fortuna al negocio inmobiliario y entró en él por herencia paterna. Eso sí, a diferencia de Trump, Kushner es poco amigo de los focos y del espectáculo. Pese a ello es de sobra conocido en EEUU: posee el edificio ubicado en número 666 de la Quinta Avenida, un rascacielos ubicado a pocos metros de la Torre Trump en Nueva York y, con sólo 25 años, compró el periódico New York Observer.
La vida de Jared Kushner no ha estado exenta de controversia: tuvo que asumir los negocios de su padre, Charles Kushner, cuando fue a la cárcel por evasión fiscal, represalias contra testigos y contribuciones ilegales a campañas políticas. Lo irónico del caso es que el fiscal que llevó a Charles Kushner a prisión fue el ahora gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, también colaborador cercano de Trump durante la campaña electoral y que fue reemplazado como jefe del equipo de transición y ha quedado relegado a un papel secundario.
Jared e Ivanka durante uno de los actos de campaña de Donald Trump
Según varios medios estadounidenses, Kushner sería quien habría maniobrado para, a modo de venganza, dejar de lado a Christie, que también se ha visto envuelto en un escándalo local en el que este mes dos subordinados suyos fueron condenados. Algo parecido sucede con la destitución de Corey Lewandowski como jefe de campaña de Trump y de varios de los nombramientos en el círculo más cercano del presidente electo: los medios estadounidenses apuntan al yerno del presidente electo como la persona que ha provocado estas decisiones.
Paradójicamente, sobre el papel, la campaña que llevó a Trump a la presidencia choca casi de lleno con la personalidad y la biografía de Kushner. Su silencio durante el periodo electoral lo rompió con una carta publicada en el New York Observer defendiendo al magnate neoyorquino después de que este compartiera en Twitter un montaje de Hillary Clinton con una estrella de David y fajos de billetes para acusarla de corrupción.
A Trump le llovieron las acusaciones de antisemita y su yerno —judío practicante, nieto de supervivientes del Holocausto y cuya mujer se convirtió al judaísmo antes de casarse— no dudó en salir en su apoyo para tratar de enderezar una campaña que desde el principio contó con las simpatías de la extrema derecha.
Kushner sabe que el acceso a Donald Trump es fundamental: ha vivido en sus propias carnes todo lo que se puede hacer teniendo buenos contactos. Según explica en su libro The Prize of Admission(El Precio de Admisión) el Premio Pulitzer Daniel Golden, entró en Harvard después de que su padre donara a esa Universidad 2,65 millones de euros, en una operación de soborno encubierto que, según este autor, es común en Estados Unidos.
Ahora Kushner sigue manteniéndose en su línea: ni se publicita ni habla con los medios. Sabe que se ha convertido ya en el último Trump. Por ahora, en el consejero de palacio del presidente. Quizá, algún día, sea su heredero político.