Según la teoría del Eterno Retorno de Nietzsche, todo lo que ha ocurrido volverá a ocurrir. ¿Da miedo, verdad? Es posible que la formulación del filósofo alemán no sea exacta o no pueda aplicarse fácilmente a la historia, pero la sola posibilidad de que acierte pone los pelos de punta.
Especialmente ahora que la victoria de Donald Trump, por su personalidad, su ideario y su camino a la presidencia de los Estados Unidos, trae a la mente paralelismos con uno de los personajes y una de las épocas más oscuras de la historia: Hitler y el nazismo. Aunque la principal diferencia entre ambos es que uno estaba dispuesto a poner a todo el mundo bajo el yugo alemán y el otro parece más partidario del aislacionismo, son muchos los que han reparado en sus múltiples y tristes semejanzas.
Trump: ¡Qué precioso e importante día! Los hombres y mujeres olvidados no volverán a ser olvidados. Iremos todos juntos, como nunca antes
Hitler: El pilar de nuestro resurgir es el obrero alemán. Ese obrero alemán que no debe y que no puede seguir siendo un extranjero en nuestro propio pueblo
El creador del partido nacional-socialista alemán se hizo con el poder en las urnas gracias a su habilidad para conectar con los millones de alemanes arruinados por la crisis económica que sacudió al país tras la Primera Guerra Mundial y tras el crack del 29.
Esos alemanes, a los que Hitler se ganó con las palabras que querían oír, fueron los protagonistas de un profundo cambio sociológico y electoral que terminó de derrumbar la democrática pero maltrecha República de Weimar y facilitó la ignominia que vino después.
Desde 1930, el apoyo al Partido Nacional-Socialista no dejó de crecer: de los 12 escaños logrados en 1928, pasó a 107 en 1930, a 230 en julio de 1932 y a 288 en 1933, tras el nombramiento de Hitler como canciller.
Hitler: El destino del pueblo alemán depende únicamente de nosotros. Nosotros, con nuestro esfuerzo, nuestro coraje, nuestra determinación, nuestra osadía y nuestra perseverancia, nos alzaremos de nuevo
Trump: Hoy, hemos hecho historia. Hoy, hemos creado un gobierno que es, de nuevo, de y para la gente
Un discurso que presenta enormes semejanzas, tanto por su tono como por los conceptos que incluye, con el que empleó Hitler para ganarse las simpatías primero, y el fervor después, de una Alemania sollozante y deseosa de venganza por las condiciones que se le habían impuesto en aquel Tratado de Versalles que más que una paz fue un castigo.
Así es como el dictador logró que su partido pasase, entre 1928 y 1933, de tener 800.000 votos a tener más de 17 millones. Con frases como esta, que incluyó en su primer discurso como canciller:
3. LA CULPA ES (SIEMPRE) DEL OTRO
Trump: Estamos perdiendo empleos. La gente está inundando nuestro país. El otro día, íbamos a deportar a 800 personas. Y quizás porque alguien pulsó el botón incorrecto o, peor aún, porque corrupción, esa gente que iba a ser deportada acabó convirtiéndose en ciudadana".
Hitler: Son esa gente que no tiene donde establecerse pero que habita en todas partes sin tener un lugar en el que establecerse. Esa gente que vive hoy en Berlín y mañana, si es necesario, en Bruselas, París, Praga, Viena o Londres y que se siente en todas partes como si fuese su casa. ¡Judíos!
Cualquier salvapatrias que se precie elabora un relato simplificado de la realidad: todo problema concreto tiene, en su discurso, un culpable claro y una solución sencilla. Sucede a veces, incluso, que encuentran un mismo culpable para todos los problemas. Es lo que se conoce como "chivo expiatorio".
El de Hitler fueron los judíos. Durante años, los dibujó como los responsables de la "postración alemana" y consiguió situarlos, es verdad que bebiendo de una tradición antisemita europea ya existente, como los responsables directos, como "acaparadores" y "usureros", de la pobreza del resto de los alemanes. Primero dejaron de ser alemanes y más tarde dejaron de ser personas. Por eso pudieron ser exterminados sin contemplaciones cuando el nazismo desató la destrucción sobre Europa.
