11 mentiras sobre el envejecimiento, según Valentín Fuster

11 mentiras sobre el envejecimiento, según Valentín Fuster

El éxito de la lucha contra la enfermedad hará que cada vez sea más frecuente vivir más allá de los cien años. El objetivo a partir de ahora es llegar a esa edad con ganas de disfrutarla, es decir, con salud. A comienzos de los 90, cuando la posibilidad del siglo de vida era todavía un tanto difusa, Joaquín Sabina pareció dar en el clavo con sus versos:

Si lo que quieres es vivir cien años

No pruebes los licores del placer.

Si eres alérgico a los desengaños

Olvídate de esa mujer.

Compra una máscara antigás,

Manténte dentro de la ley.

Si lo que quieres es vivir cien años

Haz músculos de cinco a seis.

Pero esa canción se titula Pastillas para no soñar y asocia la longevidad con el aburrimiento. Incurre en el manoseado tópico de que para llegar a viejo hay que dejar escapar la juventud. Ése es uno de los mantras que el doctor Valentín Fuster y el periodista Josep Corbella aspiran a desactivar en el libroLa ciencia de la larga vida. Fuster, uno de los cardiólogos más prestigiosos del mundo, se puso en manos de Corbella, jefe de la sección de Ciencia del diario La Vanguardia, para dar forma a un volumen que a primera vista es un catálogo de recomendaciones para conquistar la vejez y vivirla a tope.

"No es un libro de autoayuda", defienden los autores en el prólogo. Y es cierto, porque más allá del primer vistazo, La ciencia de la larga vida es alta divulgación de las más diversas investigaciones científicas relacionadas con el envejecimiento. Pero sobre todo, es la síntesis de más de cuarenta años de práctica clínica diaria, de cuatro décadas de trato directo con pacientes. Ese es el bagaje del doctor Fuster, que se explica a la cabeza de una mesa en la que se ha servido un menú suponemos que saludable, en un encuentro con periodistas:

"A lo mejor no soy quien para dar consejos, porque duermo entre 3 y 4 horas al día. Por eso la base real de este libro es mi trabajo como médico: veo varios pacientes de más de ochenta años al día y mi conclusión es que son muy felices". Lejos esos pacientes del tópico del viejo cascarrabias, achacoso, apagado e impedido. Lejos el libro de Fuster y Corbella de casi todas las ideas manidas sobre la vejez: más enfermedad, más dolor, más infelicidad, menos placeres, menos sexo, más dependencia… Todo mentira.

"Ninguno de los prejuicios e ideas preconcebidas sobre el envejecimiento se sostiene con los datos en la mano", asevera Corbella. En dos veranos sucesivos, después de trazar un guión para el libro, entrevistó día a día a Fuster. Cada jornada, un tema, una entrevista de 3 o 4 horas. La piel, los órganos, el ejercicio físico, el deterioro cognitivo, las relaciones sexuales, la motivación, la dieta… Con toda seguridad, cada uno de estos conceptos asociados a vejez te ha traído a la mente una idea. Preconcebida. Equivocada.

Ese espíritu subversivo, además de las magníficas infografías con las que acaba cada capítulo, es lo mejor de un libro que vive, sin embargo, una paradoja de base. Reconocida por sus autores: "Interesará mucho a gente mayor, quizás ya concienciada, pero es posible que no llegue a aquellos en los que tendría más impacto: los jóvenes".

Porque el envejecimiento es una "carcoma" madrugadora y estas son sus verdades (según Fuster y Corbella):

¿Por qué mientes cuando te preguntan la edad? ¿Por qué evitas responder? ¿Por qué te gustaría haber nacido un año después, o diez, o veinte? Por mucho que te esfuerces, no puedes hacer nada contra tu edad cronológica. Pero hay buenas noticias: la edad cronológica no importa. Lo que importa de verdad es la edad biológica y esa cada vez se mide mejor: puedes haber nacido hace 30 años y tener 40. O 20. Depende de ti.

“Nunca creas que lo evidente es la verdad”, dice una de esas frases que circulan por ahí y que se atribuye a escritores, pensadores, filósofos o artistas, según convenga. En el caso de la edad, tiene razón. Los cambios más evidentes que se producen en nuestro cuerpo, como por ejemplo las arrugas, no son los más importantes que el tiempo produce en nuestro cuerpo.

