"Manifestarse, ir a la huelga y negociar son compatibles"
Lo suyo va de conciliar. Marcos Peña preside el Consejo Económico y Social (CES), el organismo encargado de velar por el entendimiento entre los agentes sociales y económicos. Un acierto del diálogo social, y su verificador. La comunicación entre estos está agrietada. Gobierno, patronales y sindicatos no parecen entenderse y, en esa jaula de grillos, los últimos afinan el canto este domingo 18 en Madrid para intentar demostrar que aún les queda cuerda de la que tirar.
A partir de las 12 horas y bajo el lema "Las personas y sus derechos lo primero. Defiéndelos", afiliados y simpatizantes de CCOO y UGT marcharán entre la Plaza de Neptuno y la estación de metro de Sevilla. De la convocatoria se han descolgado otros sindicatos, como la CGT, por entender que lo contrario les convertiría en “partícipes de unas movilizaciones instrumentales”. Ni tan siquiera entre las centrales sindicales la avenencia es un plus.
La manifestación cierra la primera semana de reivindicaciones de la recién estrenada legislatura, tras las concentraciones del jueves 15 y del viernes 16 en 60 localidades de España, que reunieron a no más de 20.000 personas, un impacto reducido, por el que los sindicatos dicen no preocuparse. Tampoco esperan grandes cifras este domingo en Madrid. ¿Humildad, desafección?
Dice Fernando Lezcano, secretario de Organización de CCOO, que las previsiones no le quitan el sueño porque “este proceso será dilatado en el tiempo y creciente en intensidad”. Coincide con él Marcos Peña, el presidente del CES, cuando dice que el diálogo social es dilatado y ambivalente. “Manifestarse, ir a la huelga y negociar son compatibles y hasta necesarios”.
Depende de cuánto estires de la cuerda
El diálogo social es algo complicado de definir. Constituye un proceso continuo, con altibajos, a veces errático, pero que nunca se ha roto. Diálogo y confrontación conviven en el tiempo. Además, presumo que va a mejorar. Lo importante no es el acuerdo sino el entendimiento. La verdad se cuenta en el procedimiento de búsqueda.
¿Todo lo que pasa?
También importa que limitemos el número de asuntos importantes a tratar. De alguna manera, tendríamos que deslaborizar el diálogo social. El mercado de trabajo ya está exhausto de tanta reforma y contrarreforma, con sus altas expectativas y sus pobres resultados. No se trata de encontrar el artículo cuya modificación vaya a resolver la temporalidad en el mercado. Hay que simplificar la legislación, hacerla sencilla y predecible, y confiar en los sujetos sociales y en su fortaleza. Ellos están por la labor de entenderse. Esta casa acoge incontables mesas. No parece que interesen a los medios. La sociedad está distraída y eso es frustrante. En este mismo minuto, miles de representantes de trabajadores y empresas negocian, cosas mayores o cositas, horarios, salarios, pero hablan.
¿A alguien le importa el diálogo social, tachado por los sindicatos de “cartón piedra”?
Dudo de que los sindicatos quieran dejar de hablar con el Gobierno. El diálogo social importa fundamentalmente en un asunto capital de nuestro estado de bienestar como es la Seguridad Social. Vamos a ver si somos capaces de enhebrarlo. Importa también en la política industrial, también en la política educativa. Temas determinantes del mercado de trabajo.
¿No tocamos entonces la reforma laboral?
No conduce a nada sustituir un texto por otro porque el derecho siempre irá a la zaga de la realidad. Lo que determina a todos es el trabajo, no el contrato. La ordenación, eso sí, es mejorable. Es deseable mayor sencillez. Existe una amalgama de bonificaciones inexorables que hay que expurgar. Los agentes sociales, los sindicatos, y las organizaciones empresariales merecen un mejor papel, más confianza. Ya arreglarán ellos lo que tengan en su casita.
¿Más confianza? No parece que la sociedad confíe ni en unos ni en otros
Es difícil saber lo que dice la sociedad y quién es la sociedad. Procuremos mirar con más cariño a los sindicatos. Finalmente, esta gente salió de la cárcel para armar nuestra sociedad desde un punto de partida muy pobre. Han ordenado el país, reducido la conflictividad… Hoy somos un país más tolerante, más laico, gracias en gran parte a los sindicatos. Así que chapeau. Nos representan y merecen un respeto.
Los sindicatos -bueno, UGT y CCOO- salen a la calle para “recuperar derechos”
España recibió una herida mortal que la llevó a la UCI. Fue la crisis que se llevó por delante 3,5 millones de puestos de trabajo. Aquello arrasó con todo. Deja cicatrices que tardarán en cerrarse. Cierto que hemos pasado de la UCI a planta y es verdad que pronto saldremos y seguiremos con dieta blanda, pero el desgarre ha sido tremendo.
Un país sufrido, España
Tenemos tres elementos estabilizadores automáticos: pensiones, sanidad y educación. Funcionaron con problemas y dificultades. Un dato para querer más a nuestro país y olvidarnos de ese catastrofismo tan nuestro:en la población mayor de 65 años, el riesgo de caer en la pobreza es casi 15 puntos inferior a la media. Este colectivo integra a 9,5 millones de personas, este colectivo es tu país. El edificio se agrieta pero no se derrumba. La tarea principal de estos tiempo es fortalecer los cimientos.
Orgullo patrio
Decir que el sistema de pensiones no tiene problemas es una estupidez. Es un sistema aseado, eso sí. Tampoco es suficiente decir que cuando crezca el empleo se resolverán los problemas de financiación, gasto y rigidez que acosan a nuestro sistema de pensiones. Y no hace falta hablar de largo plazo, el corto plazo es suficiente para saber qué hay que arreglar. Procurar financiación vía impuestos es de recibo. Con subir los salarios no será suficiente, aunque una economía próspera se traduce siempre en mayores cotizaciones. Pero no bastará. Y hablo de la digitalización y robotización de la economía, de la reducción del número de trabajadores por cuenta ajena, de la uberización y esto no es ciencia ficción.
Sino la modernidad
La estructura de la relación laboral, tal y como la hemos conocido siempre, se desintegra. Desaparece el trabajo como tal y habrá que establecer sistemas de cotización distintos. Sin provocar el pánico. El déficit de la Seguridad Social es del 1,7% del PIB, y esto porque se hizo necesario pagar deducciones con lo que había en el Fondo de Reserva. Esos 17.000 millones de euros son dos pagas. Con suprimir dos extraordinarias, el modelo volvería a autofinanciarse sin mucho problema. Hay que dejar el sistema para lo que está pensado: jubilaciones.
Si se hizo una vez, podría haber una segunda
Hay voluntad y capacidad de ordenar el sistema. La vuelta a la tribu, la vuelta a la protección es una tendencia inmediata en tiempos muy abiertos e inciertos. Es lógico que proyectemos los males en los políticos, pero tampoco exageremos. También sería bueno que la ciudadanía se considerase corresponsable.