Los comerciantes de la Gran Vía madrileña aprueban el corte de la calle sin que mejoren las ventas
Ni tanto ni tan calvo. Prohibido el tráfico de vehículos privados a lo largo de la Gran Vía madrileña hasta que finalicen las fiestas navideñas el 8 de enero próximo. La principal arteria comercial de Madrid ha quedado en toda su holgura para uso y disfrute exclusivo del peatón. Por orden del Ayuntamiento que dirige Manuela Carmena (Ahora Podemos), el ciudadano ha ganado la batalla al coche, al menos por unos días. A los comerciantes que asientan sus negocios en las aceras de sus 1,3 kilómetros no les parece “ni tanto”. Reconocen el desahogo, pero están ingresando lo mismo que el año pasado por estas fechas. "Ni tan calvo".
Esperanza Aguirre, la portavoz del Grupo Popular municipal, mantuvo este lunes un encuentro con los comerciantes afectados por el corte de tráfico en la almendra central de Madrid. "A los tribunales iremos seguro a denunciar esto, porque es inconcebible. ¿Dónde se ha visto en una zona comercial de una gran ciudad occidental?", se preguntó en modo retórico la expresidenta de la Comunidad de Madrid tras reunirse con comerciantes y vecinos de Gran Vía para analizar las consecuencias de estos cortes. “Nos miramos en las grandes ciudades, y en Oxford Street [Londres] y en la Quinta Avenida [Nueva York] los coches circulan sin problema con aceras igual de anchas que la Gran Vía”, comparó finalizada la reunión. Florencio Delgado, presidente de la asociación de comercios de Gran Vía, se sumó a la ex presidenta madrileña para denunciar que “se está creando una alarma social que impide que la gente venga al centro”, informa Efe.
FUNDAMENTALISMO MEDIOAMBIENTAL
El PP propondrá la derogación del decreto que establece los cortes de tráfico, que Aguirre ha calificado de “esperpéntico y dañino” y al que acusa de “hundir a comerciantes y a la zona centro de Madrid”. Para Esperanza Aguirre, la customización navideña de la Gran Vía es “fundamentalismo medioambiental” y “odio a los coches como símbolos de riqueza”. Así lo defendió en un artículo publicado en el diario El País el 2 de diciembre, en el que también defendió que la Gran Vía fue una “solución urbanística muy pensada para mejorar la circulación en Madrid" que se pensó "en el siglo XIX cuando no existía el motor de explosión, y se pensó porque ya aquel Madrid de coches de caballos tenía enormes problemas de tráfico".
Esperanza Aguirre no recuerda que su compañero de partido y exalcalde de Madrid antes que exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón ya puso en práctica esta medida "fundamentalista" en enero de 2004, cuando durante cinco domingos consecutivos miles de personas tomaron la Gran Vía y pasearon a sus anchas por donde normalmente circulan los coches.
Ni tanto ni tan calvo para los comerciantes, aunque algunos, en sintonía con las críticas de Esperanza Aguirre, también se quejan. Adela desde su quiosco en la esquina de Gran Vía con la Plaza de Callao, se enerva ante "los problemas para la carga y descarga" del merchandising turístico e infantil que vende junto a la prensa y los innumerables productos que despacha un pequeño establecimiento como el suyo.
No es el caso de Marieta, que a la distancia de un paso de cebra y desde un quiosco de frutos secos y bebidas, pone en boca de su "jefe" las bondades del corte de tráfico. "Él asegura que le está viniendo muy bien y eso que, repite mucho, que es del PP", cuenta. Pero sí el de Lorenzo, que regenta el bar de tapas Don Jamón - son muchos los locales que hacen referencia a la carne en salazón más famosa del país-, y a quien le gusta el corte pero estima que “todo con clase y elegancia, gana”. Lorenzo se refiere a las vallas metálicas pintadas en azul, colocadas en perfecto desorden y que sirven para diferencia los carriles abiertos al tráfico de autobuses y taxis y aquellos exclusivos para el peatón. “Parecemos tercermundistas”, farfulla. “¿Esta es la imagen que vamos a dar a los turistas?”.
El Huffington Post ha recorrido los comercios de la Gran Vía de Madrid para conocer el sentir de sus encargados y propietarios. Y, salvo legítimas excepciones, unos y otros valoran el corte de tráfico por el desahogo sobre el asfalto y la mejor circulación de los peatones, pero la variación en las ventas es anecdótica respecto a las mismas fechas del año pasado. No venden más, dicen, porque la Gran Vía esté cortada, pero tampoco menos porque los vehículos no pueden transitar por ella. Las cosas están como estaban. Si hay que comprar los regalos de Navidad, se compran haga frío, viento, marea o corten la Gran Vía de Madrid.