Por eso, el antiaging, mejor en el interior. La “chapa y pintura” es un maquillaje que le viene bien a determinada industria: “Es una industria que piensa exclusivamente en lo crematístico y de la que no se puede esperar responsabilidad con respecto a cuestiones más importantes relacionadas con el envejecimiento”, asevera Fuster.

Lo importante está en las células: están preparadas para ir reparando el daño que el tiempo y la actividad les produce, pero se cansan y acaban fallando. A pesar de eso, hay moléculas que contribuyen a alargar la vida útil de las factorías mínimas que nos componen. Lamentablemente, los prejuicios también han hecho presa en esas moléculas: unas han sido demonizadas y otras santificadas. Pero ni unas (radicales libres) son tan malas ni las otras (antioxidantes) son tan buenas. Todo está interrelacionado de manera compleja, y es clave conocer ese equilibrio de relaciones.

El cansancio de las células, que da el pistoletazo de salida al envejecimiento, comienza mucho antes de lo que pensamos. “Cuando somos jóvenes”, explica el doctor Fuster, “no somos conscientes porque nos sentimos invulnerables”. Pero el mecanismo implacable del tiempo ya está operando sobre nosotros. Ese proceso no se puede frenar...

Pero sí se puede ralentizar. Sigue el doctor Fuster: “Cuando dejamos de sentirnos invulnerables, nos engañamos a nosotros mismos. Nos decimos “estoy bien” porque no queremos sentirnos frágiles y eso nos impide tomar las medidas que tenemos que tomar”. La más importante: cambiar nuestros hábitos. “Nunca es demasiado tarde”, dicen los dos autores a la vez. El ritmo al que nos hacemos viejos depende de lo que hayamos hecho cuando todavía no lo éramos.

Durante mucho tiempo, el de los centenarios ha sido un club tan exclusivo como el de Bildelberg. Sus miembros son los ganadores de una lotería especial, la que ha hecho que cientos de sus genes les protejan frente al paso del tiempo. No hay un único gen con gran influencia, sino muchos con un poco de influencia.

Los genes, de todas maneras, no lo son todo. ¿Cuántos casos hay, y cuántas bromas se han hecho, con lo fácil que es dilapidar el Gordo? Ese Gordo genético también se puede desperdiciar. En sentido contrario, se le puede sacar mucho partido a unos genes no privilegiados. ¿Cómo? Afecta el lugar en el que vivas y, sobre todo, cómo vivas.

La mejor manera de hacerle frente al envejecimiento y sus achaques asociados es dejarles poco espacio en el día a día. La vejez se asocia, equivocadamente, con incapacidad física y deterioro cognitivo. Nada más lejos: la actividad física y el ejercicio intelectual son importantes durante toda la vida, pero especialmente a medida que uno se hace mayor. Son dos escudos de enorme valor frente a los efectos del paso del tiempo.

Pero la salud es el resultado de la suma entre el físico y la emoción.

Hay muchas maneras de hacer ejercicio, ¿no? Eso de que los mayores no pueden disfrutar bajo las sábanas es una tontuna. “Esta ha sido una de las cosas que más han llamado la atención del libro”, explican los autores al referirse al sexo en la tercera edad. No sólo puede ser tan divertido como a cualquier edad, sino que tiene unos efectos enormemente beneficiosos para el organismo. Sin excesos, eso sí, que luego pasa lo que pasa.

Suplementos vitamínicos, superalimentos, dietas específicamente diseñadas… El doctor Fuster pone los ojos en blanco cuando le hablan de la nueva costumbre de tener un dietista de cabecera. Allá cada cual, parece decir mientras sostiene las bondades de una dieta equilibrada y la importancia de evitar el sobrepeso. Para eso no hacen falta ni grageas, ni cápsulas de ningún tipo.

“Siempre supongo que el infarto lo tendrá mi vecino”, explica gráficamente el doctor Fuster. Pero el paso del tiempo, aunque no de igual manera, nos afecta a todos desde mucho antes de que lo percibamos. Por eso lo ideal es ralentizarlo desde cuanto antes mejor. Si es desde niños, mejor todavía. “El próximo eje de la salud serán los niños y lo que mejor funciona con los niños es decirles y mostrarles cómo cuidarse. Por eso hay que ser responsables, en las casas y en las escuelas”.

  5c8b2ca9360000e01c6ca5d4

Ve a nuestra portada

  5c8b2ca93b000054066d26d2

Síguenos en Facebook

  5c8b2ca9250000e203ca3a6e

Síguenos en Twitter