Hitler: El gran momento apenas comienza. Alemania ha despertado. Hemos ganado el poder en Alemania. Ahora debemos ganarnos al pueblo alemán (...) Nuestro sueño durante años se ha hecho realidad
Trump: Hemos mostrado a América que la mayoría silenciosa ya no permanecerá en silencio por más tiempo. Hoy, hemos creado una América que gana otra vez. Hoy, hemos hecho realidad nuestras esperanzas, nuestros sueños, nuestro ilimitado potencial
La expulsión de los inmigrantes y el cierre de las fronteras a los musulmanes es, parece, el primer paso de la receta trumpiana para recuperar la grandeza de América. Su lema de campaña ha sido precisamente ese: "Make America Great Again" ("Hagamos América grande de nuevo").
Lo que implica, al mismo tiempo, una grandeza supuestamente perdida y la necesidad de hacer todo lo necesario para recuperarla. La expulsión de judíos, y su posterior exterminio, también era el primer paso para devolver a Alemania al lugar de preeminencia mundial que, a juicio de Hitler y sus seguidores pangermanistas, le correspondía.
5. LAS AMISTADES PELIGROSAS
Más que un paralelismo, en este apartado toca hablar de una triste solidaridad. Hitler no tuvo amistades peligrosas porque no había nadie más peligroso que él. Sirvió de espejo, eso sí, para otros dictadores, como Mussolini o Franco e impulsó y generó corrientes de simpatía o movimientos políticamente organizados que apoyaban su enloquecida empresa, como los colaboracionistas austriacos, el mariscal Pétain en Francia o los filonazis de Noruega, Rumanía o Hungría.
De alguna manera, creó el triste molde de una de las ideologías más nocivas que se han conocido. Por eso espanta que aquellos que de manera total o parcial siguen defendiendo algunas de las descabelladas tesis hitlerianas en nuestros días hayan sido los que con más regocijo y efusividad han celebrado la victoria de Trump en Estados Unidos. Desde el Ku Klux Klan a los racistas sudafricanos, pasando por toda la ultraderecha europea.
6. TEATRALIDAD/TELERREALIDAD
Las casi legendarias habilidades oratorias de Hitler fueron un arma indispensable en su ascenso al poder. El genocida alemán encandilaba a las masas con sus discursos gracias al timbre de su voz y a una gestualidad teatral, operística incluso, que propagaba su mensaje por todos los medios de masas a su alcance.
Nadie, de momento, ha resaltado las habilidades oratorias de Donald Trump. Pero es evidente que el magnate domina el ambiente de los medios de comunicación pues, además de multimillonario, es una estrella de la telerrealidad.
Durante estos meses, han sido muchos los perfiles psicológicos de Trump que han circulado por todas partes. Su rival demócrata y sus apoyos, entre otros el presidente saliente Barack Obama, han puesto el foco en uno de los rasgos más llamativos y potencialmente peligrosos de la personalidad del republicano: su inestabilidad emocional, su nula capacidad para controlar la ira.
Hitler: Vamos a darle a la mujer la posibilidad de casarse y de encontrar su propia familia, de tener hijos, porque eso es lo que más beneficia a nuestro pueblo
Trump: Las más listas se comportan de una manera muy femenina y anhelante, pero realmente son asesinas en serie (...) He visto mujeres manipular a hombres con solo un guiño de ojos... o con otra parte de su cuerpo
Ni Hitler ni Trump aprecian a las mujeres. Si el primero les reservaba a las mujeres alemanas arias un papel limitado al cuidado del hogar y la crianza de los niños, el segundo parece tener tendencia, dadas sus declaraciones y comportamientos, a convertirlas en un mero objeto sexual.
Las denuncias por abuso sexual que salpicaron a Trump durante la campaña, sus ideas sobre el papel de las mujeres en la sociedad, los comentarios de tono sexual sobre su propia hija... indican una sexualidad un tanto problemática, tal y como era la de Hitler. Eva Braun se suicidó junto a él en Berlín, cuando la Alemania nazi ya había sido derrotada, después de soportar una relación obsesiva y plagada de vejaciones. Pero antes de Eva Braun, Hitler tuvo dos amantes y las dos acabaron suicidándose.
6th July 1945: A bust of Adolf Hitler lies amidst the ruins of the Chancellery, Berlin. (Photo by Reg Speller/Fox Photos/Getty Images)