Ciencia, pseudociencia y picaresca. La batalla de la criónica en España
La idea de que la muerte no es irreversible sigue pareciéndole ciencia ficción a muchos españoles. Unos cuantos, sin embargo, llevan años luchando para que la criopreservación se abra paso como lo que en principio es: un procedimiento médico que consiste en conservar a bajas temperaturas (se dice congelar, pero no es eso) el cuerpo de una persona fallecida. La meta es devolverlo a la vida cuando la ciencia haya encontrado la manera de reanimarlo con éxito y de vencer a aquello que provocó la "primera" muerte: una enfermedad, un traumatismo, el envejecimiento.
La falta de datos científicos contundentes que respalden la hipótesis de que es posible devolver a la vida un organismo humano completo ha sido el hándicap fundamental de quienes apoyan la criopreservación como tratamiento. Sus defensores públicos, que en España son científicos, médicos y universitarios de diferentes ramas, sostienen que la criopreservación ya se lleva a cabo con óvulos y cordones umbilicales y citan proyectos sobre la crionización y recuperación de órganos de animales.
Pero saben que el 50% de éxito de esos proyectos no es convincente del todo, y no lo ocultan. Por eso se centran en hacer calar la idea de que la incertidumbre de ahora no implica que la criopreservación no pueda convertirse en una técnica efectiva del mañana. Al mismo tiempo, combaten la picaresca que inevitablemente nace en un campo que reúne todos los ingredientes para su crecimiento: discurso aparentemente científico, esperanza para gente desesperada y dinero. Mucho dinero.
VACÍO LEGAL Y AVENTURERISMO
En concreto, 155.000 euros por tratamiento. Esa es al menos la cifra que maneja Javier Estrada, uno de los responsables del Instituto Europeo de Criopreservación (IECRION), en conversación con El Huffington Post. Este instituto -en realidad, una empresa-, lleva algún tiempo en los papeles como la primera iniciativa para ofrecer servicios de criopreservación en España y en Europa.
En esa tarifa, según Estrada, está contemplada la posibilidad de que el cuerpo -el paciente, como él los llama- tenga que mantenerse criopreservado entre 30 y 50 años. "Una parte de ese dinero se destina a sufragar los costes generados por ese mantenimiento", señala. Lo cierto es que maneja con soltura los conceptos que los partidarios de la criónica suelen utilizar y salpica con ellos la entrevista.
Carga las tintas, por ejemplo, en la diferencia entre resucitación y recuperación biológica, "que los medios soléis ignorar": "Nosotros hablamos de lo segundo, porque creemos que hay una diferencia entre la muerte biológica y la muerte legal. La muerte biológica se produce unas cuantas horas después de la muerte legal, y su final está marcado por la irrecuperabilidad del cuerpo". La criopreservación ha de hacerse, apunta, después de la muerte legal y antes del final de la muerte biológica.
Es precisamente ahí, en el aspecto legal, donde su discurso empieza a ser menos seguro. La criopreservación no está regulada en España y no figura en las normativas sobre policía mortuoria que manejan las comunidades autónomas. "Para las autoridades, lo que vamos a hacer es un cementerio. Para nosotros, un centro de criopreservación", afirma Estrada. ¿Dónde? "Estamos en conversaciones con una comunidad?". ¿Cuál? "Prefiero no revelarlo todavía, pero más o menos en un mes podremos empezar a ofrecer nuestros servicios".
VIGILAR Y DIVULGAR
"La ley dificulta la apertura de un centro criónico en España". Quien habla es Cayetano Santana Gil, uno de los artífices de Criónica.org. Mucho más que una web, una plataforma para la divulgación y el avance de la técnica, esta iniciativa tomó hace unos años el relevo de la Sociedad Española de Criopreservación, hoy inactiva.
Su labor, en colaboración con otras iniciativas como la de la Fundación Vida Plus, es también la del rastreo y vigilancia de iniciativas que, bajo el paraguas científico que ofrece la técnica, busquen sólo el lucro y no ofrezcan garantías.
El Ministerio de Sanidad, consultado por este medio, afirma no tener constancia sobre qué se está haciendo en las Comunidades Autónomas sobre esta materia. Así que lo que asegura Javier Estrada puede ser cierto o no. En Criónica no lo ven del todo claro y se mantienen vigilantes: "El trabajo que Javier Ruiz [fundador de Criónica.org, fallecido prematuramente en febrero de 2016] realizó durante catorce años desde el máximo rigor puede ser destruido en dos segundos".
Para evitarlo, para que la criopreservación no pierda el pequeño terreno ganado desde los años sesenta, Criónica.org y la Sociedad Criónica, de la que Santana es vicepresidente, tratan de no abandonar la "pauta" científica: "Nosotros hemos atendido casos extremos y en todos ellos, al final no se ha podido hacer nada. Nosotros, como conocemos la fórmula, nos podríamos haber inventado un protocolo que parezca que va a ser efectivo con el único objetivo de cobrarles el dinero. Porque podemos hacerles creer que se está haciendo bien. Pero eso es una estafa".
INFORMACIÓN, INFORMACIÓN, INFORMACIÓN
Para evitar que la trampa dañe la causa, y mientras luchan para que las autoridades sanitarias españolas regulen la técnica para disolver el vacío legal, Criónica.org, la Sociedad Criónica y la Fundación Vida Plus ofrecen asesoramiento a todas aquellas personas que estén considerando optar por la criopreservación.
Ese asesoramiento, según explica Cayetano Santana, se produce en tres fases: "Primero, nos aseguramos de que la persona sepa qué está pidiendo, porque muchos ni siquiera saben en qué consiste la técnica. Si mantiene el interés, se trata el aspecto más crítico: el económico. Es un procedimiento más caro que un enterramiento o una incineración y tiene que quedar claro de qué manera se lleva a cabo. Hay que elaborar un plan de contingencias para que la persona, en caso de conseguir reanimarla, pueda recuperar una vida si no en las mismas condiciones que tenía, porque es imposible, por lo menos en unas equivalentes o mejores".
La tercera y última fase es la que tiene que ver con las opciones existentes para llevar a cabo el proceso. En España no puede llegarse hasta el final del mismo, por lo que es necesario firmar un contrato con alguna de las empresas que ofrecen esos servicios. Son, fundamentalmente, tres: Alcor y Cryonics Institute, en Estados Unidos y KryoRus, en Rusia. "Por el trabajo que han realizado durante estos años, son las más seguras", asegura Santana.
Cryonics Institute tiene 14 miembros españoles, que no están bajo custodia porque todavía no han fallecido. KryoRus no ha contestado a la solicitud de este medio. La única de esas empresas que custodia pacientes españoles es Alcor. Marji Klima, ejecutiva de la empresa, confirma a este periódico que tres de los 148 pacientes que custodian en este momento proceden de España. Han pagado unos 198.000 euros (210.000 dólares). Son pocos, pero el interés crece, afirma Santana: "Notamos una notable demanda. En los últimos meses, han recurrido a nosotros unas 50 personas. Dada la pobre información que hay en España sobre el tema, es una buena elevada".