Ohio, el estado "barómetro" de las elecciones de EEUU, se va para Trump
Donald Trump ya es presidente de Estados Unidos y en parte esa victoria se la debe a haber conquistado nada más y nada menos que el estado clave de Ohio, que le ha otorgado los 18 votos electorales que estaban en juego aquí.
Se esperaba que Trump venciera en Ohio aupado por los blancos de clase obrera de las zonas rurales y la región de los Apalaches, entre los que ya arrasó en las primarias, pese a que el actual presidente, Barack Obama, se adjudicó el estado las dos últimas elecciones gracias al voto urbano y afroamericano.
El mito de Ohio se sustenta en la estadística: tiene el mejor historial de los 50 estados en el voto por el candidato ganador, sus resultados siempre son muy parecidos a la media nacional y ha dado votos electorales (que se asignan en función de la población) decisivos al ganador más veces que ningún otro estado competitivo.
El magnate ha conseguido superar los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca al ganar en los cuatro estados clave en disputa: Ohio, Carolina del Norte, Florida y Pensilvania. Un éxito incontestable recibido con incredulidad por los líderes internacionales e incertidumbre en los mercados.
Trump, que se ha definido como un outsider, un intruso metido en política para enfrentarse a las élites, ha convencido a una mayoría de estadounidenses con un discurso populista, nacionalista y xenófobo. Su promesa de "hacer a América grande de nuevo" ha derrotado al mensaje de unidad de Hillary Clinton, que no ha conseguido movilizar a las minorías como lo hizo Barack Obama.